LA HABANA, Cuba. – Alrededor de una docena de costosas pantallas gigantes adornaron el salón de reuniones del último Consejo de Ministros. Todas encendidas, todas replicando de modo redundante las imágenes de ellos mismos quizás tomadas por cámaras, igualmente caras, diseminadas por un salón donde la treintena de jefazos bien podía verse y escucharse sin necesidad de tal derroche de tecnología y, por supuesto, de electricidad.
Si no fuera porque así lo vimos en su propio Noticiero, el mismo donde se nos dijo hace unos días que el Gobierno puso a sus “cuadros” a firmar compromisos de “austeridad” —como “votos de pobreza”, a pesar de barrigas voluminosas y caras rosadas—, cualquiera diría que de verdad se toman en serio lo de la sobriedad y la mesura, incluso lo del ahorro de energía eléctrica, más cuando nos hacen creer que el único bombillito encendido en nuestros hogares es innecesario y, por tanto, responsable de los apagones.
No obstante, ellos necesitan tal exceso de pantallas y cámaras tal vez para decir la letanía “continuista” que repiten sin tener que mirarse directamente a los rostros, porque entonces morirían de la risa, y los momentos no están como para descubrirse tan cínicos frente a nosotros. Apenas el poquito que esos y esas que se “erizan” siempre están dispuestos a “perdonarles”, así como les perdonan, por ejemplo, que la Torre K permanezca encendida toda la noche —jugando a hacer letricas y numeritos en su fachada— mientras se apaga por decreto tres cuartas partes del alumbrado público de la Isla, incluida la calle 23.
Si a fin de cuentas, tan solo en estos días, han llegado a perdonarles que celebren festivales culinarios mientras solicitan ayuda al Programa Mundial de Alimentos o que hagan una marcha por Palestina cuando jamás hicieron algo parecido por los médicos secuestrados en África.
Una docena de inmensos televisores cuya “utilidad” está a tono con lo inútil de una reunión donde otr