Sí, Putin está alardeando, pero La Habana necesita un salvavidas económico que Moscú puede proporcionar y que EE. UU no ha sabido ofrecer
La noticia de que cuatro buques de guerra rusos se encuentran en La Habana para realizar ejercicios navales trae a la memoria el viejo aforismo marinero: «Cualquier puerto en una tormenta».
Cuba necesita desesperadamente ayuda económica, y Rusia se la ha estado proporcionando. El resultado es una asociación cada vez más profunda que tiene ecos geopolíticos de la Guerra Fría, aunque ahora los cubanos se sienten atraídos por Moscú menos por afinidad ideológica que por necesidad económica.
Desde la pandemia del COVID-19, la economía cubana se ha visto sacudida por los vendavales de una tormenta perfecta: una confluencia de sanciones estadounidenses intensificadas impuestas por el presidente Trump, una pandemia que cerró la industria del turismo y políticas gubernamentales mal concebidas que han empeorado las cosas en lugar de mejorarlas.
Desesperadamente corto de divisas, el gobierno cubano no puede importar suficientes productos de primera necesidad como alimentos, combustible y medicamentos, por no hablar de los insumos necesarios para la producción nacional, que se ha desplomado. La reducción de la producción implica la disminución de los ingresos en divisas procedentes de las exportaciones y una necesidad aún mayor de importaciones, un círculo vicioso que no tiene fácil salida.
Algunas de las reformas económicas que ha emprendido el gobierno pueden ayudar a relanzar la economía a medio y largo plazo, pero a corto plazo, la única esperanza de Cuba para aliviar la crisis inmediata, poner comida en la mesa de la gente y, literalmente, mantener las luces encendidas, es la ayuda exterior. Ahí es donde entra Rusia.
La única esperanza de Cuba para aliviar la crisis inmediata, poner comida en la mesa de la gente y, literalmente, mantener las luces encendidas, es la ayuda exterior.
A principios de la década de 1960, la ayuda de la Unión Soviética salvó a la economía cubana de los estragos del embargo estadounidense, frustrando los planes de los sucesivos presidentes de Estados Unidos de someter al gobierno rev