Mi abuelo, mientras tomaba el café de la mañana en su casita de campo, siempre me repetía una frase del Apóstol. La tierra es la gran madre de la fortuna, labrarla es ir directamente a ella. Yo, con solo 6 años no entendía que me quería decir, hasta que descubrí que esa tierra era la novia de aquel guajiro de San Luís en Pinar del Río, y que hacerla producir era de la dicha de mi viejo, quien hacía del surco una fiesta de anécdotas y cuentos de los más longevos habitantes de aquella zona. Es por eso que hoy rindo homenaje a todos los campesinos de Cuba, esos que hacen soñar el cultivo con cada caricia de sus manos.
La capacitación, ruta común de las entidades del comercio en Cuba
Para lograr que el Ministerio del Comercio Interior (Mincin) cumpla a cabalidad y con eficiencia sus funciones, esta semana se realizó en La Habana un