Coppelia… ¿o el sabor de un mal servicio?
Bolas de helados huecas y que, paradójicamente, pocas veces son esféricas; trapicheo –en buen cubano– a la vista de los propios consumidores, quienes se percatan del «cuadre» y de las tinas de helado que salen por la «izquierda»; y, para rematar, un servicio que casi siempre resulta diana de insatisfacciones han sido por mucho tiempo quejas frecuentes respecto a la conocida y céntrica heladería Coppelia.
Sin embargo, desde que, en septiembre pasado, la instalación reanudara sus servicios de forma presencial, luego de varios meses sin afluencia de público dentro de sus áreas, debido a la situación epidemiológica que impuso la COVID-19, son otras las reclamaciones y descontentos.
El primer tropiezo empieza cuando el cliente intenta hacer la reservación. Si bien es cierto que habilitaron tres números para tales funciones, tal pareciera que no hay nadie que asuma la responsabilidad de levantar el teléfono y atender a los clientes; o, al menos, esa es la impresión que queda…
He llamado muchas veces a los tres números, más de 30 llamadas a cada uno –y me enseña el registro desde su celular– y nada, no hay comunicación por ninguno, no sé si es que los dejan descolgados o no quieren responder, pero resulta misión imposible comunicar con ellos, nos comenta Saylin Delgado.
Opinión que se repite de boca en boca y que deja, ya de por sí, un mal precedente en los comensales. «El redial del teléfono se pone al rojo vivo de tanto insistir, y nada. Creo que deberían destinar otras vías para poder reservar, porque la decisión está bien, así nos evitamos las colas y el bulto de gente esperando afuera, lo que pasa es que no está funcionando», precisa, por otra parte, Reinaldo Cruz.
Pero, supongamos que ese día usted tiene «suerte» y después de tanto llamar, logra comunicar y hacer la reservación. Una vez que llega, el cliente tiene la posibilidad de disfrutar dos especialidades, no más, incluso si la instalación está a punto de cerrar y hubo fallos en las reservaciones.
Otra de las reclamaciones pasa por la atención. Nada más llegar, el trato no siempre es el adecuado, expresó a Granma, Iris González, vecina de la zona.
Tampoco entiendo que si hay solo dos o tres mesas ocupadas, uno no pueda entrar sin reservación por los fallos que hubo en la mañana o en la tarde; al final, no pocos trabajadores están conversando o con el móvil en la mano, como se dice «sin hacer nada», y las canchas prácticamente vacías, agregó.
Resulta entendible que la heladería funcione bajo la modalidad de reservación y que solo se ocupe el 50 % de la capacidad en cada área, en aras de garantizar el distanciamiento y cumplir con los protocolos sanitarios para la prevención y el control de la pandemia; pero lo otro, sencillamente, es inadmisible que suceda, en un espacio de tradicional demanda del pueblo.
Con estas mismas interrogantes, un equipo de nuestro diario se personó en Coppelia, tratando de responder o de hallar una explicación a las diferentes quejas que usuarios y lectores nos han hecho llegar. Sin embargo, el director de la instalación, Amaury Martínez Tamayo, expuso que no podía brindarnos esos detalles, o cualquier otro tipo de información relacionada, pues para ello precisaba de una autorización previa.
Todo indica, a mi entender, que los asuntos relacionados con Coppelia son tan sensibles que hasta la prensa debe «reservar» para ir y hacer su trabajo. Lo más importante es que el servicio de una de las heladerías más populares del país no genere sinsabores.