Elevar el nivel competitivo del voleibol depende de varios factores, entre ellos, incrementar la masividad, con un mejor trabajo en las áreas, y la creación de algunos equipamientos que pueden hacerse en las provincias y comunidades. También de la captación de talentos, la atención a las Eide, a la Escuela Nacional de este deporte y a sus preselecciones, y de la superación de los entrenadores.
Justo Morales, quien desde 1969 ha dirigido equipos, en Cuba y en el exterior, y funge como instructor de la Federación Internacional para Centroamérica, además de colaborar con la preselección femenina en la Escuela Nacional, dice que está jubilado, pero no retirado. Él compartió con Granma algunos de sus saberes.
–¿En qué radica la falta de actualización de los entrenadores?
–Solamente depende de tener posibilidades de dirigir en competencias, hoy ausentes en Cuba, y de actuar en el extranjero. Todos los nuestros cuentan con 15 años de experiencia o más, algunos fueron jugadores y, como programa de la Federación Cubana, reciben dos actualizaciones mensuales en diversos temas.
–Atletas contratados en Europa aseguran que se entrena menos y se juega más.
–La frecuencia competitiva se incrementó en esas ligas. Se entrena para competir y, cuando compites, a la vez entrenas, como quien prepara su guitarra para el concierto, donde toca y afina. Aquí, los atletas con más base física y técnica tienen mayor duración, luego, con los años, se reajustan por la pérdida física, pero se apoyan en la experiencia. Los cubanos, en su formación individual, van bien preparados, por eso juegan durante años, y lo saben quienes los contratan, aun siendo jóvenes.
–¿Qué no se le puede permitir al atleta?
–Que actúe fuera de los deberes y derechos (de las normas) que se establecen al comienzo de la preparación entre el equipo y la dirección. Tiene que existir respeto y responsabilidad entre todos. Cuando el voleibolista se siente como una estrella y menosprecia al preparador, estamos en presencia de un problema de formación, cuya responsabilidad es del entrenador.
–¿Cuáles atributos no le pueden faltar al director de un equipo?
–En su formación debe tener de un 15 a un 20 % de conocimientos del deporte, de un 20 a un 25 % de habilidades para resolver los problemas, y el resto, del 40 al 50 %, de nivel cultural, lo que le proporcionará la posibilidad de liderazgo. Si no tiene esas características, la responsabilidad es del que lo nombró. Se pueden analizar otros asuntos: frecuencia y nivel de las competencias preparatorias, calidad de los tabloncillos donde entrenan, la existencia de salas auxiliares y la no interferencia en el entorno con los atletas, pero los determinantes son: tener ese bagaje y el deportista.