El pronunciamiento conjunto de tres centros de la Universidad de Harvard sobre los derechos humanos en Cuba ha generado una nueva tensión para el Gobierno cubano en su relación con intelectuales y organizaciones académicas estadounidenses.
El primero de junio de 2021, el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos (DRCLAS por sus siglas en inglés), el Centro Hutchins de Investigaciones Africanas y Afroamericanas y el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas (ALARI) de la Universidad de Harvard emitieron un documento en el que expresan su «enérgica condena a la reciente represión del [G]obierno cubano contra artistas y activistas que buscan la libertad artística y la libertad de expresión».
»Los activistas, incluidos artistas visitantes de Harvard como Tania Bruguera, están siendo desacreditados en los medios estatales cubanos como “mercenarios” o agentes de [G]obiernos y organizaciones extranjeras hostiles», detallaron las unidades de investigación y docencia de la reconocida universidad norteamericana.
El texto culmina al hacer un «llamado respetuoso a las autoridades cubanas para que cesen esta represión, pongan en libertad de inmediato a los detenidos o encarcelados y atiendan los llamamientos del Movimiento de San Isidro a un diálogo nacional pacífico».
Como respuesta oficial, el diario Granma publicó dos artículos bajo la firma del escritor y ensayista Víctor Fowler, en los que considera a esta declaración «un documento penoso». El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, difundió el primero de los textos en su cuenta de Twitter como réplica a «una de las campañas más mendaces e infames contra Cuba».
Fowler —becario de los tres centros que cuestiona en los textos— asegura que «Si bien la pobreza cubana es innegable, identificarla como detonador de incomodidades sociales (articuladas o no en el espacio público) sin decir una línea sobre la responsabilidad inmediata, directa, que en ello tiene la continuada política de embargo/bloqueo de los Estados Unidos contra la Isla durante 60 años, es una decisión doblemente cuestionable: como modelo académico de análisis de un acontecimiento social y como gesto ético».
Alejandro de la Fuente. Foto: «Afro-Latin American Research Institute».
La declaración de estos centros no es un suceso aislado o singular porque se trate de Cuba, dijo en entrevista para elTOQUE Alejandro de la Fuente, catedrático de Historia y de Estudios Africanos y Afroamericanos de la Universidad de Harvard, director del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la propia universidad y uno de los académicos cubanoamericanos más reconocidos.
Aunque afirmó que esta es la primera ocasión en que se realiza una toma de postura de manera directa y pública sobre el tema de la represión en el archipiélago, De la Fuente explicó que «Cuba no está fuera de las miradas y conversaciones que se suscitan en el mundo académico».
«En el caso nuestro, un dato importante es que, de alguna manera, las autoridades cubanas, en un gesto que a mí me pareció en lo particular improductivo, trajeron la represión a nuestras puertas cuando intentamos hacer un conversatorio con Tania Bruguera y le quitaron los datos móviles justo cuando iba a comenzar la presentación. Había cientos de personas inscritas para ese evento y pudieron ver, atónitas, cómo una intervención del Gobierno cubano impedía que se realizara una charla académica; eso básicamente creó un estado de opinión en el que era necesario articular una respuesta», agregó.
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La declaración de los centros de Harvard se suma al posicionamiento de otras organizaciones como el PEN América, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el secretariado de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) y también la carta de un grupo de intelectuales y artistas al presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que fue publicada en el The New York Review of Books el 26 de mayo de 2021 y en la cual se pedía la liberación del entonces recluido artivista Luis Manuel Otero Alcántara.
INTERCAMBIOS ACADÉMICOS ENTRE HARVARD Y CUBA
A pesar de los vaivenes de la relación bilateral entre Cuba y Estados Unidos, la Universidad de Harvard mostró su intención de continuar el intercambio con la academia cubana en diciembre de 2017.
Para esa fecha varios representantes del centro académico, incluido De la Fuente, participaron en la firma de un memorando de entendimiento entre el Ministerio de Educación Superior (MES) de Cuba y las doce instituciones que componen Harvard.
«Fue un gesto que la universidad hizo para continuar nuestro trabajo con las instituciones y con los colegas cubanos, y para también señalar nuestra independencia de las agendas políticas del momento. Ese fue un pronunciamiento, aunque fuera de otro tipo», apuntó De la Fuente.
Las relaciones entre el archipiélago y la Universidad de Harvard se han mantenido a lo largo de los años y son anteriores a 1959.
Según señala De la Fuente «Los estudios cubanos han tenido siempre un lugar en la Universidad. Entre 2014 y 2019 recibimos 23 profesores visitantes en Harvard en campos tan diversos como preservación de archivos, economía, historia, medicina tropical, genética, propiedad intelectual, literatura y administración pública. En esos mismos años, unos veinte estudiantes de Harvard pasaron un semestre de estudio en la Universidad de La Habana.
»Harvard tiene un proyecto con la Biblioteca Nacional que consiste en la digitalización de fuentes cubanas para nuestras colecciones. Hemos realizado varias exposiciones de arte cubano en la Universidad. Existen proyectos activos en estos momentos en el área de biomedicina. Hay un tejido de colaboraciones e intercambios que es profundo y diverso, y que nosotros estamos comprometidos a continuar y desarrollar».
Los tres centros que se posicionaron sobre los derechos humanos en Cuba también poseen fuertes vínculos con el país.
El Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos surgió en 1994 de la mano del entonces presidente de Harvard Neil L. Rudenstine y el exalumno David Rockefeller. Este contiene el Programa de Estudios de Cuba (Cuba Studies Program) cuyo objetivo es «fomentar el desarrollo, la difusión y el análisis de la investigación relacionada con Cuba en Harvard y Estados Unidos», según indica el sitio oficial del DRCLAS.
Refiere la página web que más de 90 estudiosos cubanos de diversas áreas del conocimiento han visitado DRCLAS como parte de su crecimiento profesional.
Existe, además, la revista Cuban Studies, creada en 1970 y dedicada a publicar textos académicos sobre la isla caribeña, tanto en español como en inglés, y reseñas de libros. El equipo editorial de dicha revista reside en el Programa de Estudios de Cuba y sus tiradas corren por parte de la University of Pittsburgh Press desde 1985.
RACISMO Y GÉNERO: DEBATES ACADÉMICOS DESDE LA REVISTA CUBAN STUDIES
A su vez, el Centro Hutchins de Investigaciones Africanas y Afroamericanas posee un proyecto titulado «Rastros de esclavitud: una base de datos de los grupos étnicos africanos mapeados en Cuba». Este proyecto intenta salvar los archivos cubanos que se encuentran deteriorados, diseminados por el país y cuya digitalización es incipiente.
La sede cubana para esta cooperación es la Fundación Fernando Ortiz, ubicada en la capital, y la dirección es compartida entre la profesora de la Universidad de La Habana, María del Carmen Barcia y Marial Iglesias Utset, investigadora visitante en el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard.
ALARI, por su lado, mantiene un trabajo con Cuba que incluye, según las palabras de su director, «acercamientos con activistas antirracistas y académicos cubanos interesados en ese tema desde su creación».
De la Fuente agrega que «en 2017 organizamos una gran reunión a la cual vinieron cerca de treinta personas vinculadas al movimiento afrodescendientes cubanos; hemos trabajado con ellos, además, para insertar la conversación sobre este tema dentro del contexto latinoamericano».
Indicó Alejandro de la Fuente que existe «todo un portafolio de actividades, intercambios y visitas en los últimos años, pero que forman parte de un portafolio más general de trabajo con el movimiento afrodescendientes en Colombia, Brasil y México.
»A muchas de estas actividades realizadas hemos invitado a representantes de las instituciones oficiales cubanas, incluido al Ministerio de Cultura; pero ni responden. A pesar de ello siempre han tenido una invitación abierta para participar en los eventos que hacemos. Hace unos años, el Embajador cubano visitó la universidad y conversó con nuestros estudiantes».
Ante la interrogante sobre las posibles consecuencias del documento emitido por estos tres centros de estudio de la Universidad de Harvard, el catedrático aseveró que:
«Nuestro pronunciamiento es sobre una cuestión muy específica, sobre el actuar del Estado cubano y la violación de los derechos humanos en el archipiélago. En el contexto de Black Lives Matter en que vivimos esas acciones tienen una visibilidad y significados muy especiales. Para nada implica, desde nuestra visión, un pronunciamiento sobre las instituciones y los colegas que viven en la Isla y con los cuales seguimos trabajando. Para nosotros hay una distancia entre una cosa y otra. Yo he hecho declaraciones muy fuertes contra la violencia policial racializada en Brasil y ningún académico allí se ha sentido aludido por ello. Los Estados son una cosa, la academia es otra»
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