Más allá de las modas y cultivado en toda Hispanoamérica, el bolero, género musical nacido en Cuba y enraizado profundamente en México ha sido declarado recientemente como Patrimonio inmaterial cultural de la Humanidad por la UNESCO, a solicitud de aztecas y cubanos.
Nacido a finales del siglo XIX en Santiago de Cuba donde José Pepe Sánchez compuso el primero (Tristezas) puede decirse que su repercusión abarcó toda Hispanoamérica ya hacia mediados del siglo XX.
Derivado de la fusión de ritmos hispanos y afrocubanos tiene sus antecedentes en la habanera y el bolero español pero sus características musicales contuvieron, desde el principio, células rítmicas y melodías diferentes llevadas al compás del cuatro por cuatro.
Para cubanos y mexicanos constituye la canción por excelencia y diversos compositores de ambos países han contribuido a su amplísimo repertorio y su ductilidad que lo hace emparentarse desde la trova a diferentes subgéneros como el filin que aportó armonías de influencia francesa y norteamericana.
Empezó con la guitarra y la percusión y después se asoció con el piano y con sextetos, septetos y conjuntos que ampliaron su diapasón hasta entregarnos piezas que ya son clásicos tanto del