Ni las trampas rompepatas ni las escasas cercas existentes han sido capaces de detener lo que algunos pobladores de la zona comienzan a llamar «el desastre».
Las plantaciones cañeras pertenecientes al central Enrique Varona, paralizado desde hace tres zafras por diversas razones –incluido el rendimiento agrícola, de apenas 32 toneladas por hectárea– hoy se muestran heridas por el ganado suelto.
Bastaron tres días de un recorrido «para verlo mejor». Las áreas cañeras y ganaderas del norte de Chambas semejan el potrero de Don Pío, donde las reses entran con piernas livianas, engullen caña de azúcar y regresan a los potreros, sin que alguien se interponga en su andar.
«Ahora es el ganado blanco. A partir de este mes comienzan a salir los búfalos y es cuando se formará la de San Quintín, no porque se fajen, sino porque el daño se incrementará», me aclaran.
¿TIERRAS DEL OESTE?
San Joaquín, La 25, Palo Seco, El Amoníaco, Puente Roto, Arabal, Anguillero, Palma, Monte Cacarrata, Crucero La Viuda, El Mangal, recuerdan aquellos pueblos que retrataban las películas del oeste: una calle o camino principal polvoriento, caballos amarrados a un poste, «arañas» (vehículos ligeros tirados por un caballo) que van y vienen cargadas, casi siempre de caña con su cogollo. Se observan hombres al estilo cowboy, con miradas huidizas, más si quien va en sentido contrario da la impresión de ser forastero.
A finales de mayo de 2014, hace casi una década, nuestro diario llamaba la atención sobre el asunto: El ganado ¿también muele caña? fue el título de aquel reportaje que retrató la realidad en una amplia franja destinada a la producción cañera, en el municipio avileño de Chambas.
Jorge Luis Ortega, entonces administrador de la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) Comunidad Las Palmas, aseveraba que «con el apetito que tienen esos animales sueltos, se comerán hasta las torres del central».
La afirmación pudiera parecer exagerada, pero si no se han comido las torres del ingenio es por el orgullo que queda en los azucareros de no dejarse arrebatar uno de los símbolos de la industria, todavía enhiesta en el municipio. Sin embargo, hoy la UBPC de marras no existe. Hubo que desintegrarla, y una de las razones, comentan allá, fue el daño animal, el desmoche de l