Santiago de Cuba.–«Valiente hasta lo inverosímil, arrebatado, colérico, fiero y testarudo», cachorro llegado, al igual que su hermano Antonio, de «león y de leona». Tal como lo describiera el brigadier José Miró Argenter, podría recordarse al Mayor General José Marcelino Maceo Grajales, al cumplirse hoy 125 años de su muerte.
Del bien llamado León de Oriente, se cuenta que «peleaba diez pasos por delante de la vanguardia». Sus compañeros lo distinguieron por ese carácter y temperamento, y por la firmeza de sus ideas y la intransigencia, pero también por la bondad de su corazón y una profunda sensibilidad por la música.
Con 19 años de edad, partió hacia la manigua, como toda la familia de Mariana y Marcos, para conquistar, por derecho propio, extraordinarios méritos en las tres guerras independentistas.
Resuenan aún sus combates en Rejondón de Báguano, Las Guásimas, El Naranjo, Mojacasabe, Pinar Redondo, Tibisí y, sobre todo, Mangos de Mejía, para salvar la vida de su hermano Antonio, gravemente herido de siete balazos.
Solo de un hombre así podía escucharse decir al Apóstol José Martí: «Amigo, quien ha defendido con valor mi Patria y su libertad de hombre, es como acreedor mío y me parece mi hermano».
Símbolo de las actuales y futuras generaciones, trasciende quien rechazó, al lado de Antonio, la indigna propuesta de paz sin independencia en Mangos de Baraguá; el guerrero que, derribado a balazos en Ti Arriba, dejara de respirar en Loma del Gato, cuyos restos reciben honores hoy y siempre, en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia, de esta ciudad.