Parecía que el «hada madrina» para la recuperación de la piña en Ciego de Ávila sería aquel primer impulso, hace más de una década, cuando se importaran los primeros hijos naturales (agámicos) de la nueva variedad MD-2, que, a la postre, estimaban los especialistas, revolucionaría ese cultivo en Cuba.
Hubo alegría en los rostros de los trabajadores de la Empresa Agroindustrial Ceballos, quienes se regodeaban y soñaban con aviones cargados de la llamada reina de las frutas, y sacaban sus cuentas: «Tanto por tanto es igual a tanto. Así podremos obtener la divisa que nos traerá el desarrollo».
Y no les faltó razón. Cuando llegó la época de producción, cientos de toneladas de esa variedad fueron comercializadas en Europa.
CONTRAPUNTEO ENTRE LA INVESTIGACIÓN Y EL CAMPO
Las plántulas importadas se mostraron vigorosas, listas para romper con la inercia del subdesarrollo de la piña, cuyas producciones habían tocado fondo en 2007, con apenas 207 toneladas, a causa de la falta de semillas, la inexistencia de financiamiento y la desatención.
Después de que en el año 1991 la provincia logró superar las 30 200 toneladas cosechadas, la producción cayó estrepitosamente. Ciego de Ávila dejó de ser la «tierra de la piña», y hasta se retiró la fruta del logotipo del uniforme del equipo avileño de beisbol.
El enredo en la madeja obligó a acelerar las investigaciones, aunque desde mucho antes, allá por los años 80, un grupo de científicos indagaba sobre la micropropagación acelerada y la inmersión temporal.
Si algo hubo en común entre aquellos primeros investigadores, hasta los últimos involucrados en el actual proyecto, es que siempre estuvieron convencidos de que las vitroplantas se impondrían en el escenario productivo, porque con la micropropagación se logran semillas de excelente calidad y plantas con mejores caracteres agronómicos.
También tenían la certeza de que, a la larga, se necesitaría refrescar el material genético para que no bajara el potencial productivo.
Ante esa realidad, el sueño del rescate de la reina hizo que científicos del Centro de Bioplantas, adscripto a la Universidad Máximo Gómez Báez, y directivos y trabajadores de la unidad empresarial de base (ueb) Producción de Piña, de la Empresa Agroindustrial Ceballos, aceleraran las soluciones, estrecharan vínculos y se unieran en la búsqueda de nuevos genotipos más resistentes a las condiciones climáticas, a las afectaciones por plagas y con mejores cualidades para la exportación, a fin de lograr un encadenamiento productivo entre el centro científico, la entidad productora y la industria.
Así, un proyecto con alcance de empresa se convirtió en territorial, con la intervención del Citma en la provincia: Proyecto de vitroplantas para la diversificación de la producción de piña en la Empresa Agroindustrial Ceballos, en las variedades española roja, MD-2 y en otras como la pérola, la cayena lisa, la champaka y la cabezona.
NUEVOS PROYECTOS, ¿LOS MISMOS TROPIEZOS?
Intentos sobraron por introducir las vitroplantas de MD-2 y así evitar la muerte de una de las producciones más emblemáticas de la provincia. Uno de los más serios, en el año 2015, lo encabezó el doctor Romelio Rodríguez Sánchez (hoy director de la ueb Productora de Piña), el cual pretendió que la chispa prendiera en pequeñas áreas pertenecientes a tres campesinos individuales y a una cooperativa de producción agropecuaria y una unidad básica de producción cooperativa. Pero todo se apagó por falta de un programa bien concebido por parte de la Agricultura y de la Empresa Agroindustrial Ceballos que, en aquel momento, hicieron caso omiso a la investigación y priorizaron lo económico, las ganancias por encima de lo científico.
Expertos del Centro de Bioplantas no desmayaron en los intentos de continuar con las investigaciones de la bromeliácea, y en la actualidad trabajan con la pérola, la cabezona y la champaka, además de seguir con la micropropagación de la MD-2 y la española roja. Más de 155 000 plantas están en fase de campo en la actualidad.
Lelurlys Nápoles Borrero, directora de Escalado y Transferencia Tecnológica en el Centro de Bioplantas, afirma que ese es el resultado más halagüeño del proyecto denominado Diversificación de genotipos de piña en la Empresa Agroindustrial Ceballos.
Pocos pensaron que, con el cúmulo de dificultades, el azote de la covid-19, la falta de combustible, entre otros desencuentros, hoy tendríamos esa cifra en el campo. Y para 2024, la fase final del proyecto, habremos aportado 450 000 plántulas, aseguró Nápoles Borrero.
Aclara que, contrario a lo que muchos piensan, las vitroplantas no son para colmar campos, sino para buscar una alternativa para el incremento y la diversificación de las variedades de piña, algo que Romelio Rodríguez Sánchez ve con buenos ojos, pero… ¿y cuando concluya el proyecto en 2025?
Tanto el director de la ueb como el director de Escalado y Transferencia Tecnológica coinciden en que integración es la palabra de orden, y que la van logrando.
No obstante, a Lelurlys Nápoles le preocupa la falta de otros recursos para continuar con los experimentos en bioplantas. «La reserva que tenemos se está agotando, y si no entran, podría peligrar el programa de desarrollo». Y habla de reactivos y alcohol, también de una consola de aire acondicionado…
«El área de bioplantas es pequeña, pues no está concebida para producir, sino para investigar: poner a punto protocolos, plantas de interés económico; el rescate de especies en extinción; hacer mejoramiento genético, análisis moleculares, pero no para poner las plántulas directamente en el campo y que comiencen a dar frutos», explica.
El encargo de producir en masa podría haberlo asumido, desde hace mucho tiempo, la biofábrica, casi en el traspatio del Centro de Bioplantas, pero con mayor capacidad en sus laboratorios y personal calificado. Hoy está paralizada, casi totalmente, por remodelación constructiva.
PONERLE LA CORONA A LA REINA
«Con la piña se trabaja bien, solo hay que respetar los protocolos en cada fase. Entre la biofábrica y nosotros existen excelentes relaciones. La mayoría de quienes allí trabajan fueron alumnos o pasaron por nuestro centro en maestrías, doctorados, pero falta una mejor integración», asegura Mariela Cid Ruiz, jefa del Laboratorio de Escalado y Transferencia Tecnológica en el Centro de Bioplantas.
Para ponerle corona a la reina se necesita de un trabajo mancomunado entre el sector de la Agricultura, que recibirá los beneficios de las vitroplantas de piña, y el de la Educación Superior, al cual pertenece Bioplantas, el centro alrededor del cual giran los buenos resultados investigativos en la actualidad.
Explicó Lelurlys Nápoles Borrero que la tecnología actual del centro en la producción in vitro de la piña es más costosa que la de hace dos años, luego de que introdujera el método de microorganismos eficientes en la fase de aclimatización, que encarece el valor de cada plántula, pero no tanto como para que no pueda ser comercializada.
Ello no constituirá freno para el encadenamiento productivo previsto entre el Centro de Bioplantas y la biofábrica, aseguró a Granma Orlando Pérez Pedreira, delegado de la Agricultura en Ciego de Ávila, quien dijo que en julio próximo quedará materializada la idea: «Si queremos que el programa de desarrollo de la piña avance, no nos queda otra opción que afianzar la relación entre ambos centros científicos. Con ese objetivo sometimos a la biofábrica a un programa de remodelación capital que dará los frutos esperados a partir de julio, con un aumento en los niveles de producción de vitroplantas de piña y de plátano».
Esa es la mejor de las noticias para un centro que ha producido, hasta ahora, menos de la mitad de la capacidad instalada desde su creación. Está llamado a ganar en protagonismo cuando se hable de producción, escalado y multiplicación, para elevar «a millones» el número de vitroplantas de piña.