La opción revolucionaria cubana nació en la manigua redentora, asaltó el Moncada, se alzó en el llano y bajó de la Sierra Maestra; no vino en tanques extranjeros. La opción socialista fue la respuesta necesaria a los ataques del imperio. Y el camino comunista el horizonte de futuro que podíamos (aún podemos) construir si nos dejaran trabajar en paz. ¿Quién no quiere vivir mejor? ¿Qué pueblo no quiere comer el pan y tomar el vino (o ron) que produce con el sudor de su frente? Ningún bloqueo, ninguna maquinaria de propaganda y mentiras, ninguna guerra sucia, fría o caliente… ningún golpe duro o blando contra la Revolución cubana, y menos unos pocos anexionistas, mercenarios o pobres de espíritu doblegarán el alma rebelde y culta de esta nación de valientes