Ha muerto repentinamente Víctor Manuel Marrero Zaldívar y en Las Tunas se siente una profunda conmoción al perder al que fuera no solo el Historiador de la ciudad por varias décadas, sino también un defensor a ultranza de la historia local y del valor de proteger con honor el patrimonio que nos ha sido legado a través del tiempo.
Miembro de la Uneac y de la Academia de la Historia de Cuba, fue merecedor de importantes reconocimientos como la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Raúl Gómez García y la Réplica del machete de Vicente García, entre otras. Más de 30 títulos llevan su firma, publicados por diversas editoriales, desde Sanlope, Verde Olivo y Ciencias Sociales, hasta otras en España, Estados Unidos y México, lo que solía atribuir desde su carácter humilde a la suerte de que buenos amigos se interesaran por sus textos.
Vicente García: leyenda y realidad fue de uno de sus libros más agradecidos por el pueblo tunero, cuyo protagonista es quien fuera reconocido por la historia como uno de los grandes estrategas militares de nuestras guerras por la independencia. Al legendario general tunero dedicó muchos años de profunda investigación en aras de colocarlo en el lugar que merecía y fue muy significativa su contribución en la identificación de sus restos.
De formación pedagógica, el reconocido intelectual llegó a Las Tunas en los años 70 proveniente de la provincia de Holguín. A rescatar y conservar la historia de esta tierra consagró su vida y su inteligencia, hasta convertirse en una personalidad entrañable para el pueblo tunero que hoy le está rindiendo tributo póstumo en la sede de la Uneac.
Marrero Zaldívar será recordado en estos predios no solo por su amplio currículo y su vasta obra. Su labor para divulgar la historia, particularmente la local, no ha tenido precedentes en el Balcón de Oriente.
A pesar de sus más de siete décadas enriquecía a cuanto proyecto y evento fuera invitado a participar; sostenía encuentros mensuales con los promotores culturales y los preparaba con el único compromiso de que expandieran el conocimiento a las comunidades.
Asimismo, abría las puertas de su casa a todo aquel que necesitara de su experiencia y sabiduría. Las Tunas recordará como merece, a quien fuera durante años el más celoso guardián de su historia, cultura y tradiciones.