Cuando Julio supo que tenía un cáncer sin muchas esperanzas le pidió a Midiala que, si moría, custodiara su obra como pintor. Entre los tratamientos y la rapidez del deterioro, ninguno de esos planes quedó siquiera por escrito. Midiala se vio sola apenas dos meses después, y tuvo que enfrentar un largo litigio legal por el derecho a cumplir el pedido de quien fue siempre su “novio”.