Cuba hizo la apuesta arriesgada de tener su propia vacuna, y la valiente decisión está mostrando su acierto. No pocos se cuestionaron sanamente el camino emprendido. ¿Por qué no compramos las vacunas chinas, rusas o de otro país?, se preguntaban algunos cubanos. Otros se lamentaban de que el país no hubiera entrado en el mecanismo COVAX de distribución de vacunas para las naciones de ingresos medios y bajos. ¿Cuáles fueron las razones?