Sin secarse el sudor de la Liga Élite, ganada por el equipo Matanzas, los jugadores más destacados en ella compiten –del 28 de enero al 2 de febrero– en la Serie de las Estrellas, un torneo relámpago anunciado repentinamente en el que participan, además, conjuntos de México y de Venezuela.
Lo mejor de la Liga Élite lo vimos en los juegos finales. De allí, nos quedamos con lo más atractivo: los estadios llenos en Matanzas y en Artemisa y la cerrada porfía en varios desafíos de las semifinales y la final; pero ni siquiera en esas instancias, que se suponen de mayor calidad, dejamos de apreciar errores –demasiados– a la defensa, lanzadores descontrolados, mala calidad en los terrenos –incluyendo la iluminación– y erradas decisiones arbitrales no corregidas cuando fueron protestadas y se acudió a la tecnología, que se mostró insuficiente.
El combinado matancero, favorito desde la arrancada del campeonato, con una nómina de jugadores de varios provincias y reforzado en los play off por dos exgrandes ligas, si bien exhibió superioridad en la ofensiva y mejor oficio a la defensa, no enseñó solidez en el pitcheo ni tampoco su dirección parece haber dejado atrás algunas prácticas obsoletas, como el toque de bola innecesario; un cuerpo de relevistas en el que no se confía; la insistencia en el mismo pitcher para resolver los apuros; o un cerrador que lanza más de un inning.
Entre las notas positivas de la liga Élite debe agregarse la fuerza de voluntad, el empuje, la entrega, de varios veteranos ilustres que adicionaron récords a su larga carrera en el béisbol: Frederich Cepeda, Danel Castro, Yordanis Samón, Ariel Sánchez.
El campeón de la liga Élite no tendrá el incentivo de asistir (como sucedió el año anterior) a la Serie del Caribe. La lamentable actuación de Agricultores en la pasada edición parece haber sido el motivo por el que