En medio del más profundo dolor y la indignación mayor nació la enérgica y trascendental proclama. Aquel 16 de abril de 1961, en pleno corazón de La Habana, Fidel definió el carácter socialista de la Revolución Cubana. Junto a los restos de los heroicos jóvenes caídos como consecuencia de la artera acción imperial de la jornada anterior, el líder de la Revolución afirmaba rotundamente el camino ya emprendido: “Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos!”