¿Cómo pensar y hacer Cuba hoy? Las tendencias de pensamiento liberal que son hegemónicas de manera global, tienen un discurso sobre nuestro país que se caracteriza por un aspecto clave: analizan la realidad cubana a través de una retórica plagada de abstracciones, mientras proponen soluciones que mimetizan el modelo de las democracias liberales del llamado «primer mundo».
Los cubanos que más hicieron por conseguir la unidad entre las diferentes fuerzas políticas de la nación, también fueron dos puntales esenciales en la producción de una plataforma de pensamiento auténtica y contrahegemónica, de acuerdo con el momento en que vivieron: José Martí y Fidel Castro.
No forjaron la unidad en el vacío, lo hicieron sin abandonar el desarrollo de un programa político concreto, con un profundo sentido independentista, antimperialista y de justicia social; en el caso de Fidel, un programa también de profundo arraigo marxista.
Ambos líderes revolucionarios le concedieron al plano de las ideas un peso fundamental, y son millones las páginas que legaron a la historia de lo mejor del pensamiento cubano y del mundo. Algo las distingue: una visión de Cuba tomando en cuenta todas las variables de su contexto. Esto quiere decir, ante todo, el análisis de la situación sociopolítica cubana a la altura de la época que les tocó vivir.
A través de sus contradicciones esenciales, sus aristas filosas, sus puntos difíciles. Nunca eludieron abordar los nudos en los que se trababa el curso de la nación en su trayecto hacia la soberanía y la justicia social.
Considerando las determinaciones sociohistóricas que están dadas, también, por las coordenadas geopolíticas de Cuba, a 90 millas de Estados Unidos y en el Sur latinoamericano. Cualquier análisis de nuestra realidad, incluso de sus contradicciones internas, al margen de eso, es un análisis limitado.
Conectándose con la realidad de los pueblos latinoamericanos, esos que están «del Bravo a la Patagonia». «De América soy hijo y a ella me debo», diría Martí. A veces entre cubanos se tiene una visión del capitalismo injustificadamente más cercana a lo que son las socialdemocracias nórdicas, que a lo que ha sido y es el capitalismo en nuestra región. ¿Cuáles son los problemas de nuestros pueblos y cuáles son también sus formas de resistencia y lucha?
El ejercicio del marxismo puede ser un recurso valioso para seguir desarrollando un pensamiento crítico revolucionario, sin el cual resultará difícil poner en perspectiva las problemáticas que vivimos, si deseamos profundizar el socialismo y, por tanto, labrar un horizonte de mayor democracia y equidad.
Hoy, otras exigencias también nos convocan en términos de pensamiento y práctica. Está ahí el llamado de los feminismos populares, anticapitalistas y anticolonialistas, con todo un imaginario y una tradición de lucha desde abajo y a la izquierda, a la cual pudiéramos aportar mucho desde nuestra experiencia y de la cual también pudiéramos aprender. No debiéramos quedarnos al margen de la revolución epistémica que han impulsado los feminismos en su rebeldía contra el capitalismo y el heteropatriarcado.
La propuesta de Cuba en contexto es, entonces, una provocación al diálogo, al pensamiento crítico revolucionario, a la politización y a la colectivización del análisis sobre nuestra realidad.
Es importante que enfoquemos al enemigo y lo denunciemos, pero es también muy necesario trabajar en el fortalecimiento de la cultura socialista, el análisis crítico y el debate político entre nosotros.