Cerca de 260 cubanos se encuentran varados en Haití en medio de la espiral de violencia desatada por pandillas armadas en la capital, Puerto Príncipe, y en otras zonas del país.
El 3 de marzo de 2024, el Gobierno haitiano decretó el estado de emergencia. La compañía Sunrise Airways, única que ofrece vuelos directos desde tres ciudades cubanas hacia Haití, suspendió los viajes tras el cierre del aeropuerto Toussaint Louverture.
En un video publicado en redes sociales el 4 de abril, un grupo de cubanos que permanecen en Puerto Príncipe pidieron auxilio al Gobierno cubano y a la comunidad internacional. Además, afirmaron: «los franceses, alemanes y de otras partes del mundo fueron evacuados por sus embajadas. Nosotros somos los únicos que quedamos aquí».
Noticias de la repatriación de extranjeros han sido cubiertas por varios medios de comunicación. El 29 de marzo, más de 230 estadounidenses fueron evacuados vía aérea por el Gobierno de su país. Francia hizo lo mismo con 170 de sus nacionales, que fueron sacados en un barco que los llevó hacia isla Martinica. Los franceses, además, colaboraron en la salida de otros 70 europeos. Reportes de Perú, Canadá, China y República Dominicana dan cuenta de la gestión de esas naciones para rescatar a sus ciudadanos.
Una actualización de finales de marzo aseguraba que la capital haitiana estaba casi por completo bajo el control de los pandilleros.
Por el momento, la opción más factible para los cubanos parece ser el aeródromo de Cabo Haitiano, que está en funcionamiento. El problema es que para llegar hasta el lugar deben hacer un viaje por carretera que autoridades internacionales desaconsejan «fuertemente». Las bandas controlan los caminos, así que la travesía no sería segura.
elTOQUE se puso en contacto con varios cubanos atrapados en Haití. Expresaron temor por «el peligro que corren sus vidas». Según describen, entre ellos se encuentran embarazadas, al menos una menor de edad y algunos que «fueron atacados y perdieron todas sus pertenencias».
¿Atrapados sin salida?
Grisell Barroso Baranis, una cubana de 50 años, residente en Haití, ha vivido momentos muy tensos durante las semanas de escalada violenta. En declaraciones a elTOQUE contó que el 2 de abril, alrededor de las seis de la tarde, llamó a su puerta un vecino haitiano con una herida de arma de fuego.
«Llegó baleado para que lo ayudáramos. Soy profesional del sector de la Salud, pero laboratorista, no doctora. Dije que era necesario llevarlo a un hospital. Tenía una herida en la barriga, cerca de las costillas», declaró.
Las personas que llevaron a la víctima hacia la puerta se dieron cuenta en ese momento de que varios «bandidos» intentaban, cerca de la esquina de la casa, cerrar las calles.
«No le dimos tanta importancia porque otras veces ellos hacen eso, pero no ingresan a las viviendas», agregó la cubana. Minutos más tarde sintió un tiroteo al lado de su casa y vio que comenzó un incendio.
«Apagué las luces. Cerré puertas y ventanas y me reuní con otras personas que viven en la casa, que es grande, de dos niveles. Nunca olvidaré cuando uno de ellos dijo: “ya están aquí”. Una familia de haitianos que huía nos ayudó a salir hacia otra calle. Otras personas se quedaron en la casa porque estaban escondidos en sus cuartos».
Para saber cómo estaban sus vecinos, después de huir, Grisell llamó por teléfono a la vivienda.
«Respondió un bandido. Dijo que tenía secuestrados a quienes se habían quedado, un señor mayor (cubano) con su hija de 1 año, otra niña de 10 años, la madre de las menores y otro cubano». Afortunadamente, y a pesar de las amenazas, fueron liberados. Cuando Grisell regresó a lo que había sido su hogar lo encontró destruido. Los vecinos le contaron que la mayoría de los asaltantes eran niños y que esos niños disparaban al techo y apuntaban a la cabeza.
Según el testimonio de Grisell, a ella y al resto de los ocupantes de la casa les robaron lo que tenían: «Perdí lo que ahorré poquito a poquito. Estamos en cero nuevamente y con un trauma que nunca voy a olvidar. Salí de Cuba para mejorar y me han pasado estas cosas…».
Otra cubana de 45 años, que pidió proteger su identidad, fue golpeada en el rostro cuando salió un momento a la calle. «En ese barrio nos conocen, nunca nos habían atacado. Ahora, prácticamente hay ataques contra el que se cruce en el camino de los agresores, para intimidar. Es muy peligroso responder porque nos dan un tiro encantados de la vida», dijo.
Una joven varada en Puerto Príncipe declaró, bajo anonimato, que la Embajada de Cuba en Haití «se desentendió» de su situación. «Yo estoy bien, pero muy preocupada. Mi mamá es diabética. No tenemos los medicamentos necesarios para tratar su enfermedad ni tampoco comida, agua o dinero», expresó.
La cubana señaló que un funcionar