Guáimaro, 27 sep.- La protagonista de esta breve leyenda abre los ojos del corazón de aquellos que dicen sí al trabajo y no a la ignorancia, al desconocimiento.
¡Deseo enseñar a todos! ¡Me gusta trabajar desde mi puesto laboral en las cosas que puedo hacer hoy y siempre! ¡Quiero compartir sapiencia! Así manifiesta la ex educadora guaimareña Diosaira Herrera Ronquillo, devenida lectora de tabaquería, mujer que sabe cómo transitar con orgullo el camino de la humildad, así lo ratifica al transformar su faena en valiosos conciertos de temas culturales, políticos, económicos y sociales.
Cada día Diosaira llena de novedades el salón donde operarias de diferentes edades reciben con agrado su deseo siempre latente de actualizar y motivar el interés por saber qué acontece en el universo, qué libro leer, qué cuento revisar, qué historia y qué anécdota recordar.
Diosaira Herrera Ronquillo conoce la importancia de su quehacer, a través de él fomenta capacidades y actitudes, fortalece el uso correcto del lenguaje, despierta sensibilidades, humaniza y lo más significativo, demuestra que las cosas pequeñas y cotidianas hacen de la vida la obra más hermosa.
Aunque siente nostalgia por el tiempo dedicado a la educación de chicos y adultos, se declara por siempre pedagoga, sí, porque esta maestra de profesión y alma, educa ahora no precisamente frente a las aulas, lo hace con la mágica manera de leer inspirada en el respeto, en la convocatoria de satisfacer al colectivo y mejorar el ambiente de un centro laboral donde todos se declaran como una gran familia.
La vida va de prisa, como también de prisa va el mundo. Con la misma prontitud, Diosaira Herrera Ronquillo acude al Centro de Beneficio de Tabaco Ernesto Che Guevara, y justo allí pone todo su empeño a un oficio que atesora historia y encantos.