Carlos Manuel Pruneda no pasó inadvertido por la escena musical cubana de finales de los 90 e inicios de los 2000. Junto a su “Clan”, la agrupación que fundó en 1997, se ganó el afecto de un fandom integrado lo mismo por niños y adolescentes que por adultos y ancianos. Los éxitos “Malo cantidad”, “La manzana en la cabeza”, “Matilda” y “Enamorao” se reproducían en bucle durante cualquier celebración familiar, actividad escolar o fiesta en Cuba.
No solo la musicalidad peculiar del Clan lo hizo colarse entre los favoritos de los cubanos; su estética (vestuarios, peinados), sus coreografías pegadizas y el frenético ”tembleque” lo consagraron como fenómeno musical dentro de la comunidad timbera de la isla.
Antes de fundar la popular banda Carlos Manuel y su Clan, Pruneda había formado parte de agrupaciones como Mayohuacán e Irakere, con las que recorrió los más diversos escenarios internacionales.
Nacido en La Habana en 1973, en sus inicios se nutrió de los conocimientos y la experiencia de artistas de la talla de Rosita Fornés y Chucho Valdés para crear, tiempo después, su propio proyecto.
Desde 2003 reside en Miami. Allí continúa defendiendo la salsa, fusionada con las sonoridades que han distinguido por décadas la identidad musical del artista.
¿Qué recorrido debe seguir un artista para tener una carrera de éxito como la tuya?
No creo que haya un manual o pasos a seguir; cada quien construye su carrera dependiendo de su capacidad y del tiempo en que la desarrolle. En mi caso, te podría decir que me he dedicado a esta profesión con la misma pasión del primer día. Como en el resto de las profesiones, en el arte hay que ser constante y entregarse para obtener resultados.
¿Cómo fue la transición de estar frente al escenario a verse sobre él cantando con grupos como Mayohuacán o Irakere?
Fue un proceso muy difícil. Tuve que estudiar y prepararme para enfrentar esa responsabilidad y pasar a un nivel superior como profesional; tengamos en cuenta que estas agrupaciones son un referente para cualquier artista.
Fue una escuela estar al lado de estos grandes maestros con los que conviví y debo reconocer la confianza que depositaron en mí. Fue un privilegio formar parte de estas agrupaciones.
¿Por qué decides emprender la aventura de crear tu propio “clan”?
Los artistas siempre tenemos aspiraciones. Sentí que era el momento indicado para intentar escribir mi propia historia.
Decidí crear mi agrupación porque quería incursionar en nuevos géneros, sonoridades y hacer mi propia música. Los retos no me asustan, nunca me quedo estático; por miedo al fracaso, menos.
¿Qué extrañas y qué aprendizajes extrajiste de la primera etapa de Carlos Manuel y su Clan?
Guardo recuerdos del público que conectó con nuestra propuesta musical y del que recibimos diversas muestras de cariño, tanto de los cubanos de la isla como de los que residían en otras regiones del mundo.
Extraño mi tierra, mi familia, mis amigos, los músicos con los que trabajé durante un buen tiempo. Aprendí que todos los sueños y metas, con esfuerzo y dedicación, se pueden cumplir.
¿El éxito de tu grupo fue mal recibido por quienes lideraban el movimiento de la timba entonces?
No creo que haya sido mal recibido, al menos nunca me enteré de que así fuera. Desde que se fundó la orquesta nos propusimos hacer un buen trabajo, conectar con la gente y ganarnos un lugar dentro del panorama musical cubano.
¿Cómo fue vivir en el epicentro