Introducción a la seductora conversión de un cuento en filme
En 1990 se publicó, por Ediciones Luminaria de Sancti Spíritus, El lobo, el bosque y el hombre nuevo, cuento de Senel Paz ganador del Premio Internacional “Juan Rulfo”, otorgado por Radio Francia Internacional y otros prestigiosos organismos internacionales.
Tres años después esa narración literaria se convirtió en la película Fresa y chocolate. Su guion lo escribió también Senel Paz.
En una entrevista recopilada en el libro Alea, una retrospectiva crítica, Tomás Gutiérrez Alea, director de la película junto a Juan Carlos Tabío, contaría de cómo se produjo ese encuentro entre literatura y cine:
“Cuando Senel me entregó el manuscrito de su cuento para ver qué me parecía, ya venía con la secreta intención de seducirme, de atraparme y obligarme a decirle, como le dije: aquí hay una película y me encantaría hacerla; te propongo que empecemos enseguida a trabajar en el guión… Era inevitable, pues desde la primera lectura se revelaba como algo que queríamos escuchar o decir”.
El relato de marras proponía el encuentro casual y posterior amistad entre un joven militante comunista, David, y un homosexual ilustrado, Diego, en una Cuba sin fecha precisada. El conflicto refiere las contradicciones entre las ideas políticas de una juventud revolucionaria y su posición frente a los seres humanos con diferente preferencia sexual, desde 1959 hasta la contemporaneidad del texto.
Resultado: Una loa a la aceptación y la posible comunión de formas diferentes de pensar y comportarse.
Sin embargo, la forma de narrar las venturas y desventuras de esa amistad, de la aceptación final, de la transformación en los personajes protagónicos, no es idéntica en ambos argumentos
Primera seducción: Un cuento exitoso, pero…
El lobo, el bosque y el hombre nuevo entró con el pie derecho en la literatura cubana. Era una obra de madurez de su autor, quien había obtenido ya el Premio David de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1979, por el cuaderno El niño aquel, entre otros reconocimientos.
La novedad de la historia y el premio internacional obtenido, le granjeó no solo una repercusión inmediata en el mundo, sino que, en los inicios de los noventa, sus copias, mecanografiadas, pasaron de mano a mano entre los lectores cubanos, quienes lo consumían con la misma premura y avidez que los best sellers.
No obstante, su estructura narrativa no era propicia a un guion cinematográfico, pues el relato transcurre en primera persona, desde la perspectiva de David, con constantes introspecciones sobre su carácter, sus actuaciones, y con un tono evocativo sobre las peculiaridades de Diego.
Sin d