Yunior García Aguilera, fundador del grupo opositor Archipiélago y principal promotor de una marcha para el 15 de noviembre ilegalizada por el régimen comunista, confirmó que fue suya la decisión de salir de la isla hacia España.
“No soy una máquina, lo siento, soy una persona”, dijo García en una directa por YouTube con el cineasta Ian Padrón, tras arribar a Madrid este 17 de noviembre con su esposa Dayana Prieto.
El activista añadió: “no digo que no haya cometido errores, o que no haya decisiones apresuradas y desesperadas, pero bueno… lo siento, fueron las decisiones que tuve que tomar en un momento de mi vida donde estaba sintiendo cosas que no había sentido antes”.
“La decisión de salir del país fue solamente mía”, aclaró, y no la conversó con miembros de Archipiélago. Fue tomada el 14 de noviembre, cuando alrededor de su vivienda en la barriada de La Coronela (La Habana), se desplegó un fuerte operativo policial y se le organizó un “acto de repudio”.
“Desde que amanecimos –nos despertamos como a las 5 am– vimos, sufrimos y experimentamos todo lo que sucedió desde esa hora hasta la madrugada… quizás no estaba preparado para eso, no por mí (…), en este caso estaba mi familia presente, era mi casa, estaba Dayana y mi suegra, (…) no solo es tu dignidad, tu firmeza, es tu sentido de la responsabilidad”, lamentó en la directa.
Ese día, según palabras de Yunior García, se “quebró”. Añadió que “todas las horas sin dormir, todo el acoso, toda la falta de comunicación, las amenazas… obviamente van haciendo mella, y por muy fuerte que uno pueda parecer, tienes momentos muy duros.
“Cuando uno experimenta cosas tan fuertes, que crees que en serio en cualquier momento pueden caerle a pedradas a tu casa o arrastrarte a ti y tu familia escaleras abajo (…) cuando experimentas cosas que solo puedo comparar con el fascismo, empieza a nacer dentro de ti una rabia que es difícil de controlar, porque es humana”.
Continuó explicándose: “los últimos días han sido más difíciles de lo que podía prever, y obviamente cuando se está en una situación de tanta tensión, durante tanto tiempo, sin comunicación, sin poder saber qué está pasando con los demás, sin poder moverte entras en un estado en el que empiezas a preocuparte (…) no por tu vida, sino por cómo enfrentar esa vida con la misma dignidad, con la misma lucidez, y es una batalla perenne por no perder la lucidez”.
El opositor aseguró que su exilio no significa “que vaya a renunciar a mis ideas, mis principios, mis objetivos”.