No parecen suficientes las justificaciones para que desde 2008 desapareciera la principal atracción beisbolera en los términos municipales cubanos: el torneo de los Clubes Campeones, evento surgido en 1992 y que por fortuna reaparecerá a partir de este fin de semana, según las fechas anunciadas por las autoridades de las bolas y los strikes en Cuba.
El certamen fue suspendido por la falta de interés, aunque no queda claro de quién o quiénes. El hecho de que en la zona occidental no hubiera suficiente afluencia de público no era razón para darle el tiro de gracia a un torneo que, más al oriente, era casi un épico recuerdo de la pelota azucarera en los años 40 y 50.
Se alegó falta de recursos, pero en realidad era el campeonato con menor necesidad de presupuesto. Muchas novenas se trasladaban a los playoff en camiones u ómnibus Girón, con alimentación a veces autofinanciada o de comedor obrero y bajo cualquier circunstancia adversa, clima o calidad de la bola, los peloteros hacían lo imposible por efectuar los partidos. Además, el fanatismo pueblerino acompañaba en caravanas a sus equipos, expresión de la fuerza identitaria que logra el deporte al representar a un término municipal.
Debieron pasar más de quince años para que la Comisión Nacional comprendiera la necesidad de rescatar el proyecto, pues la práctica masiva parece apenas una consigna institucional distorsionada ante los procesos de captación hacia las escuelas deportivas, el éxodo de jugadores y el estado depauperado de los estadios en pequeñas localidades.
Cada día hay menos juegos. A pesar de la condición de deporte nacional, cuesta demasiado realizar los campeonatos provinciales y los eventos por categorías. De varios miles de equipos, en decenas de circuitos amateurs y semi profesionales paralelos a la extinta liga profesional en la primera mitad de siglo XX, hoy se cuentan con los dedos los eventos competitivos y ni la Serie Nacional ni el experimento de la Liga Élite cuentan con la calidad ideal.