Desde 2011 la vida de Alexis Díaz de Villegas cambió. Una epidemia convirtió a la población habanera en zombies, y solo los ardides propios de los nacidos en la Isla fueron el arma eficaz para imponerse a la plaga. Juan, un cuarentón sin más aspiraciones que transitar los días, transmutó en el antihéroe del filme que, desde la pantalla grande, catapultó a su protagonista hacia el reconocimiento internacional.
Graduado en 1987 de la Escuela Nacional de Instructores de Arte, el actor, director y profesor desarrolló una vasta carrera no solo en el universo cinematográfico, sino también en el teatro y la televisión, hasta su muerte este viernes, a los 56 años.
Diversas fueron sus incursiones en el séptimo arte. El cuerno de la abundancia, Tres veces dos, Kangamba, Larga distancia, entre otras cintas realizadas fuera del patio, cuentan en su haber como muestra palpable de la capacidad de ese versátil creador, quien supo desenvolverse con maestría en los distintos géneros dramáticos.
No menos reconocida fue su presencia en la televisión nacional, donde se destacan teleplays como El almohadón de plumas, y varios capítulos del serial Tras la huella. Aunque el público cubano lo disfrutaba, especialmente, en comedias o siendo «el malo» de las tramas, Díaz de Villegas no quedó encasillado en esos arquetipos, sino que supo encarnar –con probada técnica– personajes disímiles.
Así lo evidencia su trayectoria sobre las tablas, en las que llevó a cabo la mayor parte de su carrera artística. Se inició en Teatro Obstáculo, bajo la guía de Víctor Varela, transitando luego por algunos de los grupos más representativos de la escena nacional, como Argos Teatro, con Carlos Celdrán, y Teatro El Público, con Carlos Díaz.
Sin dudas, la escena fue su cenit profesional. Con placer se abrían los telones de las salas de teatro a lo largo y ancho del país, para acunar sobre sus tablas a un ser tocado por el talento interpretativo, histriónico, admirable en sus diversos roles, aplaudido siempre, habitado por Juan, Calígula y los tantos hombres que interpretó, profesor querido y respetado en el Instituto Superior de Arte.
Tampoco se puede olvidar –y no lo haremos– su quehacer como director. Discípulo de Vicente Revuelta, anduvo con destreza por el camino de la dirección, como demostró, tras fundar su proyecto Impulso Teatro.
Así como sobrevivió al «ataque zombie» a La Habana, –con la astucia inherente a los cubanos–, el espíritu creador de Alexis Díaz de Villegas no cede ante la muerte, queda entre quienes hacen del arte de la interpretación un camino seguro hacia la sobrevida.