Entre febrero y julio de 1907, durante la segunda intervención de Estados Unidos en Cuba, los tabaqueros de La Habana, secundados por los de Matanzas y Las Villas, protagonizaron la primera huelga victoriosa del proletariado cubano: la Huelga de la Moneda. El reclamo que hacían era recibir sus jornales, con las mismas tarifas existentes, en la moneda más fuerte que circulaba en el país: el dólar estadounidense, en lugar de pesos españoles, o luises franceses; lo cual aumentaría automáticamente sus salarios en un diez por ciento.
La resistencia de los patronos del trust tabacalero norteamericano/inglés, e industriales cubanos y españoles independientes, no logró contener la decisión de los huelguistas, que fueron apoyados solidariamente por otras organizaciones obreras de la Isla y por los tabaqueros cubanos de Cayo Hueso, Tampa y Nueva York. Hasta una firma comercial habanera les adelantó víveres que pagarían después de obtenido el triunfo. Los cinematógrafos, por su parte, ofrecieron funciones recaudatorias a favor del movimiento.
So pretexto de que la huelga ocurría ordenadamente, el gobernador Charles Magoon —interesado en promover el uso de la moneda yanqui en Cuba—, se negó a usar el aparato represivo del Estado para terminarla, o a presionar desde el gobierno a los trabajadores. Con ello terminó toda resistencia patronal y los obreros pudieron celebrar su victoria por todo lo alto. Inspirados en los tabaqueros, los obreros de la construcción, ferrocarrileros y otros sectores, repitieron el procedimiento y lograron similares conquistas.
La creación del peso cubano por el economista espirituano Leopoldo Cancio Luna, y su circulación como moneda nacional desde abril de 1915, dotó a Cuba durante ocho décadas de una moneda fuerte, con valor similar al USD, que resistió todas las crisis hasta que la debacle del Período Especial la depreciara tanto que llegó a cotizarse a 160 x 1 USD.
Tras la autorización que permitió el regreso del USD al mercado cubano (1993) —sustituido en el 2004 por su avatar criollo: el CUC— la ciudadanía tuvo la necesidad/posibilidad de cambiar, a través de las Casas de Cambio (CADECAS), sus depreciados pesos por la divisa dominante y acceder con ella a mercados más nutridos que los de moneda nacional (MN).
En diciembre de 2020, con el inicio de la Tarea Ordenamiento se esperaba que el peso cubano retornara a su puesto; no obstante, apenas cinco meses después, observamos con angustia que se depaupera a marchas forzadas. Si bien en julio del pasado año fuera anunciada una amplia estrategia económica, lo único de ella que se aplicó de manera relampagueante en el segundo semestre fue la conversión de tiendas en CUC a MLC. En aquel contexto escribí:
Su carácter transitorio ya ni se menciona, por el contrario, se enfatiza en su exitoso rol como aspiradora de remesas por la vía de un mercado cautivo. Lo que más me importuna de esta salida mercantilista son tres cuestiones: fundamentación soberbia y obsoleta, extensión indiscriminada y negación del lugar que corresponde al uso del peso cubano como derecho ciudadano.
Al constatar la espiral inflacionaria en que ha caído nuestra añorada MN, dadas la contracción de su mercado y el apetito desbocado de los demandantes por USD, hallo que fui muy comedido en mi valoración de entonces.
Ante el cierre del mercado formal para cambiar pesos por divisas, ya el USD es pagado por la izquierda a 60 pesos y subiendo. Poseerlo es un imperativo para acudir a las tumultuosas e imprescindibles colas en las tiendas que expenden, tarjetas MLC mediante, bienes de primera necesidad, muchos de producción nacional.
Aunque decir que están mejor abastecidas es válido únicamente en el sentido de que los mercados en MN permanecen casi vacíos, esta forma de comercialización en una moneda extranjera ha hecho trizas el objetivo declarado de la Tarea Ordenamiento de que el salario vuelva a convertirse en el estímulo principal para el trabajo. Como afirmara en el referido artículo:
El derecho de los trabajadores a recibir por su trabajo una moneda con capacidad ilimitada para cubrir sus deudas en el territorio nacional es un derecho humano fundamental, pilar de la libre contratación en todo el mundo. Las estrategias económicas que se adopten han de reconocer y respetar ese derecho, de una vez y por todas. Nunca habrá un solo camino ante un escenario confuso, siempre habrá otras decisiones mejores que adoptar y soluciones que buscar.
Enrumbar hasta límites peligrosos por un camino que retoma la primacía del mercado en la divisa foránea, podrá estimular, de no revertirse, la ocurrencia de estallidos sociales ante la caída incesante del poder adquisitivo del salario. La creciente cadena de comercios mayoristas y servicios productivos en MLC para el sector no estatal, solo contribuye a incrementar a su vez la oferta de productos y servicios en esa moneda en el mercado minorista, tanto formal como informal.
La vida nos ha enseñado que la apuesta por medidas drásticas anti-económicas, como el fomento de inoperantes latifundios socialistas, mantenimiento del acopio estatizado, desmantelamiento de la agroindustria azucarera, demora en crear las mpymes e insistencia en dolarizar el mercado interno; no han traído consigo resultados positivos ni siquiera en mejores momentos.
Félix Varela alertaba que el verdadero error no está en cometer errores, sino en insistir en ellos. La irreflexiva política económica actual está creando las condiciones para una nueva huelga de la moneda 2.0. Esta ya no sería porque nos paguen en USD, sino para abandonar definitivamente la dolarización plástica exclusiva de unos pocos.
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