El consumo de un petróleo cubano con alto contenido en azufre obliga a reducir los ciclos de mantenimiento de las termoeléctricas para enfrentar el deterioro de calderas y otras piezas.
Foto: Archivo IPS-Cuba
Una serie de tropiezos en el sistema de generación de electricidad se ha extendido durante los últimos meses de 2021 en Cuba, por roturas imprevistas y atrasos en mantenimientos programados en viejas termoeléctricas. La consiguiente inestabilidad en la distribución de electricidad ha provocado la reaparición de los molestos apagones.
Entre las causas de la acumulación de averías, el ministro de Energía y Minas, Liván Arronte Cruz, expuso a mediados de septiembre, en un extenso programa televisivo el desgaste tecnológico de la mayoría de los 20 bloques instalados en las ocho centrales termoeléctricas con que cuenta el país.
“La vida útil de una termoeléctrica está entre 30 y 35 años”, dijo el ministro. En nuestro caso, explicó, excepto un bloque completamente nuevo en el Mariel y los dos bloques de Felton (provincia de Holguín), que llevan 25 y 21 años sincronizados, los demás tienen más de 30 años de explotación y siete de ellos acumulan más de 40 años operando.
El desgaste del equipamiento se ha acentuado por el empleo de un petróleo crudo nacional con alto contenido de azufre.
Al comenzar esta semana se mantenían fuera de servicio por averías cuatro de las 20 unidades instaladas en las termoeléctricas del país.
Según la información que la Unión Eléctrica ofrece diariamente, el lunes 4 se encontraban detenidas la vieja y pequeña central termoeléctrica Otto Parellada -Tallapiedra, en La Habana, con 49 años en funcionamiento-, una unidad en la central Máximo Gómez, de Mariel, cercana a la capital, otra en la Antonio Maceo (Renté), de Santiago de Cuba, y una en la Carlos Manuel de Céspedes, en Cienfuegos.
En ese parte, la Unión Eléctrica pronosticó para el horario pico (al anochecer) disponibilidad de 2 675 megaWatts y una demanda máxima de 2 680 MW, por lo que previó un déficit de 5 MW y afectaciones en el servicio eléctrico ese día.
A juzgar por estos reportes, el Sistema Electroenergético Nacional todavía no ha recuperado una reserva de disponibilidad que Arronte Cruz consideró que debía “ser igual o mayor que 500 MW para poder suplir cualquier contingencia imprevista o por necesidades de mantenimiento a unidades generadoras de gran potencia”.
La situación se hizo particularmente tirante en semanas y meses previos al actual, cuando dejaron de generar electricidad de manera inesperada unidades de mucho mayor potencia en las centrales termoeléctricas Antonio Guiteras, de Matanzas, en Santa Cruz del Norte, Mayabeque, próxima a La Habana, y en Felton, Holguín.
Las termoeléctricas, eje de los conflictos más recientes, cargan con el 40,6 por ciento de la capacidad de generación en Cuba. El sistema electroenergético se completa con motores a fuel oil (el 21,7 por ciento) y a diesel (21,9 por ciento). Se le suma la generación con el gas que acompaña al petróleo extraído en Cuba (8 por ciento), con fuentes renovables (5 por ciento) y en unidades instaladas en patanas flotantes en el puerto de Mariel (3 por ciento).
La extracción del petróleo creció considerablemente en los años 90, para oportuno alivio de la generación eléctrica en un momento en que Cuba perdió totalmente el suministro soviético.
Pero el crudo cubano posee un contenido de azufre estimado entre 7 y 8 por ciento y un “3 por ciento ya se considera un porcentaje altamente sulfuroso, con tratamientos especiales que requieren de aditivos y una preparación inicial”, informó el director de generación térmica de la Unión Eléctrica, Edier Guzmán.
Como consecuencia, se han acortado los ciclos de mantenimiento de las termoeléctricas, con paradas más frecuentes, por la agresividad del ácido sulfúrico y la alta corrosión en el interior de las calderas, explicó. Los mantenimientos capitales son necesarios con mayor frecuencia y suelen tener una duración mayor a la prevista.
Las demoras en las reparaciones de unos bloques han provocado la dilación del inicio del mantenimiento capital en otros, en una suerte de efecto dominó con acumulación de averías y reducción de la capacidad de generación. De los 20 bloques del país, 16 están fuera de su ciclo de mantenimiento capital, informó Guzmán en el programa televisivo Mesa Redonda dedicado a este conflicto.
“Podemos decir que la baja disponibilidad de generación está relacionada fundamentalmente con el mantenimiento que no ha podido ejecutarse a las centrales termoeléctricas”, afirmó.
Los funcionarios también achacan demoras en los mantenimientos al bloqueo económico de Estados Unidos, debido a trabas para importar piezas de alta complejidad y elevado peso. En el caso de un cilindro de 60 toneladas para la turbina del bloque 6 de la termoeléctrica del Mariel, la compañía que había asumido inicialmente su traslado se retiró por presiones atribuidas al título III de la Ley Helms-Burton. Esto causó seis meses de retraso para buscar otra compañía, dijo Guzmán.
En las dos últimas semanas la disponibilidad de electricidad ha arrastrado un déficit menor que en la primera mitad de septiembre y que en meses antes. Pero el deterioro acumulado en las termoeléctricas se une a los altos costos del combustible importado -alrededor de 2.000 millones de dólares por año- para mantener la generación de electricidad bajo presión, en un momento en que la industria del turismo y los demás servicios privados y estatales calientan motores para la apertura gradual de fronteras a partir del 15 de noviembre. (2021)
