La bujía de los Vegueros
PINAR DEL RÍO.–A Juan Carlos Arencibia los entrenadores lo descartaron cuando era niño. Por ello –como no pocos atletas que triunfarían después– ha tenido que imponerse a base de persistencia y de trabajo.
Cuenta que comenzó en el beisbol desde muy temprano, y que llegó a representar a Pinar del Río en torneos nacionales. Sin embargo, en el momento de pasar a la eide, a los 12 años de edad, no fue escogido debido a su baja estatura. «No me quisieron por mi tamaño, así que me dediqué a estudiar», dice.
De modo que no sería hasta después de concluir la licenciatura en Cultura Física que volvería a tomarse en serio su carrera como atleta.
«Cuando me gradué, comencé a trabajar en un combinado deportivo y a jugar pelota otra vez. En la provincial terminé como líder de los bateadores y fui llamado a la preselección de Pinar del Río. Allí también quedé como líder y fue cuando integré el equipo por primera vez».
Su debut en la Serie 51 no sería bueno. La coincidencia con otras figuras de mucha calidad hizo que en las tres siguientes temporadas quedara fuera de la nómina de los Vegueros, hasta que en la Serie 55 volvería a integrar la selección.
Desde entonces se ha convertido en el dueño del campo corto del conjunto de Vueltabajo, con números cada vez más sólidos y un estilo muy peculiar de juego, que le ha ganado la simpatía de los aficionados. Confiesa que esa manera desenfadada y explosiva de salir al terreno lo ha acompañado siempre, y que, si se le ve inquieto en el home o en las bases, «es para buscar eso que está en mí que me hace tener mejores resultados».
Sus compañeros de equipo siempre le exigen que juegue así, «porque de esa manera los empujo a que se activen en el juego». A sus 36 años, disfruta cada partido como si fuera el último de su vida. «Doy todo lo que puedo en el terreno, sin pensar en el peligro de lesionarme».
Con esa filosofía está entre los primeros bateadores de la selección pinareña (351) y es líder en bases robadas (11). «Para mantener la forma óptima es preciso entrenar muy fuerte». En ese sentido, él, cada vez que termina un partido, continúa practicando.
«Incluso, en las jornadas de traslado siempre me preparo cuando llego a otras provincias, aunque el viaje haya sido largo. Y el día de pase entro a mi casa, suelto las cosas y me pongo a entrenar».
Sobre la exclusión por su tamaño, cuenta que, años después, al verlo en la Serie Nacional, uno de esos entrenadores se disculpó con él. No se puede juzgar a los atletas solamente por su físico, dijo. «Hay que tener en cuenta la actitud en el terreno, la entrega, la calidad que uno tenga. Y si la persona se lo gana, se le debe dar siempre la oportunidad».
Considera que lo más emocionante de su carrera son su inclusión en el último Juego de las Estrellas; la Serie 55, en la que por primera vez fue el torpedero regular y terminaron en el segundo lugar del torneo; e integrar el equipo Cuba a la III Copa del Caribe, el año pasado en Curazao.
Pero asegura que el momento más importante aún está por llegar: «Será cuando quede campeón con Pinar del Río. Ese es el mayor sueño que tengo y espero que un día se haga realidad».