Tres puntos verdes señalan en el suelo la posición exacta de la banqueta donde se han sentado más de 900 personas en las últimas semanas. A unos metros de distancia, otras marcas hacen lo mismo con una suerte de pedestal liso que, junto a siete, ocho libros de carátula dura, sirven de trípode a la cámara de Gabriel Guerra Bianchini.
“Estamos fotografiando 1 492 personas en el menor tiempo posible, nos hemos planteado tres meses de trabajo”, dice Bianchini sobre la obra en la que actualmente trabaja, Cryptocuban Social Club. Cada fotografía será un NFT (non fungible token). A finales de 2021 y tras trabajar con un programador, todas serán puestas en venta en OpenSea, una de las principales plataformas digitales para comercializar este tipo de coleccionables. Nueve meses atrás, Bianchini vendió en ese mismo espacio una fotografía en forma de NFT por más de 2 500 dólares, según el cambio vigente en ese entonces entre la criptomoneda ethereum y la moneda estadounidense.
Los NFT son piezas digitales únicas o de número limitado que se compran y venden mediante criptomonedas a través de plataformas dedicadas a ello. Durante el último año, esta forma de comercializar obras de arte se hizo cada vez más común a nivel global. En Cuba, a pesar de que aún resulta complicado adentrarse en el cibermundo por las limitaciones de Internet, estos espacios se están abriendo paso.
Cryptocuban Social Club es, hasta el momento, la mayor producción en serie en NFT de un artista cubano. Supone una evolución del fenómeno que aterrizó en marzo en la isla, cuando artistas visuales y diseñadores comenzaron a aprender sobre ethereum, gas y billeteras electrónicas para sobreponerse a los cierres de galerías y espacios físicos de venta debido a las medidas sanitarias tomadas por las autoridades para frenar el coronavirus.
“Las personas llegan y nosotros escogemos los atributos que llevarán en la fotografía”, explica Bianchini. Para que se repitan lo menos posible, su equipo de trabajo registra los implementos de cada modelo, así como la expresión de su rostro. Algunos de los aditamentos —ropas, sombreros, pelucas, tirantes, aretes— fueron elaborados por emprendimientos cubanos como Clandestina, Tramontana y Katy Ocaña.
La colaboración es, precisamente, una de las causas de la rápida expansión del fenómeno NFT entre artistas cubanos en los últimos meses. Varios grupos de Telegram han servido de punto de encuentro para compartir experiencias, consejos y obras. Asimismo, dentro de la comunidad de criptoarte cubano no ha faltado la solidaridad para costear el asiento de nuevas obras en la blockchain de ethereum.
En abril de 2021, Gianni DʼAllerta, consultor en marketing y temas de tecnología como la blockchain, creó NFTCuba.art, plataforma que busca impulsar el criptoarte cubano. Apenas un mes después, lanzó La Cafetera Challenge, iniciativa que ayuda a los artistas cubanos a comercializar sus obras en espacios bien posicionados como el sitio de ventas Foundation.
“Paolo De hizo la primera cafetera, que se llama “Low octane”. El CEO de Kraken una de las exchanges más importantes en el mundo cripto, fue una de las personas que pujó en esa subasta”, recuerda el fotógrafo. La obra se vendió en 0.23 ethereum, unos 759 dólares en ese entonces. Una parte de lo recaudado se utilizó para poner en venta otras obras. Hasta el momento, al menos siete cafeteras han sido compradas. Dos de ellas están en la colección personal de Gabriel Guerra Bianchini.
La Cafetera Challenge – Illustration Edition is LIVE! We all know that the Cuban NFT community is heading to the Moon!☕ @CubanNerd_ Cafetera Drop is LIVE on @opensea!https://t.co/jsVsKTXZKv#NFTcollector #CubanNFTcommunity #CubanArtist #NFTartist pic.twitter.com/5suwQoILQX
— NFTcuba.ART (@nftcubaart) November 13, 2021
“En este mundo es imprescindible trabajar en comunidad”, opina Binachini, refiriéndose a las diferencias entre las formas más tradicionales de realizar arte y el movimiento de los NFT artísticos. Otra que apunta es la descentralización. “Hay muchos artistas bien posicionados de Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey; donde estén, no tienen que estar en la capital, como antes”, argumenta.
La colaboración también se ha visto a la hora de exponer el cripoarte cubano. Una de las mayores muestras de NFTCuba.art contó con la participación de Fábrica de Arte Cubano (FAC) y otros proyectos. Obras de casi 100 artistas aparecen en una galería en 3D. A la par, la cuenta en Twitter de FAC sirve como plataforma para difundir obras y proyectos de esta vertiente del arte contemporáneo.
Aunque la mayoría del arte en forma de NFT se corresponde al área visual, no se limita a esta. Algunas obras han incorporado música original, como es el caso de Vanguardia, una de las cafeteras vendidas y que es de la autoría del artista visual Yan Leyv y el músico y arreglista Ernesto Cisneros. Aun cuando las plataformas como OpenSea se enfocan más en la visualidad, Cisneros ha puesto en venta en su perfil interpretaciones suyas en forma de tokens no fungibles.
“Hay un campo inmenso para todo tipo de sectores del arte”, considera Bianchini. “Incluso para otros sectores. Creo que en un futuro hasta los trámites legales serán a través de la blockchain”.
TAMBIÉN TE SUGERIMOS: