El 19 de noviembre de 2023 culminó en La Habana la IV Conferencia La Nación y la Emigración. El evento fue otra oportunidad perdida para el Gobierno cubano de lograr una real reconciliación y acercamiento con la mayoría de la comunidad cubana en el exterior.
Desde 1994, cuando se celebró la primera de estas «cumbres», el Gobierno cubano se ha planteado como uno de sus objetivos dividir a la comunidad cubana que en su inmensa mayoría ha estado en desacuerdo con las maneras en que la Administración de La Habana ha decidido el destino de la isla. Ha sido un fino ejercicio fallido de «divide y vencerás» aplicado en momentos específicos críticos de la economía cubana: 1994, 1995, 2004 y 2023.
Con ello se ha pretendido que sea esa reducida «comunidad cubana» una voz, una quinta columna, contra el bloqueo a Cuba y a favor de otras políticas afines a sus intereses, pero no a los intereses de casi tres millones de cubanos que viven fuera de la isla. De qué forma se puede interpretar la opinión de 371 participantes como la matriz mayoritaria de millones de personas. Es sencillamente imposible.
Las declaraciones de Ernesto Soberón, director de la Dirección de Atención a Residentes Cubanos en el Exterior (DACRE) del Ministerio de Relaciones Exteriores, y de Miguel Díaz-Canel, cuando dicen que «las relaciones de los cubanos en el extranjero con el Gobierno cubano se encuentran en su mejor momento», no pueden estar más alejadas de la realidad; más cuando millones de cubanos planean dejar su país de origen por el caos social causado por 60 años de fallidas decisiones económicas.
No es como se dice en círculos académicos y oficiales