LA HABANA, Cuba.- Desde Entronque de Herradura, municipio Consolación del Sur, en la occidental provincia de Pinar del Río, denuncia el opositor pacífico Eduardo Díaz Fleitas que el 17 de agosto el médico Mario Luis Borges Santos fue convocado a presentarse con urgencia en el policlínico de ese poblado para hacer guardias. Este centro de salud es el único policlínico en la localidad y presta servicio a más de 12 000 habitantes.
El activista y ex prisionero político del grupo de los 75 agrega que el doctor Borges Santos trabaja en el consultorio 68 del km 4 de la carretera de San Andrés. Al momento de ser citado se encontraba en cuarentena, pues 9 días antes su hijo menor Cristian Borges Valido, de 15 años, resultó positivo al SARS-CoV-2.
El sistema de salud castrista, típicamente ineficiente y en condiciones deplorables, colapsó definitivamente tras la llegada a la isla del SARS-CoV-2. Desde que comenzó la pandemia la casi totalidad de los centros de salud de todo el país (policlínicos, hospitales, consultas especializadas, laboratorios, clínicas estomatológicas, etcétera) cesaron sus funciones habituales para dedicarse a la COVID-19.
Apenas quedó funcionando una precaria atención de urgencia. Lo mismo ocurrió con los profesionales de la salud: mientras los médicos de la brigada Henry Reeve eran enviados a “colaborar” a otros países del hemisferio y el mundo, al interior del país los especialistas de casi todas las disciplinas fueron reubicados en funciones relativas a la pandemia. Esto se tradujo, en primer lugar, en una masiva desatención del resto de los enfermos, amén de sobrecarga y agotamiento del personal sanitario y la consiguiente disminución en la cantidad y calidad de consultas y diagnósticos.
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