Las fotos de la entrega de plátanos como estímulo a maestros de la educación secundaria en Guantánamo se hicieron virales esta semana en las redes sociales y se convirtieron en una burla que produjo decenas de memes.
La publicación, que tras viralizarse fue borrada de Facebook, no es la primera que evidencia la profunda escasez que viven los cubanos y cómo el «estímulo» gubernamental se aprovecha de esa precariedad.
Captura de pantalla de la publicación.
Un problema que atraganta
Ni plátano de Canarias ni plátano de Costa Rica ni siquiera «plátano macho». El estímulo a los maestros guantanameros fue plátano burro o fongo (como se le dice en la zona oriental del país). La variedad de la banana es oriunda de Cuba y se caracteriza por tener una cáscara gruesa. Es el peor tipo de plátano que se puede encontrar en Cuba, pero de fácil cultivo.
La gente lo mismo lo fríe verde para hacer chicharritas, que se lo come maduro solo o con azúcar, sobre todo en tiempos de hambre y pobreza. Es un alimento que «salva».
Todavía los cubanos recuerdan la receta de «picadillo de cáscara de plátano» que se popularizó en el llamado Período Especial. Que 30 años más tarde sea otra vez una vianda «salvadora» demuestra la precariedad cíclica, casi constante, de la vida de los cubanos y provoca tristeza.
En la actualidad, cuando una mano de siete o diez plátanos burros cuesta entre 100 y 250 pesos (en dependencia del lugar donde se venda) y un plátano vianda o macho puede llegar a los 35 CUP, llegar a casa con ocho plátanos gratis puede ser una «bendición» para muchas personas; sobre todo si se tiene en cuenta que el salario promedio es de 4 000 pesos y cuando, además, el resto de los ingresos se gastará en una semana en otros alimentos como el arroz, el pollo, los huevos y el aceite.
Ante esta realidad, las burlas que ponen en el foco a los maestros que posaron risueños con su mano de plátanos, sin mirar a las causas estructurales de la situación y sin poner en el centro al Gobierno que los pone en esta situación, son injustas y carentes de empatía.
Si en la privacidad de su casa, a algunos les preguntaran cuánto bien les hizo una mano de plátanos, probablemente dirían que mucho.
El sector educacional es uno de los más golpeados con la inflación galopante que existe en Cuba.
Aunque las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) expresan que el personal docente ha aumentado en 31 638 desde el curso 2018/2019 hasta el 2021/2022, los funcionarios del Ministerio de Educación confirmaron en septiembre de 2023 que existe baja cobertura docente y que en muchos casos hay estudiantes que no reciben clases en casi todo el curso por la falta de maestros en asignaturas específicas.
Un reporte de la televisión reveló que existe en la isla un déficit de 17 278 profesores en el Mined y de ellos 3 200 en la secundaria básica (88.9% de completamiento docente).
Los maestros dejan las aulas, ya sea por la emigración al extranjero o hacia sectores mejor remunerados como el privado.
El bajo salario es el principal motivo, pero también influye el aumento de la carga docente, la falta de recursos para impartir las clases, las dificultades para transportarse.
También es usual que, para aumentar sus ingresos económicos y ante la demanda por la baja cobertura docente, los jubilados del sec