La finca de Rosalía Abreu, en el Cerro, sigue siendo para muchos “la finca de los monos”. Su nombre en verdad es Las Delicias. Foto: Dinella García/ Archivo.
Sufragó la construcción y el equipamiento de la escuela técnico industrial para mujeres, en Boyeros, que todavía lleva su nombre, y dispuso que su residencia de París —la llamada Casa Cuba— sirviera de albergue a estudiantes cubanos matriculados en la Universidad de La Sorbona. Apoyó numerosas causas sociales y sostuvo escuelas, hospitales y asilos para pobres, e hizo numerosas contribuciones a la causa de la independencia, como cuando, a raíz de la caída en combate del mayor general Antonio Maceo, ella y su hermana Marta remitieron 100 000 pesos a la Delegación del Partido Revolucionario Cubano, en Nueva York, para inflamar los ánimos libertarios.
Sin embargo, todo el quehacer filantrópico y la devoción patriótica de Rosalía Paula Caridad de la Luz González Abreu —Rosalía Abreu—, hermosa, culta, inteligente, una de las figuras más controvertidas de la burguesía cubana, pasan a segundo plano en el imaginario popular cuando se les compara con su amor por los animales, en especial por los monos. Su finca de Santa Catalina y Palatino, en el Cerro, sigue siendo para muchos “la finca de los monos”. Su nombre en verdad es Las Delicias.
Chimpancé en cautiverio
Allí se realizaron importantes estudios de una fauna en cautiverio.
Se llegó a reunir una asombrosa colección de animales, no solo monos —orangutanes, chimpancés—, sino loros, papagayos, pavos reales, un oso pardo, un elefante, un tigre…
Era un zoológico, el primero del que se tiene noticias en Cuba, en una época, las tres décadas iniciales del siglo XX, en que albergó la reserva de monos más grande del mundo: más de 200 primates de 40 especies, que dieron pie al estudio antropológico más importante realizado hasta entonces, afirmó, en 1924, el norteamericano Robert Yerkes, profesor de la Universidad de Yale.
Yerkes fue pionero en el estudio del comportamiento social de los primates, y en 1925 daría a conocer su libro Almost Human, que dedicó a la Abreu. Creó en Yale el laboratorio de Biología de Primates y del Centro de Cría y Experimentación de Antropoides, de Florida.
La bailarina norteamericana Isadora Duncan, en sus memorias, dedica un capítulo a Las Delicias.
A los monos que mostraban signos de inteligencia,