Mantener la ilusión y la magia en Cuba cada vez es más difícil. Sin embargo, y a pesar de las dificultades, muchas madres y padres se suman a las celebraciones de Navidad e intentan llenar los hogares de felicidad para sus hijos.
Recuerdo la Navidad de 2020, en plena pandemia, ordenamiento. El Travieso estaba a punto de cumplir su primer añito. Era casi imposible conseguir algún juguete para poner debajo del árbol. Teníamos que comprarlo en el mercado negro de la Güinera. Los juguetes eran muy rústicos, aunque por suerte los niños disfrutan incluso de lo más simple. De allí fue su primer trencito plástico, hecho probablemente de alguno de esos latones de basura que las fábricas clandestinas convertían en pozuelos, cubos y también juguetes.
En ese momento me dediqué a crearle distintos escenarios con toallas, telas, juguetes con cajas de cartón y rollos vacíos de papel sanitario. Esa era mi manera de aferrarme a la magia y que él disfrutara de su infancia a plenitud.
Con Emma todo fue diferente. Su primera Navidad, en 2022, fue en Estados Unidos, aunque ella era todavía muy pequeña. Para Daniel sí fue un cambio. Su carita se llenó de asombro al ver los grandes árboles, las luces y todos esos regalos en nombre de Papá Noel que dejaron amigos y familia. Era como un sueño.
De todos modos, yo he intentado conservar también las tradiciones de hacer juguetes con rollos de papel sanitario, los buzones de cartas para el Polo Norte con cajas y un reno de cartón con un trineo improvisado que ha sido el entretenimiento por estos días en casa.
Es cuestión de equilibrio mantener esa magia y enfocarla no solo en juguetes y regalos, sino en todo lo que podemos aprender de esta época. Aunque claro, siempre es lindo poder comprar regalos a nuestros hijos y que ellos vivan con ilusión una etapa tan mágica.
Hace poco leí, en una publicación del grupo Madres Cubanas por un Mundo Mejor, las palabras de una madre desesperada intentando buscar algún juguete para sus hijos. Los precios son cada vez más altos, en contraste con los sueños de los niños que no entienden de crisis y ordenamiento. Y volví a pensar en los tiempos tan difíciles que vivimos en Cuba y en ese trencito plástico y la pequeña guitarra rústica de madera que aquella vez dejaron los Reyes Magos en el arbolito durante la primera Navidad del Travieso.
Frente a la escasez de juguetes, la creatividad se convierte en la mejor aliada, transformando materiales simples en tesoros para los niños. Más que objetos, son creaciones que representan esfuerzo y dedicación, regalos que transmiten mensajes de cariño y sacrificio.
La Navidad, más allá de los regalos materiales, es un momento especial para los niños. Es la oportunidad para fomentar la imaginación, la esperanza y los lazos familiares. Aunque los recursos sean limitados, los padres se convierten en artífices de sueños, que transmiten valores como la gratitud, la solidaridad y el amor.
La Navidad y Papá Noel: ¿ilusión o engaño?
He visto un debate bastante intenso en las redes acerca de si es saludable para los niños hablarles de la figura de Papá Noel, la visi