HAVANA WEATHER

Fidel hace 65 años: “Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado” (+ Fotos y Audio)

fidel-hace-65-anos:-“duro-y-largo-ha-sido-el-camino,-pero-hemos-llegado”-(+-fotos-y-audio)

Fidel Castro junto a su hermano Raúl en el balcón del Ayuntamiento en Santiago de Cuba, primero de enero de 1959. Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Fidel Castro en el balcón del Ayuntamiento en Santiago de Cuba, primero de enero de 1959. Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

En la noche del primero de enero de 1959 ante la multitud reunida en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, Fidel Castro se dirigió a miles de personas en un emotivo discurso en el que afirma: “Tengo la satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles inculcado esa fe a mis compañeros. Esa fe, que más que una fe es una seguridad completa en todos nuestros hombres. Y esa misma fe que nosotros tenemos en ustedes es la fe que nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre”.

Al cumplirse 65 años, Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten aquel emotivo discurso:

Santiagueros, compatriotas de toda Cuba:

Al fin hemos llegado a Santiago (Aplausos). Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado (Aplausos).

Se decía que hoy a las 2:00 de la tarde se nos esperaba en la capital de la República, el primer extrañado fui yo (Aplausos), porque yo fui uno de los primeros sorprendidos con ese golpe traidor y amañado de esta mañana en la capital de la República (Aplausos).

Además, yo iba a estar en la capital de la República, o sea, en la nueva capital de la República (Aplausos), porque Santiago de Cuba será, de acuerdo con el deseo del presidente provisional, de acuerdo con el deseo del Ejército Rebelde y de acuerdo con el deseo del pueblo de Santiago de Cuba, que bien se lo merece, la capital (Aplausos). ¡Santiago de Cuba será la capital provisional de la República! (Aplausos).

Tal vez la medida sorprenda a algunos, es una medida nueva, pero por eso ha de caracterizarse, precisamente, la Revolución, por hacer cosas que no se han hecho nunca (Aplausos). Cuando hacemos a Santiago de Cuba capital provisional de la República sabemos por qué lo hacemos. No se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución (Aplausos).

Esta vez sí que es la Revolución

La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la Revolución (Gritos y aplausos); para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la Sierra Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra (Gritos y aplausos). En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas (Aplausos).

Pero hay, además, otras razones: el movimiento militar revolucionario, el verdadero movimiento militar revolucionario, no se hizo en Columbia. En Columbia prepararon un “golpecito” de espaldas al pueblo, de espaldas a la Revolución y, sobre todo, de acuerdo con Batista (Aplausos).

Puesto que la verdad hay que decirla y puesto que venimos aquí a orientar al pueblo, les digo y les aseguro que el golpe de Columbia fue un intento de escamotearle al pueblo el poder y escamotearle el triunfo a la Revolución. Y, además, para dejar escapar a Batista, para dejar escapar a los Tabernillas, para dejar escapar a los Pilar García y a los Chavianos, para dejar escapar a los Salas Cañizares y a los Ventura (Aplausos).

El golpe de Columbia fue un golpe ambicioso y traidor que no merece otro calificativo, y nosotros sabemos llamar las cosas por su nombre y atenernos, además, a la responsabilidad (Aplausos).

No voy a andar con paños calientes para decirles que el general Cantillo nos traicionó y no es que lo voy a decir, sino que lo voy a probar. Pero, desde luego, lo habíamos dicho siempre: no vayan a tratar a última hora a venir a resolver esto con un “golpecito militar”, porque si hay golpe militar de espaldas al pueblo, la Revolución seguirá adelante, que esta vez no se frustrará la Revolución.

Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder. No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto (Aplausos). Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba (Aplausos). No será como en el 33 que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura por once años. No será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones. Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas. Esta vez sí que es la Revolución.

Pero, no querían que fuese así. En los instantes mismos en que la dictadura se desplomaba como consecuencia de las victorias militares de la Revolución, cuando ya no podían resistir ni siquiera 15 días más, viene el señor Cantillo y se convierte en paladín de la libertad. Naturalmente, que nosotros nunca hemos estado en una actitud de rechazar cualquier colaboración que implicase un ahorro de sangre, siempre que los fines de la Revolución no se pusiesen en peligro. Naturalmente, que nosotros siempre hemos estado llamando a los militares para buscar la paz, pero la paz con libertad y la paz con el triunfo de la Revolución, era la única manera de obtener la paz.

Por eso, cuando el 24 de diciembre se nos comunicó el deseo del general Cantillo de tener una entrevista con nosotros, aceptamos la entrevista. Yo les confieso a ustedes que, dado el curso de los acontecimientos, la marcha formidable de nuestras operaciones militares, yo tenía muy pocos deseos de ponerme a hablar de movimientos militares; pero yo entendí que era un deber, que nosotros los hombres que tenemos una responsabilidad no nos podemos dejar llevar por las pasiones. Y pensé que si el triunfo se podía lograr con el menor derramamiento de sangre posible, mi deber era atender las proposiciones que me hiciesen los militares (Aplausos).

Fui a ver al señor Cantillo que vino a hablarme en nombre del Ejército. Se reunió conmigo el día 28 en el central Oriente, adonde llegó en un helicóptero, a las 8:00 de la mañana. Allí conversó con nosotros durante cuatro horas, y yo sí que no voy a hacer una historia inventada ni cosa que se parezca, porque tengo testigos excepcionales de la entrevista. Allí estaba el Dr. Raúl Chibás, allí estaba un sacerdote católico, allí estaban varios militares cuyos testimonios no pueden ser puestos en duda por ningún concepto.

Allí, después de analizar todos los problemas de Cuba, después de puntualizar todos los detalles, acordó, el general Cantillo, realizar de acuerdo con nosotros un movimiento militar revolucionario. Lo primero que le dije fue esto, después de analizar bien la situación: la situación del Ejército, la situación a que lo había llevado la dictadura; después de aclararle que a él no le tenía que importar Batista ni los Tabernillas ni toda aquella gente, no le tenía que importar nada, porque aquella gente había sido muy desconsiderada con los militares cubanos; que aquella gente había llevado a los militares a una guerra contra el pueblo, que es una guerra que se pierde siempre, porque contra el pueblo no se puede ganar una guerra (Aplausos).

Después de decirle que los militares eran víctimas de las inmoralidades del régimen, que los presupuestos para comprar armamentos se los robaban, que a los soldados los engañaban constantemente, que aquella gente no merecía la menor consideración de los militares honorables, que el Ejército no tenía por qué cargar con la culpa de los crímenes que cometía la pandilla de los esbirros de confianza de Batista; le advertí, le advertí bien claramente, que yo no autorizaría jamás, por mi parte, ningún tipo de movimiento que permitiese la fuga de Batista. Le advertí que si Batista quería fugarse, que se fugara enseguida y con él Tabernilla y todos los demás, pero que mientras que nosotros pudiéramos evitarlo, teníamos que impedir la fuga de Batista (Aplausos).

Todo el mundo sabe que nuestro primer planteamiento en caso de un golpe militar para llegar a un acuerdo con nosotros era la entrega de los criminales de guerra, y esa era una condición esencial.

Y se podía haber capturado a Batista y a todos sus cómplices. Y yo se lo dije bien claro que no estaba de acuerdo con que Batista se fuera. Le expliqué bien qué tipo de movimiento había que hacer; que yo no respaldaría, ni el Movimiento 26 de Julio ni el pueblo, respaldarían un golpe de Estado, porque la cuestión es que el pueblo es el que ha conquistado su libertad y nadie más que el pueblo (Aplausos).

La libertad nos la quitaron mediante un golpe de Estado, pero para que se acabaran de una vez y para siempre los golpes de Estado, había que conquistar la libertad a fuerza de sacrificio de pueblo, porque no hacíamos nada con que dieran un golpe mañana y otro pasado y otro dentro de dos años y otro dentro de tres años; porque aquí quien tiene que decidir, definitivamente, quién debe gobernar es el pueblo y nadie más que el pueblo (Aplausos).

Y los militares deben estar incondicionalmente a las órdenes del pueblo y a la disposición del pueblo y a la disposición de la Constitución, y de la ley de la República.

La función del militar no es elegir gobernantes, sino garantizar la ley, garantizar los derechos del ciudadano (Aplausos). Por eso le advertí que golpe de Estado ¡no!, movimiento militar revolucionario, ¡sí!, y no en Columbia sino en Santiago de Cuba (Aplausos).

Le dije bien claro, que la única forma de lograr la vincu­­lación y la confraternización del pueblo y de los militares y de los revolucionarios, no era dando un “madrugonazo” en Columbia, a las dos o las tres de la mañana, sin que nadie se enterara como acostumbran a hacer estos señores, sino sublevando la guarnición de Santiago de Cuba, que era lo suficientemente fuerte y estaba lo suficientemente bien armada para iniciar el movimiento militar y sumar al pueblo, y sumar a los revolucionarios a ese movimiento; que en las circunstancias en que estaba la dictadura era irresistible, porque de seguro que se sumarían de inmediato todas las guarniciones del país, y eso fue lo que se acordó.

Y no solo se acordó eso, sino que yo le hice prometer, porque él pensaba ir a La Habana al día siguiente, y nosotros no estábamos de acuerdo, porque yo le decía: “Es un riesgo que usted vaya a La Habana”. Él decía: “No, no es ningún riesgo”. “Usted corre mucho peligro de que lo detengan porque esa conspiración… aquí todo se sabe”. “No, yo estoy seguro que no me detienen”. Y claro, cómo lo iban a detener si era un golpe de Batista y de Tabernilla. Yo dije, bueno, o este hombre lo tiene todo resuelto allí, lo controla todo, o este golpe es un poco sospechoso. Y entonces le dije: “Usted me promete que usted no se va a dejar persuadir en La Habana por una serie de intereses que están detrás de usted, para dar un golpe en la capital. Usted me promete que no”. Y me dice: “Le prometo que no”. “Usted me jura que no”. Y me dijo: “Le juro que no”.

Yo considero que lo primero que debe tener un militar es honor, que lo primero que debe tener un militar es palabra; y este señor ha demostrado no solo falta de honor y falta de palabra, sino falta, además, de cerebro. Porque un movimiento que pudo haberse hecho desde el primer momento con todo el respaldo del pueblo y con el triunfo asegurado de antemano, lo que hizo fue dar un salto mortal en el vacío. Creyó que iba a ser demasiado fácil engañar al pueblo y engañar a la Revolución.

Sabía algunas cosas, sabía que en cuanto dijeran que Batista había agarrado el avión, el pueblo se iba a tirar a la calle loco de contento. Y pensaron que el pueblo no estaba lo suficientemente maduro para distinguir entre la fuga de Batista y la Revolución. Porque si Batista se va y se apoderan allá de los mandos los amigos de Cantillo, muy bien pudiera ser que el doctor Urrutia tuviera que irse dentro de tres meses también; porque, lo mismo que nos traicionaban ahora, nos traicionaban luego. Y la gran verdad es que el señor Cantillo nos traicionó a nosotros antes de dar el golpe. Dije que lo demostraba, y lo voy a demostrar.

Se acordó con el general Cantillo que el levantamiento se produciría el día 31 a las 3:00 de la tarde. Se aclaró que el apoyo de las fuerzas armadas al movimiento revolucionario sería incondicional, el presidente que designasen los dirigentes revolucionarios y los cargos que a los militares les asignasen los dirigentes revolucionarios. Era un apoyo incondicional el ofrecido.

Se acordó el plan en todos sus detalles: el día 31, a las 3:00 de la tarde, se sublevaría la guarnición de Santiago de Cuba. Inmediatamente varias columnas rebeldes penetrarían en la ciudad, y el pueblo, con los militares y con los rebeldes, confraternizaría inmediatamente, lanzándose al país una proclama revolucionaria e invitando a todos los militares honorables a unirse al movimiento.

Se acordó que los tanques que hay en la ciudad serían puestos a disposición de nosotros, y yo me ofrecí, personalmente, para avanzar hacia la capital con una columna blindada, precedida por los tanques. Los tanques me serían entregados a las 3:00 de la tarde, no porque se pensase que había que combatir, sino para prever en caso de que en La Habana el movimiento fracasase y hubiese necesidad de situar nuestra vanguardia lo más cerca posible de la capital. Y, además, para prever que no se fueran a realizar excesos en la ciudad de La Habana.

Era lógico que con el odio despertado allí contra la fuerza pública por los inenarrables horrores de Ventura y de Pilar García, la caída de Batista iba a producir una desorbitación en la ciudadanía. Y que, además, aquellos policías se iban a sentir sin fuerza moral para contener al pueblo, como efectivamente ocurrió.

Una serie de excesos han tenido lugar en la capital: saqueos, tiroteos, incendios. Toda la responsabilidad cae sobre el general Cantillo por haber traicionado la palabra empeñada y por no haber realizado el plan que se acordó. Creyó que nombrando capitanes y comandantes de la policía —muchos de los cuales cuando los habían nombrado ya se habían ido, prueba de que no tenían la conciencia muy tranquila— iba a resolver la cuestión.

Qué distinto, sin embargo, fue en Santiago de Cuba. ¡Qué orden y qué civismo! ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo! Ni un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre arrastrado por las calles, ni un incendio. Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas: a pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada (Aplausos); y a pesar, además, de nuestras declaraciones de esta mañana diciendo que no estábamos de acuerdo con el golpe.

Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de Santiago de Cuba (Aplausos).

Ya no podrán decir que la Revolución es la anarquía y el desorden. Ocurrió en La Habana por una traición, pero no ocurrió así en Santiago de Cuba, que podemos poner como modelo cuantas veces se trate de acusar a la Revolución de anárquica y desorganizada (Aplausos).

Es conveniente que el pueblo conozca las comunicaciones que intercambiamos el general Cantillo y yo. Si el pueblo no está cansado (Gritos y exclamaciones de: “¡No!”) le puedo leer las mismas.

Después de los acuerdos tomados, cuando nosotros ya habíamos suspendido las operaciones sobre Santiago de Cuba, porque el día 28 ya nuestras tropas estaban muy próximas a la ciudad, y se habían realizado todos los preparativos para el ataque a la Plaza, de acuerdo con la entrevista sostenida, hubimos de realizar una serie de cambios, abandonar las operaciones sobre Santiago de Cuba y encaminar nuestras tropas hacia otros sitios, donde se suponía que el movimiento no estaba asegurado desde el primer instante. Cuando todos nuestros movimientos estaban hechos, la columna preparada para marchar sobre la capital, recibo, unas pocas horas antes, esta nota del general Cantillo que dice textualmente:

“Han variado mucho las circunstancias en sentido favorable a una solución nacional” —en el sentido que él quiere para Cuba. Era extraño, porque después de analizar los factores que se contaban, no podía ser más favorable la circunstancia. Estaba asegurado el triunfo, y esto era una cosa extraña que viniera a decir: “Han variado muy favorablemente las circunstancias”. Las circunstancias de que Batista y Tabernilla estaban de acuerdo, asegurado el golpe. “[…] Que recomiendo no hacer nada en estos momentos y esperar los acontecimientos en las próximas semanas, antes del día 6”.

Desde luego, la tregua prolongada indefinidamente, mientras ellos hacían todos los amarres en La Habana.

Mi respuesta inmediata fue esta:

El contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados, es ambiguo e incomprensible. Y me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los acuerdos. Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3:00 p.m., que fue la fecha y hora acordadas para el movimiento.

(Aplausos)

Ocurrió entonces una cosa muy curiosa. Además de la nota, que era muy breve, yo le mando a decir al jefe de la Plaza de Santiago de Cuba con el portador de la misma, que si las hostilidades se rompían porque los acuerdos no se cumplían y nos veíamos obligados a atacar la Plaza de Santiago de Cuba, entonces no habría otra solución que la rendición de la Plaza; que exigiríamos la rendición de la Plaza si las hostilidades se rompían y el ataque se iniciaba por nuestra parte. Pero ocurrió que el portador de la nota no interpreta correctamente mis palabras y le dice al coronel Rego Rubido que yo decía que exigía la rendición de la Plaza como condición para cualquier acuerdo. Él no dijo lo que yo le había afirmado: “Que si se iniciaba el ataque”, pero no que yo le había puesto al general Cantillo como condición que se rindiera la Plaza.

En consecuencia del mensaje, el coronel jefe de la Plaza de Santiago de Cuba me envía una carta muy conceptuosa y muy pundonorosa que voy a leer también. Naturalmente que se sentía ofendido con aquel plan­teamiento que le habían hecho erróneamente, y dice:

La solución encontrada no es golpe de Estado ni Junta Militar, y, sin embargo, creemos que es la que mejor conviene al doctor Fidel Castro, de acuerdo con sus ideas, y pondría en 48 horas el destino del país en sus manos. No es solución local, sino nacional; y cualquier indiscreción adelantada podría comprometerla o destruirla creando el caos. Queremos que se tenga confianza en nuestra gestión y se tendrá la solución antes del día 6.

En cuanto a Santiago, debido a la nota y a las palabras del mensajero, hay que cambiar el plan y no entrar. Dichas palabras han causado malestar entre el personal “llave” y nunca se entregarían las armas sin pelear. Las armas no se rinden a un aliado y no se entregan sin honor.

Frase muy hermosa del jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.

Si no se tiene confianza en nosotros o si se ataca Santiago, se considerarán rotos los acuerdos y se paralizarán las gestiones para la solución ofrecida, desligándonos formalmente de todo compromiso. Esperamos, debido al tiempo necesario para actuar en una u otra forma, que la respuesta llegue a tiempo para ser enviada a La Habana en el viscount de la tarde.

Mi respuesta a esta nota del coronel José Rego Rubido fue la siguiente:

Territorio Libre de Cuba, diciembre 31 de 1958.

Señor coronel.

Un lamentable error se ha producido en la trasmisión a usted de mis palabras. Tal vez se debió a la premura con que respondí a su nota y a lo apurado de la conversación que sostuve con el portador. Yo no le dije que la condición planteada por nosotros en los acuerdos que se tomaron era la rendición de la Plaza de Santiago de Cuba a nuestras fuerzas. Hubiese sido una descortesía con nuestro visitante, y una proposición indigna y ofensiva para los militares que tan fraternalmente se han acercado a nosotros.

La cuestión es otra: se había llegado a un acuerdo y se adoptó un plan entre el líder del movimiento militar y nosotros. Debía comenzar a realizarse el día 31 a las 3:00 p.m. Hasta los detalles se acordaron después de analizar cuidadosamente los problemas que debían afrontarse. Se iniciaría con el levantamiento de la guarnición de Santiago de Cuba, persuadí al general C. [Cantillo] de las ventajas de comenzar por Oriente y no en Columbia, por recelar el pueblo grandemente de cualquier golpe en los cuarteles de la capital de la República, y lo difícil que iba a ser, en ese caso, vincular la ciudadanía al movimiento. Él coincidía plenamente con mis puntos de vista; se preocupaba solo por el orden en la capital y acordamos medidas para conjurar el peligro.

La medida era, precisamente, el avance de la columna nuestra sobre Santiago de Cuba.

Se trataba de una acción unida de los militares, el pueblo y nosotros; un tipo de movimiento revolucionario que desde el primer instante contaría con la confianza de la nación entera. De inmediato, y de acuerdo con lo que se convino, suspendimos las operaciones que se estaban llevando a cabo, y nos dimos a la tarea de realizar nuevos movimientos de fuerzas hacia otros puntos como Holguín, donde la presencia de conocidos esbirros hacía casi segura la resistencia al movimiento militar revolucionario.

Cuando ya todos los preparativos estaban listos por nuestra parte, recibo la nota de ayer, donde se me daba a entender que no se llevaría [a cabo] la acción acordada. Al parecer había otros planes, pero no se me informaba cuáles ni por qué. De hecho ya no era cosa nuestra la cuestión. Teníamos simplemente que esperar. Unilateralmente se cambiaba todo. Se ponía en riesgo a las fuerzas nuestras que, de acuerdo con lo que se contaba, habían sido enviadas a operaciones difíciles; quedábamos sujetos, además, a todos los imponderables. Cualquier riesgo del general C., en sus frecuentes viajes a La Habana, se convertiría militarmente para nosotros en un desastre. Reconozca usted que todo está muy confuso en este instante, y que Batista es un individuo hábil y taimado, que sabe maniobrar. ¿Cómo puede pedírsenos que renunciemos a todas las ventajas obtenidas en las operaciones de las últimas semanas, para ponernos a esperar pacientemente a que los hechos se produzcan?

Bien aclaré que no podía ser una acción de los militares solos; para eso, realmente, no había que esperar los horrores de dos años de guerra. Cruzarnos de brazos en los momentos decisivos es lo único que no se nos puede pedir a los hombres que no hemos descansado en la lucha contra la opresión desde hace siete años.

Aunque ustedes tengan la intención de entregar el poder a los revolucionarios, no es el poder en sí lo que a nosotros nos interesa, sino que la Revolución cumpla su destino. Me preocupa, incluso, que los militares, por un exceso injustificado de escrúpulos, faciliten la fuga de los grandes culpables, que marcharán al extranjero con sus grandes fortunas, para hacer desde allí todo el daño posible a nuestra patria.

Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo. Velaré solo porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior. Espero que estas honradas razones, que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo, las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente […].

Párenme los tanques allí, hagan el favor (Gritos y aplausos).

Cuando terminemos nuestras declaraciones y la proclamación del presidente provisional, los tanques le harán honor al poder civil de la República, pasando enfrente de nuestros balcones (Aplausos).

Continúo leyendo la carta del día 31 al señor coronel jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.

Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pie

Leer más >>

Comparte:
Publicaciones

Artículos Relacionados

 

Contáctenos

 

Si desea contactar NoticiasCubanas.com, el portal de todas

las noticias cubanas, por favor contáctanos.

¡Estaremos felices de escucharlo!

 

Con gusto le informáremos acerca de nuestra oferta de publicidad

o algún otro requerimiento.

 

contacto@noticiascubanas.com

 

 

Términos de uso

NoticiasCubanas.com es gratis para todas las personas, nosotros no cobramos ningún cargo por el uso del sitio de ninguna manera. Leer los artículos es completamente gratis, no existe ningún costo oculto en nuestro sitio.


Proveemos una colección de noticias cubanas, noticias internacionales sobre Cuba para cualquier persona interesada. Nuestros usuarios utilizan NoticiasCubanas.com bajo el acto de libre elección y bajo su propia Responsabilidad.

Nosotros no recolectamos ningún tipo de información de nuestros usuarios, no solicitamos ninguna dirección electrónica, número telefónico, o ningún otro tipo de dato personal.

 

Medimos el monto de tráfico que noticiasCubanas.com recibe, pero no esperamos compartir esta información con alguien, excepto nuestros socios de publicidad. Nos regimos bajo las normas Cubanas en cada cuestión legal, cualquier aspecto no clarificado aquí debe ser considerado sujeto bajo el sistema Legal de Cuba.

 


Oferta


Si deseas saber como tu sitio de noticias puede formar parte de nuestro sitio NoticiasCubanas.com, o si deseas publicidad con nosotros.

 

Por favor, póngase en contacto para mas detalles.

Estaremos felices de responder a todas tus dudas y preguntas sobre NoticiasCubanas.com. ¡La casa de todas las noticias cubanas!

contacto@noticiascubanas.com


Sobre nosotros

NoticiasCubanas.com es la casa de todas las noticias cubanas, somos un sitio conglomerado de noticias en Cuba. Nuestro objetivo es darle importantes, interesante, actuales noticias sobre Cuba, organizadas en categorías.

Nosotros no escribimos noticias, solo recolectamos noticias de varios sitios cubanos. Nosotros no somos parte, solo proveemos noticias de todas las fuentes de Cuba, y de otras partes del mundo.

Nosotros tenemos un objetivo simple, deseamos brindarle al usuario el mayor monto de noticias con calidad sobre Cuba, y la visión que tiene el mundo sobre Cuba. Nosotros no evaluamos las noticias que aparecen en nuestro sitio, tampoco no es nuestra tarea juzgar las noticias, o los sitios de las noticias.

Deseamos servir a los usuarios de internet en Cuba con un servicio de calidad. Este servicio es gratuito para todos los cubanos y todos aquellos que estén interesados en las noticias cubanas y noticias internacionales sobre Cuba.