En el VII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), ocurrido a mediados de diciembre de 2023, el Partido único ha reconocido que la Tarea Ordenamiento ha fracasado; aquella que debía acabar con la dualidad monetaria y otros graves problemas financieros y de funcionamiento de la economía nacional.
La cultura política cubana es hija del totalitarismo del Estado y del monopartidismo. Tanto el Estado como el PCC vendieron la idea, desde el inicio del proceso de cambios de la revolución en los años sesenta, de una alternativa a la llamada democracia burguesa. Así implantaron un régimen político y una doctrina del poder popular que en la práctica han mantenido al pueblo cubano lejos de la toma de decisiones políticas y económicas trascendentales; atado a las instituciones políticas oficiales y a las organizaciones de la sociedad civil reconocidas por el Estado y el Partido. Han producido un tipo de ciudadanía apta para el agradecimiento eterno a los líderes e incapacitada para exigir al poder lo prometido y no cumplido, porque lo que realmente nos importa es que el Estado y el Partido reconozcan que las cosas no andan bien. No hace falta que las cosas funcionen, sino sentirnos arropados por un poder que se autocritica con moderación.
El Gobierno cubano es el único del mundo que no tiene que ser eficiente. Nadie le va a exigir eso. Nosotros, el pueblo, sabemos que nuestros dirigentes se la pasan reunidos, que ellos y sus PowerPoint con colores pasteles y letras descomunales son conscientes de que la situación es complicada y que el bloqueo-embargo y viceversa es el culpable de que todo vaya mal. Además, sabemos que el mismo bloqueo-embargo no podrá con nosotros, porque somos invencibles y «nacimos para vencer y no para ser vencidos». Si alguien se pregunta cómo algo tan inútil como el bloqueo-embargo, que no ha logrado doblegar la voluntad de victoria de nuestro pueblo, es a la vez el responsable de la crisis inveterada de todo lo que se mueve en Cuba, es porque se está preguntando de más.
En resumen, el bloqueo nos hace más fuertes y a la vez nos hace abandonar Cuba por todas las vías. El día que derrotemos el bloqueo-embargo no va a quedar nadie para celebrar la victoria.
El Partido único en Cuba no es evaluado por nadie. Ningún otro partido lo interpela. Es un partido muy sano porque no es un partido electoral y no postula candidatos. Es un partido que se echa fresco en la terraza de la casa en los días de brisa marina y alcatraces merodeadores.
No le hace falta discutir con nadie. Se oye a sí mismo y se mira en el espejo todo el tiempo para ver si es un partido contento o pesimista. No es un partido que administra porque esa era una tendencia negativa que rectificamos desde 1985. Es solo un partido que dicta lineamientos que la administración, el propio partido y el pueblo incumplen mientras bailan una conga interminable por todos los terraplenes del país.
El Partido en Cuba dirige y orienta, es la fuerza dirigente de la sociedad y del Estado. Es un partido que lo mismo construye el socialismo que defiende las conquistas del mismo socialismo que ayer decía que estaba en construcción. Es un partido que está a la cabeza de un socialismo prefabricado, que se arma con grandes piezas que después los ciclones se llevan por los aires.
El Partido ha logrado muchas cosas en casi 60 años de ser el único partido habido y por haber. Ha logrado que la televisión no tenga nunca un programa en el que alguien lo critique, y que lo mismo haga la radio nacional. Ha logrado que la prensa independiente que se atreva a hacerlo cargue para siempre con el estigma de ser una retahíla de mercenarios inconformes y malagradecidos.
La Asamblea Nacional del Poder Popular es el órgano superior del Estado cubano, por lo tanto, no tenemos nada que exig