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Violence against women: 'Day of the dead women' protest in Mexico City

SharecloseShare pageCopy linkAbout sharingImage source, AFP/Getty ImagesFollowing “Day of the Dead” celebrations, demonstrators marched through Mexico City calling for an end to violence against women.The marchers carried more than 100 purple crosses through the capital, each bearing the name of a woman who has been murdered or gone missing.The demonstration was called “Dia de Muertas”, or “Day of the Dead Women”. Femicide, the murder of a woman because of her gender, kills 12 women daily in Latin America according to the UN. Large posters showed the faces of missing or murdered women in rows of up to forty, with captions calling for justice. Another poster simply read “Not one more”. The names of the victims were also written on the surfaces of two larger purple crosses that were carried through the demonstration. #3N #DíadeMuertas @Fridaguerrera @VocesDLAusencia #MarchaContraLosFeminicidios pic.twitter.com/s7S8Wo92hP— Lupita Luttmann (@LupitaLuttmann) November 3, 2019
The BBC is not responsible for the content of external sites.View original tweet on TwitterThe march was organised by “Voices of Absence”, led by Frida Guerrera, a journalist and activist. The group say they want to give a voice to the women who are killed because of their gender by raising awareness of cases, and demanding justice through the legal system. Frida Guerrera posted about the march on her website, saying it represented “the eternal altars that are installed in the homes of these families in perpetual mourning”.Latin America is home to 14 of the 25 countries with the highest rates of femicide in the world, and 98% of gender-related killings go unprosecuted. An initiative for eliminating violence against women in Latin America was launched by the UN last year.The deputy head of the UN, Amina Mohammed, praised Mexico, among other Latin American countries, for having the “political courage to confront and end femicide”.

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El más brillante de todos los guerrilleros

Foto: Archivo de Granma

Camilo visto por Fidel, Raúl y el Che nos acerca a la estatura moral del joven valiente e incondicional que puso su desenfadado arrojo para obrar en nombre de Cuba, de su pueblo y del ideal de un mejor país para todos. Sesenta años después de que desapareciera físicamente, y no así del corazón de quien lo mantiene vivo con su ejemplo, volvemos sobre los sentimientos que despertó el hombre de la sonrisa eterna en los grandes líderes de la Revolución.
De él Fidel expresó: «Camilo era hombre que amaba las tareas difíciles; pudiéramos decir que era un hombre que amaba las dificultades, que sabía enfrentarse a ellas y era capaz de realizar proezas en las más increíbles circunstancias».
Al profundizar en su ejemplaridad, manifestó el 28 de octubre de 1989: «Recuerdo que a raíz de su muerte dije una frase: En el pueblo hay muchos Camilo. Camilo salió del pueblo, tuvo la posibilidad de potenciar y desarrollar sus extraordinarias facultades; pero cuando veo a nuestros jóvenes al pie de un torno, al pie de un horno de fundición, cuando los veo en un laboratorio, cuando los veo trabajando 10, 12, 13 y 14 horas, me confirmo más y más en aquella profunda convicción de que en el pueblo hay muchos Camilo».
El General de Ejército Raúl Castro añadió sobre el guerrillero de sombrero alón: «Camilo Cienfuegos no era el héroe de Yaguajay. Era el héroe de todos los lugares por donde pasó. En una reunión (…) lo declaramos el comandante más audaz y más valiente del Ejército Rebelde». Fue «(…) un fiel exponente del pensamiento avanzado que guiaba el proceso revolucionario cubano, una de las figuras más preclaras desde los tiempos de la lucha armada (…)».
Amigo inseparable de Che Guevara, Camilo tuvo el privilegio de recibir altos elogios de este, quien no se caracterizaba precisamente por prodigar adjetivos. Che lo consideró el más brillante de los jefes guerrilleros y lo llamó El Señor de la Vanguardia. Destacó que practicaba la lealtad como una religión, era devoto de ella, tanto de la lealtad personal hacia Fidel, que encarna como nadie la voluntad del pueblo.
Al evocarlo, el Guerrillero Heroico reconoció: «Lo que a nosotros -los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo- siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo; su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros». 

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Quiero que mis hijos se reconozcan en ti

Hasta entonces era solo para mí el Comandante sonriente, de mirada profunda y enorme sombrero. Había un su rostro un gesto limpio, sincero, diáfano, que unido a las descripciones que de su persona hacían mis maestras y maestros, me hacía pensar en él como un hombre bueno, el que era para mí, en aquellos años de inocencia, el más elevado calificativo.
Hombre de pueblo, así lo denominaban. Osado, de profundas convicciones, fiel a sus principios, a la causa revolucionaria, a Fidel. Amigo entrañable del Che, carismático, con un gran sentido del humor, ese era el Héroe de Yaguajay, aquel al que regalaba cada año las flores, que junto a mi madre recolectaba, cuando octubre se acercaba al final de sus días.
Pero siempre me ha gustado convertir a los héroes en seres de carne y hueso. Imaginarlos con los conflictos cotidianos de cualquier ser humano, buscar en ellos el parecido con las generaciones de hoy, ponerles, más allá de un rostro diseminado en los libros, piernas para andar, brazos para hacer, corazón para dotarlos del precioso aliento de la vida.
Eso finalmente lo logré aquel día, mientras navegaba entre los libros de mi abuela. Era un ejemplar pequeño, cuya carátula poco colorida nunca hubiera llamado mi atención de no haber estado en ella aquel rostro familiar de hombre bueno. Camilo Cienfuegos, el hombre de mil anécdotas, devino en un tesoro del que me autodenominé propietaria, y que se mantiene hasta hoy en el estante, donde conservo aquellos libros que considero especiales.Entre sus páginas descubrí al ser humano que buscaba, y por fin me formé una imagen de su esbelta figura verde olivo, recibiendo entre sus manos el ramo que yo echaba a la corriente del río. Los pasajes de su vida que descubrí entre aquellas páginas, le dieron para siempre el calificativo de ser humano excepcional, merecedor indiscutible de aquella histórica pregunta de Fidel: «¿Voy bien, Camilo?».
No puedo describir de otra manera que no sea profundamente emotivo y valioso mi reencuentro con ese libro antes de escribir estas palabras, porque la persona que las ha leído hoy ya nos es la misma. Crecer bajo el amparo del sistema social que él ayudó a construir me permite valorar la existencia de Camilo desde dimensiones que antes me eran desconocidas.
Esta nueva lectura ha sido confirmación de lo mucho que necesitamos volver una y otra vez los ojos a la trayectoria de hombres como él, si queremos poner rostro a los más encumbrados valores humanos, si queremos comprender el alcance de justeza, de la entrega como el más sagrado de los deberes.
PIEZAS PARA CONSTRUIR A UN HOMBRELo que para nosotros son hoy conmovedoras y admirables anécdotas, fueron para él una forma de vivir, la más genuina expresión de un elevado pensamiento, de conceptos y principios inviolables, que jamás fueron eclipsados por los merecidos grados.
Resaltaban en él su preocupación por los demás, su sensibilidad ante el dolor ajeno, siendo apenas un niño. La llegada de un ciclón fue motivo de euforia y curiosidad, hasta que pasado el del año 44, y tras ver derrumbada la casa de uno de sus mejores amigos, juró no volver a alegrarse por la llegada de un ciclón.
Así era él, desde la infancia lo habitaba el hombre, cuya moral estremeció siempre a cuantos lo rodearon. Quizá sea uno de los más claros ejemplos de lo que el Che llamara endurecerse sin perder jamás la ternura. Fue de esos que en plena preparación para acciones militares, supo comprender la importancia de un segundo domingo de mayo, y dar 20 pesos a dos de sus soldados para que no llegaran con las manos vacías al encuentro de sus madres.
Fue el mismo que sangró las últimas gotas de su preciada lata de leche condensada, para satisfacer el deseo de un café con leche manifestado por un compañero minutos antes de salir al combate.
Cosas como estas hicieron de él un Señor de la Vanguardia en todos los aspectos de la vida, y le merecieron una empatía y cariño sin límites por parte de quienes estuvieron bajo su mando, de sus familiares y amigos, de su pueblo, que lo lloró con el más profundo y sincero de los sentimientos.
Pero fue también un hombre alegre, jocoso, capaz de sonreír y sacar sonrisas a los demás, dotado de un sentido del humor aun en los momentos más complejos, que hacía más llevaderas las duras condiciones de la vida en la guerrilla, como aquella vez en montes de La Caridad, en Las Villas, donde atribuyó al tamaño de un bistec la «paliza» propinada a los casquitos.
Así era aquel Comandante inmenso en su estatura moral, pero tan cubano, tan profundamente cubano, tan cercano, tan único, que a pesar de su corta existencia dejó un legado imperecedero, uno que motiva, educa, conmueve, porque traza senderos de nobleza y dignidad por los que resulta un orgullo transitar.
LOS MÁS HERMOSOS LAZOS DE AMISTADNo puede hablarse de Camilo sin recordar al Che. Creo que lo más bello con que sorprende a los educandos la historia, es con la amistad única y transparente que protagonizaron. Recuerdo la hermosa sensación que me embargaba cuando imaginaba a dos hombres tan grandes sonriendo juntos, saludándose con un abrazo, compartiendo un ideal.
Muchas son también las anécdotas que han quedado para la posteridad de esa relación, pues únicamente el Comandante Cienfuegos se atrevía a increpar con sus bromas al recto Comandante Guevara. Es conmovedor leer los pasajes de las veces en que se sorprendieron y capturaron el uno al otro, del modo en que Camilo lo llamó matasanos, o de aquella vez en que al ver la curiosidad que despertaba el Che entre los pobladores de la zona, su amigo le dijo sonriente que, una vez concluida la guerra, lo metería en una jaulita y cobraría cinco kilos por verlo. «Me hago rico», afirmó con picardía.
Pero tampoco puede hablarse de Camilo sin mencionar a Fidel, a ese gigante contra el que no estuvo jamás ni en la pelota, al que brindó inimaginables muestras de lealtad.«Cuando Fidel está hablando lo único que debe hacer un revolucionario es oírlo». Esa era su más profunda convicción.
PRINCIPIOS E IDEALESCuando se lee que un capitán herido dirige la retirada de sus hombres, exige que se cargue primero a un soldado antes que a él, y solo después de eso se deja encamillar, no puede sentirse más que una profunda admiración.
Cómo no sentir henchido de orgullo el pecho, por ser herederos del hombre que escogió como su lema de vida aquel verso de Espronceda que dice: ¿Y si muero?/¿qué es la vida?/Por perdida ya la di,/cuando el yugo del esclavo/como un bravo sacudí.
Humilde como pocos, jamás persiguió sueños de grandeza, jamás pretendió ser recordado como héroe, su más grande ambición era la dignidad del pueblo mancillado, la libertad de la patria y la vida le dio el placer de verlo cumplido, aunque no pudiera entregar a él las muchas energías que aún le quedaban.Muy claro tuvo siempre, cuando lo envolvía un mar de pueblo:
«Qué equivocados están los fatuos que se creen que los aplausos y los saludos del pueblo son para ellos. Yo contesto a los saludos con igual cariño, porque sé que no me saludan a mí, sino a la Revolución».
Es por eso que vive y se renueva su legado cada día. Son esas las cosas que lo inmortalizaron en la mente y el alma de un pueblo en la que viven miles, millones de Camilos. Puede que su cuerpo se haya hundido en las profundidades del mar, pero su esencia se diseminó, creció de forma ilimitada.Por eso te cantamos, por lo vivo que estás, por lo mucho que aún haces en bien de esta tierra, porque estás destinado a ser eterno como esta, la mejor de tus obras, la más justa, esta que se llama Cuba.
El libro de tus anécdotas está conmigo, lo estará siempre, porque cuando hable a mis hijos de los valores humanos, de lo que significa ser humildes y justos, quiero que al leer esas páginas como yo lo hice un día, encuentren en ti, como en otros tantos hombres de nuestra historia, la materialización de lo que esas palabras significan.
Fuente: Camilo Cienfuegos, el hombre de mil anécdotas. Guillermo Cabrera Álvarez, Editora Política, La Habana, 1994.

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«Hay un pueblo entero dispuesto a morir si es necesario por no vivir de rodillas»

Camilo en pleno ejercicio de la palabra frente al antiguo Palacio Presidencial, el 26 de octubre de 1959. Foto: Perfecto Romero

Tan alta y firme como la Sierra Maestra es hoy la vergüenza, la dignidad y el valor del pueblo de Cuba en esta monstruosa concentración frente a este Palacio hoy revolucionario del pueblo de Cuba.
Tan alto como el pico invencible del Turquino, es hoy y será siempre el apoyo de este pueblo cubano a la Revolución que se hizo para este pueblo cubano.
Se demuestra esta tarde que no importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución. Que no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del gobierno norteamericano, porque aquí hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores, hay un pueblo que no le teme a la aviación mercenaria, como no temieron las tropas rebeldes cuando avanzaban a la ofensiva a los aviones de la dictadura.
Porque este acto monstruoso confirma la fe inquebrantable del pueblo cubano en este gobierno. Porque sabemos que este pueblo cubano no se dejará confundir por las campañas hechas por los enemigos de la Revolución. Porque el pueblo de Cuba sabe que por cada traidor que surja, se harán nuevas leyes revolucionarias en favor del pueblo.
Porque el pueblo cubano sabe que por cada traidor que surja, habrá mil soldados rebeldes que estén dispuestos a morir defendiendo la libertad y la soberanía que conquistó este pueblo. Porque vemos los cartelones y oímos las voces de este pueblo valiente que dice: «¡Adelante Fidel, Cuba está contigo!».
Y hoy, el Ejército Rebelde, los hombres que salieron de las montañas, los hombres que no se venden a intereses, que no se atemorizan, le dicen: «¡Adelante Fidel, el Ejército Rebelde… ¡Adelante Fidel, que el Ejército Rebelde está contigo!». Esta manifestación de pueblo, estos campesinos, estos obreros, estos estudiantes que hoy vienen a este Palacio, nos dan las energías, nos dan las energías suficientes para seguir con la Revolución, para seguir con la Reforma Agraria, que no se detendrá ante nadie ni ante nada. Porque hoy se demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos por lograr esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir si es necesario por no vivir de rodillas.
Porque para detener esta Revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero y si eso llegara a pasar, serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne:
Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día,
nuestros muertos, alzando los brazos,
la sabrán defender todavía…
Que no importan los traidores, que no importan todos los enemigos de la Revolución, que no importan los intereses que traten de confundir a un pueblo que no se va a dejar confundir. Porque este pueblo cubano sabe que esta Revolución se ha hecho, que por esta Revolución murieron veinte mil cubanos para terminar con los abusos, para terminar con las canalladas, para terminar con el hambre, para terminar con toda la agonía que vivió la República de Cuba por más de 50 años.
Y que no piensen los enemigos de la Revolución que nos vamos a detener; que no piensen los enemigos de la Revolución que este pueblo se va a detener; que no piensen los que envían los aviones, que no piensen aquellos que tripulan los aviones que vamos a postrarnos de rodillas y que vamos a inclinar nuestra frente. De rodillas, de rodillas nos pondremos una vez y una vez inclinaremos nuestra frente y será el día que lleguemos a la tierra cubana que guarda veinte mil cubanos, para decirles: «¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no corrió en balde!».

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Las seis décadas de odio contra Cuba

Desde su cama en la unidad de cuidados intensivos del hospital pediátrico Pepe Portilla, donde vive hace dos años y siete meses, Rey Dennys Santiesteban me muestra su colección de dinosaurios de juguete.
Me asegura que el más fiero es el Tiranosaurio Rex, y que también hay otros muy grandes, pero que solo comen hierba.
A sus seis años, me cuenta que ya sabe leer y escribir, gracias a la dedicación de su abuela y de los médicos que sostienen su cuidado día y noche, y me confiesa que su mayor deseo sería regresar a su casa.
Sin embargo, la enfermedad que padece lo obliga a permanecer acoplado a un equipo de ventilación mecánica. Por tanto, mientras no tenga uno que pueda instalarse en su hogar, no podrá retornar a él.
La doctora Liliana María Cueto explica que se trata de aparatos muy costosos, que solo son fabricados por consorcios capitalistas.
«Si tienen algún componente que provenga de Estados Unidos, no se lo venden a nuestro país», dice.
Liliana señala que si existe una actividad en la que impacta todos los días el bloqueo estadounidense contra Cuba, es la salud pública.
«Lo sentimos en la falta de medicamentos, como los antibióticos de primera generación, en equipos que pueden tener alguna parte de procedencia norteamericana, y las firmas que los producen tienen miedo a vendérnoslos, o después que lo hacen, no nos suministran los repuestos».
Aun así, los galenos cubanos se empeñan en defender la vida y combatir enfermedades. Al cabo de más de medio siglo de resistencia, casi que se ha vuelto habitual para un país donde la mayoría de sus habitantes nacieron bajo los efectos del bloqueo.
Pero nada más cruel y anacrónico que esta política genocida, sustentada por más de una decena de administraciones que se han sucedido en la Casa Blanca.
Más allá de las cifras millonarias que han dañado a la economía del país, y el freno terrible a su desarrollo, cada cubano ha tenido su propia experiencia del bloqueo, en el medicamento que ha faltado, en la industria que se ha detenido, en el equipo que ha habido que de-sechar porque una firma norteamericana compró la fábrica que lo producía…
Los ejemplos se han multiplicado en los últimos años, debido a la agresividad obsesiva del gobierno de Donald Trump.
La reducción al mínimo de las funciones de su embajada, complicando sobremanera los trámites de los cubanos que deseen viajar en uno u otro sentido, la activación del Título III de la Ley Helms-Burton, la restricción de los viajes hacia la Isla de ciudadanos estadounidenses, la disminución de las remesas, las multas a empresas que supuestamente violen el bloqueo, el incremento de los proyectos subversivos, las maniobras para evitar el arribo de combustible al país y generar el caos, son solo algunas de las medidas impulsadas por el jefe de la Casa Blanca y sus secuaces.
Con un cinismo increíble, han dicho que son acciones para «librar del sufrimiento al pueblo cubano», como si cada una de ellas no estuviera dirigida a provocar, exactamente, lo contrario.
«Con estas enmiendas al reglamento, el Departamento del Tesoro niega el acceso de Cuba a divisas extranjeras (…) como parte de nuestro apoyo al pueblo cubano», dice, por ejemplo, con la mayor desfachatez del mundo, el comunicado difundido por la embajada norteamericana en La Habana, el 6 de septiembre pasado.
No obstante, en Cuba la vida sigue su curso, con la convicción de que hay pueblos que no se rinden y que existen cuestiones sagradas como la dignidad y la Patria, por las que valdrá la pena luchar siempre.

Foto: Granma

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Estados Unidos: ¿Ayuda humanitaria o intervención militar?

Diversos medios y fuentes internacionales han querido destacar la importancia de la supuesta «ayuda humanitaria» que envía EE.UU. a Venezuela, sin mencionar el fuerte bloqueo económico y comercial que aplica la nación norteamericana al pueblo venezolano y que perjudica la calidad de vida de los ciudadanos.
Recientemente, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, advirtió que la ayuda humanitaria estadounidense es un show para ocultar sus intenciones de dominación y de apropiarse de las riquezas de la nación suramericana.
En los últimos 25 años, EE.UU. ha ejercido esta práctica con intenciones de favorecer sus intereses, utilizando como pretexto supuestas violaciones de derechos humanos que luego no han podido ser comprobadas.
Somalia (1993)
A través del lema «Restaurar la esperanza», más de 30.000 marines estadounidenses entraron al país africano con el supuesto propósito de brindar alimento a la población, en medio de un tenso clima de corrupción y guerra civil.
Tras largos años de divisiones políticas, agravamiento de crisis humanitarias y violaciones de los derechos civiles, para 2006 más de tres millones de somalíes habían emigrado y el hambre y la crisis sanitaria era diez veces peor que al principio de la guerra.
Yugoslavia (1999)
El 24 de marzo de 1999, EE.UU. y la mayoría de los países de la OTAN iniciaron la Operación Fuerza Aliada, concebida como una serie de bombardeos sobre Yugoslavia en el marco de la Guerra de Kosovo.
Según un reporte de la televisora Rusia Today (RT), durante los 78 días de campaña se lanzaron más de 2.300 misiles y 14.000 bombas, por las que 300 escuelas y 20 hospitales terminaron en ruinas y 40.000 familias perdieron sus viviendas.
Al momento de finalizar el conflicto bélico, 6.000 personas habían quedado heridas y murieron otras 2.000. El daño económico se estimó entre 30.000 y 100.000 millones de dólares.
Irak (2003)
En su intento por localizar supuestas «armas de destrucción masiva», EE.UU. invadió Irak a través de ataques con misiles, que dejarían destrucción a su paso. Luego de los primeros meses de destrucción, llegaría la «ayuda humanitaria» prometida.
Sin embargo, en los últimos 15 años existen más de cinco millones de personas desplazadas en el país, al tiempo que fallecieron cerca de medio millón de iraquíes y 4.000 soldados estadounidenses. Mientras, un informe del Comité Internacional de la Cruz Roja habló sobre los serios problemas de acceso al agua potable para un gran porcentaje de la población.
Haití (2010)
Ante el intenso terremoto ocurrido en enero de 2010 Haití, que propició la muerte de más de 222.000 haitianos, desde EE.UU. llegó también la «ayuda humanitaria» y varios miles de soldados para «controlar las operaciones de distribución».
Los informes de ciudadanos haitianos revelaron que les enviaban «comida intoxicada, que además le dieron al pueblo como a animales».
De acuerdo con un artículo publicado por Equal Times, de los miles de millones de dólares destinados por Washington para la reconstrucción, «solo el 0,9 por ciento ha ido a parar directamente a organizaciones haitianas, mientras que el 56,6 por ciento ha acabado en los bolsillos de empresas ubicadas en el cinturón industrial entre Washington D.C., Virginia y Maryland».
Libia (2011)
La supuesta violación de derechos humanos y la «crisis humanitaria» fue la justificación más extendida para que tropas de la OTAN entraran en Libia en marzo de 2011, arrasando con las principales ciudades del país y destruyendo la base económica de la nación.
En 2018, la ONU reconoció que a inicios del siglo Libia se encontraba entre los países con el índice de Desarrollo Humano más alto en el continente africano. Ocho años después de la intervención humanitaria la nación solo conoce el caos.
Junto a un reconocido tráfico de esclavos y redes de explotación sexual, se suman una explosión de migrantes que pretenden llegar a Europa y la destrucción de millares de viviendas por los bombardeos. Según un informe del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), al menos unos 200.000 habitantes han sido desplazados producto de la intervención y posterior guerra civil.
Siria (2014)
EE.UU. intervino en Siria en 2014 bajo el pretexto de apoyar a los grupos rebeldes contra el presidente Bashar Al Asad y para impulsar la ofensiva contra el autodenominado Estado Islámico (Daesh en árabe).
Pese a que en 2018 las tropas estadounidenses iniciaron su retirada del país, dejó un amplio sistema creado para mantener una «ayuda humanitaria» a la sociedad civil. Sin embargo, en más de una ocasión tanto las fuerzas leales a Al Asad como el alto mando ruso han acusado a los estadounidenses de causar una catástrofe en varias regiones del país e impedir la distribución de la ayuda.
La guerra en Siria ha dejado más de medio millón de muertos. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 11 millones de sirios fueron desplazados, entre ellos seis millones internamente y cinco millones en otros países. (Telesur)

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El pueblo que legó su nombre a Camilo

Sembrado en una llanura que parecía no apta para combatir, con una pista de aviación por el frente; protegido por alambradas y sacos de arena a su alrededor y defendido por soldados bien armados con el apoyo de la aviación, el Escuadrón 37, de Yaguajay, parecía poco menos que un imposible para los rebeldes que intentaban rendirlo a finales de diciembre de 1958.
Camilo había dispuesto el constante estrechamiento del cerco sobre las posiciones enemigas que fueron cayendo una tras otra: los centrales Narcisa y Vitoria –en la periferia del pueblo–, el hotel Plaza, el Ayuntamiento, la estación de Policía y la planta eléctrica, una táctica que desalojó a la soldadesca del perímetro urbano y provocó 18 bajas en las filas contrarias, entre muertos, heridos y prisioneros.
Convencido de que la toma del cuartel no podía realizarse con el hostigamiento tradicional de su fusilería, el jefe de los rebeldes intentó incendiarlo, primero mediante la introducción de un tren cañero por la retaguardia del enclave y luego, con el empleo del llamado Dragón I, un blindado criollo, construido por los obreros del central Narcisa, que todavía se conserva en el Museo de la Revolución.
Más que para prender fuego al cuartel, aquel Dragón que salía en las madrugadas y echaba fuego por la boca sirvió para atemorizar a los sitiados, unos 350 hombres bajo el mando del capitán Alfredo Abón Lee, un militar de academia que venía por el rastro de Camilo desde la Sierra Maestra y que había asumido el mando del cuartel, luego de que el mayor Roger Rojas Lavernia abandonara la instalación aquejado de una supuesta «hernia estrangulada».
Mientras las fuerzas de la tiranía no encontraban salida en el interior de la instalación, sin corriente eléctrica ni agua potable, sin condiciones para enterrar los muertos y atender a los heridos y con algunos focos de sedición, los revolucionarios lamentaban su única baja, la del joven Joaquín Paneca, Panequita, como se le conocía cariñosamente, que el día de su muerte –24 de diciembre– cumplía 17 años.
En su afán por evitar muertes inútiles, durante una tregua Camilo regaló su reloj pulsera a Caballo Loco, el soldado enemigo que le cantaba a los rebeldes desde el interior del cuartel, obsequió tabacos a varios de los sitiados y les aseguró categóricamente que si se rendían la Revolución les pagaría de inmediato el dinero que les debía el ejército y «esta misma nochebuena nos comemos 20 lechones asados, todos juntos».
Ni las ofertas de Camilo ni el sinsentido de aquella resistencia desgastante que ya se había extendido demasiado convencieron a Abón Lee, cada vez más obstinado, quien todavía el 31 de diciembre intentaba gestionar una nueva tregua y confiaba en los refuerzos que nunca llegarían.
Camilo negó la propuesta con la que el militar batistiano intentaba ganar tiempo y amenazó con echar abajo el cuartel con la bazuca y el mortero que el Che había puesto en sus manos en las últimas horas de aquel año definitivo.
Fue entonces cuando el capitán Abón Lee comprendió que todo era verdad, que aquella sesión de espiritismo que había aconsejado el camino de la rendición no estaba equivocada y que, luego de 11 días con sus noches, en aquella batalla lo único que faltaba por hacer era sacar la bandera blanca.

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Como el dinosaurio, todavía está ahí

Pertenezco a la cuarta generación de mi familia que ha vivido bajo los efectos del bloqueo. Eso suma, en un cálculo más o menos superficial, unas 25 personas, y eso que la mía no es de las más numerosas. Pero, por un instante, multipliquemos esa cifra, solo esa, por las miles de familias cubanas y sin lugar a dudas sería asombroso el número de hijos de esta tierra que tienen tan brutal política ligada a su árbol genealógico.Ciertamente, aun con los más contundentes argumentos históricos, es difícil comprender la vileza con la cual un imperio intenta asfixiar a un país, sin mirar más allá de su orgullo herido por la estrella que brilla con luz propia justo bajo sus narices. Cuesta entender que la determinación de un pueblo a ser libre despierte un odio capaz de saltarse los escrúpulos, de voltear la cara a las leyes elementales de las relaciones internacionales y de pisotear los derechos humanos.Pero ahí está, a punto de cumplir seis décadas, ese monstruo amorfo y decadente que se alimenta de una persecución enfermiza a las estrategias cubanas de mercado, que sabotea acuerdos económicos y financieros, que impone absurdos obstáculos al comercio libre y establece barreras a las relaciones humanas, al intercambio entre los pueblos, al desarrollo en todas sus expresiones.Soy la cuarta generación, sí, y quizá sea por eso que junto a las características genéticas de mi estirpe, heredé también un inquebrantable rechazo a ese cerco, cuyas exorbitantes lecturas económicas se hacen insignificantes frente al impacto humano, ese que duele más que ningún otro, y que ha tocado a la puerta de cada hogar cubano y de muchos estadounidenses.Sin embargo, toda moneda tiene dos caras, y no es este un pueblo que se eche a llorar, que se arrodille ante nadie a pedir clemencia. Esta es la fruta que maduró, pero no para caer en patio ajeno, sino para aprovechar en bien propio el jugo nutricio de su historia, de la constancia de los hombres y mujeres que la habitan, y de todo aquel que en el mundo necesite una mano amiga, un acto sublime y austero de internacionalismo.En esa otra cara de la moneda, el aislamiento ha quedado reservado para quien intentó aislarnos y lo que supusieron nos haría débiles, nos ha dotado de inimaginadas fortalezas. Lo que creyeron apoyo irrestricto a su política, se ha transformado en apoyo a nuestro justo reclamo aun desde sus propias entrañas; lo que concibieron para enterrar a la Revolución, la ha convertido en faro para el mundo.Con mucho esfuerzo, con limitaciones que escapan a la voluntad de nuestro Estado, luchando sin descanso para derribar las barreras, pero en estas casi seis décadas de persecución y acoso, ninguno de los programas sociales por los que se peleó durante 150 años ha perdido sus esencias.Jamás en este tiempo un niño cubano ha dejado de recibir los más costosos tratamientos médicos, aunque encontrarlos implique un tercero, un quinto, un décimo país. No ha cerrado ninguna escuela u hospital, aunque cada año ambos sectores necesiten para su sostenibilidad una cifra para nada despreciable del presupuesto del Estado. La escasez de materias primas no ha impedido que las industrias farmacéutica y biotecnológica respondan a las más acuciantes necesidades del pueblo.A pesar de que el bloqueo sigue ahí, se entregan subsidios para quien por propio esfuerzo no puede levantar una vivienda. Se sostiene cada mes una canasta básica, se respalda la asistencia social.Cuba ha decidido que su desarrollo no puede supeditarse a tan criminal política. Por eso se apuesta por nuevas estrategias para perfeccionar nuestro modelo económico, se sostienen inversiones en la industria, se ha trazado una estrategia de país para el autoabastecimiento alimentario, se han abierto puertas a la inversión extranjera.Esas son solo algunas de las millones de razones que nos asisten para acallar los más absurdos intentos de desmoralizar nuestra obra, y son las mismas que demuestran que si hemos podido sostener tamaños logros con el peso del bloqueo, cuánto más no pudiéramos hacer si finalmente se levanta su influencia.La presentación ante la onu de la resolución «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba» ha devenido expresión genuina del sentir de este pueblo. Es toda Cuba quien se expresa desde el podio, y el mundo entero escucha, y solo el imperio y sus lacayos se oponen, porque «no hay fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas».Hace algún tiempo, cuando cierto mandatario visitaba nuestra isla, y apostaba en su discurso por olvidar la historia y por convertir a las nuevas generaciones en gestores de semejante barbarie, expresé, en las páginas de este propio diario, que puede que mi generación sea diferente, que por ser hija de su tiempo tenga ímpetu de transformación y haga nuevas interpretaciones de la herencia que le legaron sus abuelos, pero creerla capaz de renunciar a su historia, de olvidar su identidad, sus valores, es una apuesta equivocada.Lo es sobre todo, porque lo que hemos visto en nuestros escasos años, lo que nos ha enseñado el vivir en un país bloqueado es que los sueños, la esperanza y la voluntad no pueden bloquearse. Hemos visto trabajar a nuestros padres, a sus padres antes que ellos, somos el fruto de la familia que crearon en esta Isla, somos en gran medida parte de sus sueños, de esos a los que nunca renunciaron y que ponen hoy en nuestras manos.Por eso mientras el bloqueo siga existiendo, seguiremos dándole golpes de dignidad, seguiremos oponiéndonos a él como lo hicieron esas personas que nos trajeron hasta aquí. Y aunque confiamos en que llegará el momento en que la justicia y el reclamo unido de los pueblos del mundo lo harán caer, si ese momento se prolonga en el tiempo, nos tocará enseñarle a la quinta, a la sexta o cuantas generaciones vengan, que esa también es su lucha.Sin importar quién ocupe la silla presidencial en Estados Unidos, y cuánto haga por recrudecer tan arcaica política, nada de ello puede entorpecer nuestra convicción de mirar siempre adelante. Solo esa seguridad nos ha permitido estrechar lazos, abrir nuevas puertas cuando una se nos cierra y exponer nuestros argumentos, con la sabiduría de quien se sabe dueño de su destino y no negocia esa prerrogativa bajo ninguna circunstancia.Creo que eso les ha quedado claro, no permaneceremos jamás inmóviles ante tamaña injusticia, ante lo que más que bloqueo o embargo tiene que denominarse crimen, pero llevaremos a la par en esa lucha el trabajo diario, la construcción de una sociedad más justa con más oportunidades para todos. Con bloqueo o sin él, que nadie lo olvide: ¡Cuba es nuestra!

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Para mí, Camilo no ha muerto

Los actos de recordación de los héroes caídos van constituyendo con el tiempo cierta especie de tarea disciplinaria, y más o menos –quiérase o no– se convierten en un acto mecánico. Por eso, muchas veces personalmente he tratado de hurtarle el cuerpo a la rememoración de compañeros que significan cosas muy importantes en nuestra vida, amigos forjados en la lucha, compañeros de los primeros momentos, de aquellos momentos en que apenas un poco más que los dedos de la mano alcanzaban para numerarse. El recordarlos año tras año en discursos va creando esa mecánica de que les hablaba; mecánica que, para los que han conocido íntimamente a Camilo, por ejemplo, como yo, choca.
Yo quería decirles pocas palabras y tratar de expresarles lo que creo que significa Camilo. Es muy difícil, casi imposible diría.
Un día de derrota, uno de los tantos días de derrota que tuvimos que afrontar, nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo. Eramos unos diez o 12. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento.
Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo –viendo que yo no tenía nada que comer, ya que la frazada no era un buen alimento– compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.
Tomando sorbos de leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas. En general versaba la conversación sobre comida, porque las conversaciones de las gentes versan sobre los problemas más importantes que le aquejan, y para nosotros la comida era una obsesión en aquellos días. Así, me contó del arroz… no, de la harina, creo que la harina con cangrejo, que era una especialidad de la mamá de Camilo, y me invitó a comerla después del triunfo.
Hasta ese momento, no éramos particularmente amigos; el carácter era muy diferente. Desde el primer momento salimos juntos. Desde el Granma, desde la derrota de Alegría de Pío estábamos juntos, sin embargo, éramos dos caracteres muy diferentes. Y fue meses después que llegamos a intimar, extraordinariamente.
Chocábamos por cuestiones de disciplina, por problemas de concepción de una serie de actitudes dentro de la guerrilla. Camilo en aquella época estaba equivocado. Era un guerrillero muy indisciplinado, muy temperamental; pero se dio cuenta rápidamente y rectificó aquello. Aun cuando después hiciera una serie de hazañas que han dejado su nombre en la leyenda, me cabe el orgullo de haberlo descubierto como guerrillero. Y empezó a tejer esa urdimbre de su leyenda de hoy en la columna que me había asignado Fidel, mandando el Pelotón de Vanguardia.
Después, fue comandante; escribió en el llano de Oriente una historia muy rica en actos de heroísmo, de audacia, de inteligencia combatiente e hizo la invasión, en los últimos meses de la guerra revolucionaria.
Lo que a nosotros –los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo– siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros.
A los pocos meses del triunfo, cuando todavía estábamos en la efervescencia de la destrucción del viejo orden y apenas comenzaba a discutirse sobre la necesidad de la organización, Camilo murió.
Pero a mí no me cabe duda de que así como rectificó aquellos primeros errores de los días nacientes de la guerrilla y se convirtió en el mejor de todos nosotros, así también se hubiera adaptado a las exigencias de esta nueva época, y hubiera sido una columna firme en la organización del Ejército, o en la organización de cualquier organismo, cualquier parte del Estado que le fuera confiada.
Sin embargo, toda esta parte, no ha podido ser ni presenciada, ni ejecutada, ni colaborar en su ejecución, por Camilo. Nos cabe solo pensar en lo que podría haber hecho, pensar en la ausencia que dejó, en aquellos momentos en que todavía la conjunción de las fuerzas revolucionarias no se había deslizado plenamente, y el papel que jugaba cuando, con su autoridad indiscutida en toda una serie de discusiones, de malquerencias que existían entre los revolucionarios, surgía Camilo para imponer siempre el llamado a la cordura, el llamado a hacer prevalecer los principios y el espíritu revolucionario sobre cualquier querella del momento.
Nuestra historia también está llena de esas desavenencias, está llena de esas luchas que a veces fueron muy violentas; está llena de desconocimiento de nosotros mismos; y, producto de ese desconocimiento: desconfianzas, formaciones de grupos, luchas entre grupos y, al mismo tiempo, la reacción trabajando dentro de ella. Allí es donde hay también un gran trabajo de Camilo que se desconoce. Y fue evidentemente un factor de unidad.
En aquellos momentos era necesaria la presencia de los hombres que no tuvieran la más mínima ambición personal, la más mínima desconfianza, que fueran hombres enteramente puros y dedicados a la tarea revolucionaria exclusivamente, para poder realizar lo que casi podría llamarse el milagro de la unidad. Y a esa clase de hombres pertenecía Camilo. ¡Y los hay pocos!
Todos nosotros, la mayoría, por lo menos, tenemos muchos pecadillos que contar de aquellas épocas, muchas suspicacias, desconfianzas, a veces hasta malas artes empleadas con un fin que considerábamos muy justo, pero con métodos que a veces –muchas veces– eran incorrectos. Y nunca se puede decir que Camilo haya recurrido a ellos.
Claro que se puede pensar que Camilo es el muerto, y que de los muertos se puede hablar en forma distinta. Y es natural que si Camilo estuviera vivo y presente entre nosotros, un sentimiento hasta de pudor natural nos impedirían decir cosas como estas, pero son absolutamente justas.
Esa es la significación que tiene Camilo para nosotros. Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria y en el periodo de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo.
Y la seguridad, expresarles la seguridad de que aquel ¿«voy bien»? de Fidel, cuando le preguntara a Camilo, en la Ciudad Militar a los primeros días o el primer día de su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha a un hombre que de casualidad estuviera a su lado, era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros, una confianza y una fe absoluta.
Y por eso, aquella pregunta es todo un símbolo, un símbolo de lo que significara Camilo. Seguirán pasando los años, tendremos muchas luchas por delante, nuestra importancia en el mundo acrecentada día a día, hará que se escriba una historia desde perspectivas diferentes. Y aquellos dos años de lucha en la Sierra, y aquel primer año de gestación revolucionaria serán apenas unas pequeñas líneas en la historia de nuestra Revolución y de la revolución mundial.
Pero por pequeñas que sean esas líneas, por escueto que sea el comentario y la poca importancia que se le reconozca en el futuro, aquella guerra de escaramuzas de un grupo de hombres que tuvo como virtud fundamental la de tener fe, en esas pequeñas líneas, necesariamente, debe estar inscrito el nombre de Camilo. Porque aun cuando su actuación comparada ya retrospectivamente, es fugaz, y con el correr de los años será más fugaz en tiempo; su acción, su influencia, sobre los hombres que tuvieron la fortuna de participar en toda aquella serie de sucesos, fue enorme.
Y aun, cuando siempre lo digamos mecánicamente, y aun cuando parezca una de las tantas frases con que se adornan la vida de los héroes caídos, por lo menos, créanme, cuando lo digo con toda la más grande sinceridad, que para mí, Camilo no ha muerto.
(Fragmentos del discurso pronunciado por el Che en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos, el 28 de octubre de 1964).

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Kmilo 100 Fuegos

Camilo era el típico cubano jaranero, ocurrente, que siempre tenía una anécdota a su paso. Valiente a toda prueba como jefe y guerrillero, asumía con la mayor naturalidad las tareas políticas y militares más complejas a las que les imprimía en su cumplimiento el sello indeleble de su personalidad.Era alegre. Su amplia y sincera sonrisa lo caracterizó ante el pueblo y se convirtió en símbolo de su carácter.Al decir del General de Ejército Raúl Castro Ruz, «Camilo Cienfuegos no era el héroe de Yaguajay. Era el héroe de todos los lugares por donde pasó. En una reunión (…) lo declaramos el comandante más audaz y más valiente del Ejército Rebelde».El Che dijo que Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra, y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa. Practicaba la lealtad como una religión, era devoto de ella, tanto de la lealtad personal hacia Fidel, que encarna como nadie la voluntad del pueblo.Desde enero de 1959 hasta su trágica desaparición, Camilo participó al lado de Fidel en todas las decisiones de importancia que tomó la Revolución. Y en su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo, el Comandante de la eterna sonrisa. (Edición Juvenal Balán)

El pueblo vio en Camilo al revolucionario honesto. Foto: Archivo de Granma

El sombrero alón se convirtió en uno de los atributos distintivos de Camilo. En la foto el Che cambia su boina con el sombrero de su compañero de cien batallas. Foto: Archivo de Granma

«Camilo, (…) el comandante más audaz y más valiente del Ejército Rebelde». Foto: Archivo de Granma

Foto: Archivo de Granma

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Foto: Archivo de Granma

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Foto: Archivo de Granma

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Como si estuviéramos en la Sierra

Yaguajay, Sancti Spíritus.–Con la zona infectada de soldados enemigos, el viento y la lluvia haciendo casi imposible la marcha y el Jatibonico del Norte «de bote en bote», a los hombres de la Columna 2 Antonio Maceo no les quedó más alternativa que colocar una soga de orilla a orilla del río y, con el agua al pecho, desafiar aquella crecida soberbia y hasta simbólica que dividía las provincias de Camagüey y Las Villas.
«Yo besé la tierra villaclareña, todos los hombres que componían la tropa estaban alborotados. Unos maldecían a Camagüey y otros bendecían a Sta. Clara…», le confesó Camilo a Fidel en un extenso e ilustrativo informe, fechado el 9 de octubre de 1958 en lo que él llamó «Llanos de Santa Clara», que en realidad no eran otra cosa que los montes del norte villareño, la cobija natural que pondría a salvo a la fuerza rebelde tras la azarosa travesía desde Providencia, en la Sierra Maestra, hasta Jobo Rosado, en el municipio de Yaguajay.
Los recién llegados traían como misión continuar la marcha hasta la occidental provincia de Pinar del Río –una orden que enseguida la realidad de la guerra aconsejó modificar–, sin embargo, el arribo a territorio villareño por lo menos espantaba el fantasma del sur camagüeyano, donde a las adversas condiciones topográficas se sumaron la persecución implacable de las huestes batistianas y la falta de apoyo de la dirección del movimiento revolucionario, algo que Camilo calificó llanamente como traición.
En esa zona casi la totalidad de la caballería invasora terminó sembrada en los pantanos y tembladeras del litoral y el hambre cercó tanto a los rebeldes que según su jefe, el Comandante Camilo Cienfuegos, en 31 días de viaje comieron solo en 11 oportunidades, incluida la ocasión en que fue preciso sacrificar una de las mejores yeguas, que ante el acoso del enemigo, terminó siendo degustada, si es que cabe el término, medio cruda y sin sal.UN GIRO DE 90 GRADOS
Que Camilo y su gente de la Columna 2 hayan ido a recalar a los montes de Yaguajay y no a la cordillera del Escambray, como estaba concebido en un inicio, habrá que agradecérselo irremediablemente al cabo Juan Trujillo Medina, un militar de la dictadura apresado por una posta rebelde sobre las tres de la tarde del 21 de septiembre en las inmediaciones de Baraguá, actual provincia de Ciego de Ávila.
Una vez identificado por sus captores, al cabo no hubo que rogarle mucho para que confesara todo lo que sabía: que el ejército había situado cuatro compañías de infantería en el central Baraguá, dos en Ciego de Ávila y algunos pelotones en Jagüeyal; que tenía tres aviones en un aeropuerto muy cercano (dos del tipo b-26 y una avioneta de enlace) y otros en Camagüey; que contaba con emboscadas en cuanto camino hubiera por allí; que más de mil hombres bien armados estaban esperando por aquel contingente de hambrientos… En fin, que más fácil entraría un camello por el hueco de una aguja que los invasores a Las Villas, si seguían la ruta predeterminada.
«El enemigo pensaba que las dos columnas –la 2 y la 8– avanzaban juntas  o muy cerca; y su plan era rastrearnos, precisar la ubicación de nuestro campamento, bombardear y ametrallarnos hasta dispersarnos», escribiría tiempo después el general de división Sergio del Valle Jiménez, a la sazón capitán y médico de aquella fuerza sitiada por el mar, los pantanos, los mosquitos y un adversario inconmensurablemente más poderoso.
Fue entonces cuando Camilo comprendió que solo con un giro radical de 90 grados, que rompiera con el monótono recorrido por el borde de la costa para internarse rumbo a la Carretera Central, podría evadir aquel enjambre de soldados y poner a salvo la operación, aunque ello implicara acercarse a la ciudad de Ciego de Ávila en una maniobra sin dudas arriesgada.
Atado por una soga a la cintura del capitán William Gálvez, el propio cabo Juan Trujillo se convirtió en el mejor práctico por el complicado derrotero de 30 kilómetros, que debió cumplirse en una noche, casi conteniendo la respiración por la proximidad  de los guardias, y terminó en un cañaveral ubicado a escasos cien metros de la Carretera Central.
En el centro de la Isla, mucho más alejado que nunca de la costa, castigado sin piedad por la lluvia y a la espera de un apoyo que nunca llegó, Camilo apeló una vez más a su astucia de guerrillero fogueado en la Sierra Maestra y en los llanos del Cauto y optó por continuar viaje hacia el oeste, pero por la zona norte, donde según sus indagaciones no tardaría en encontrar las primeras montañas en Marroquí y Florencia, un movimiento aparentemente absurdo pero salvador, que confundió a sus perseguidores y llevó la columna hasta las puertas de Yaguajay.TRES FUERZAS, UN FRENTE
La primera vez que se acostó a descansar en el campamento de Jobo Rosado, en pleno monte, Silviades Cabrera creyó que se trataba de una alucinación, cuando entre dormido y despierto sintió que la gente del Destacamento Máximo Gómez, del Partido Socialista Popular (PSP), le estaban curando los pies llagados por la caminata más larga de toda su vida.
«La integración nació de forma natural, poco a poco nos involucramos en los combates; nos movíamos de campamentos para no ser sorprendidos; caminábamos por el diente de perro de noche y no nos caímos», recuerda el veterano invasor, quien se precia de figurar entre los afortunados que vivieron la epopeya de hace 60 años.
Camilo y los suyos habían sido localizados en Las Llanadas y conducidos hasta el campamento de Jobo Rosado por una de las tres avanzadas que el Comandante Félix Torres, jefe de la agrupación guerrillera del psp, envió para auxiliar a la columna rebelde en su tránsito hacia el centro del país.
Al filo de las dos de la madrugada y a la luz de unas chismosas improvisadas, se produjo el encuentro entre las dos fuerzas, un episodio que el joven Sergio del Valle plasmó en su diario de guerra de la manera más emocionada posible: «Desde que llegamos nos sentimos como entre hermanos –escribió el médico guerrillero–, como si estuviéramos en la Sierra».
Gerónimo Besánguiz, historiador y director del Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos, con sede en Yaguajay, sostiene que aunque las fuerzas de la Columna 2 y los destacamentos guerrilleros Máximo Gómez, del psp, y Marcelo Salado, del Movimiento 26 de Julio, se fundieron automáticamente a la llegada de los invasores, el 15 de octubre marca un antes y un después en la historia del Frente Norte de Las Villas.Sorprendidos por el enemigo casi dentro de un campamento rebelde, en la zona de Alicante, ese día los tres grupos combatieron unidos como si fueran uno solo, una conducta que Camilo convirtió en ley durante toda la guerra.
DÍA A DÍA EN EL FRENTE:
– 7 de octubre
Llegada de la Columna 2 a Las Villas.
– 8 de octubre
La columna invasora arriba al campamento guerrillero de Jobo Rosado, donde es acogida con hospitalidad por las fuerzas del PSP.
– 15 de octubre
Por primera vez integrantes de las tres fuerzas guerrilleras combaten juntos en Alicante.
– 31 de octubre
Liberación del poblado de Venegas.
– 28 y 29 de noviembre
Celebradas en la zona de Juan Francisco plenarias obrera y campesina.
– 15 de diciembre
Liberación del poblado de Iguará.
– 17 de diciembre
Liberación de Meneses.
– 20 de diciembre
Fuerzas rebeldes al mando del Comandante Félix Torres asaltan y toman Mayajigua.
– 21 de diciembre
Plenaria con trabajadores azucareros en el poblado de General Carrillo.
– 20 de diciembre
Se inicia el asalto a Yaguajay.
– 21 y 22 de diciembre
Zulueta es tomada por fuerzas rebeldes.
– Últimos diez días de diciembre
De manera cooperada con la Columna No. 8 Ciro Redondo, el Frente Norte también participa en la liberación de Caibarién, Remedios, Camajuaní y Placetas.
– 31 de diciembre
Tras 11 días de batalla, se rinde el Escuadrón 37, de Yaguajay, la acción armada más prolongada en la Campaña de Las Villas.
Fuente: Museo Nacional Camilo Cienfuegos

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¿Puede una política ser más dañina que un huracán?

Cuando un huracán se perfila en el parte meteorológico como una amenaza para la Isla, todos los cubanos comienzan a preocuparse. Aunque las medidas adoptadas por la Defensa Civil garanticen la preservación de la vida humana y los recursos materiales, se sabe que las fuerzas de los vientos y la intensidad de las lluvias no perdonan.Cada fenómeno natural que nos azota deja tras de sí una estela de perjuicios que deben subsanarse cuanto antes. Entonces, algunos planes se detienen en el tiempo para dar paso a la recuperación, y no puede el Estado avanzar todo lo rápido que quisiese.Por solo poner un ejemplo, los daños provocados por Irma superaron los 13 000 millones de pesos, concentrados en las afectaciones a la vivienda, las unidades de salud, educación, a la agricultura, la infraestructura hotelera, así como los viales. Sin embargo, y paradójicamente, el  principal  obstáculo  para  el  desarrollo  de  todas  las  potencialidades  de  la  economía  cubana no se relaciona con la naturaleza y sí con una forma inmoral de hacer política: el  bloqueo económico,  comercial  y financiero  impuesto  por  Estados  Unidos  contra  Cuba.Los números son explícitos: a lo largo de casi 60 años el sistema  de  sanciones  unilaterales  más  injusto,  severo  y  prolongado que se ha aplicado contra país alguno ha causado a la Isla daños ascendentes a 933 678 millones de dólares. Desde abril del 2017 hasta marzo del 2018, la afectación fue de 4  321 200 000 dólares.La administración estadounidense, lejos de desistir en su aplicación, lo recrudece y aplica con rigor.EL BLOQUEORepresenta  un freno  para  la  implementación  tanto  del  Plan  Nacional  de  Desarrollo Económico  y  Social  del  país,  como  de  la  Agenda  2030 y sus  Objetivos de Desarrollo Sostenible.Es el principal escollo para el desarrollo de las relaciones  económicas,  comerciales  y  financieras  de  Cuba  con  Estados Unidos y, por su carácter extraterritorial, con el resto del mundo.El gobierno de Estados Unidos impuso un serio retroceso a las relaciones bilaterales con Cuba, a partir de la firma por el presidente Donald  Trump  del  «Memorando  Presidencial  de  Seguridad  Nacional  sobre el Fortalecimiento de la Política de ee. uu. hacia Cuba», el 16 de junio  del  2017, que  refrendó  entre  sus  objetivos  el  endurecimiento  del bloqueo  contra  la  Isla. En  noviembre  de  ese  mismo  año,  los Departamentos  de  Comercio,  Tesoro  y  Estado  de  ese  país emitieron nuevas regulaciones  y  disposiciones para  dar cumplimiento al referido Memorando.Las  medidas  aplicadas  restringieron  aún  más  el  derecho  de  los esta­dounidenses a viajar a nuestro país e impusieron trabas adicionales a  las  limitadas  oportunidades  del  sector  empresarial  de  Estados Unidos en  Cuba,  al  establecer  una  lista  de 179 entidades cubanas con las  que  las  instituciones  y  personas  naturales  o  jurídicas estadounidenses tienen prohibido realizar transacciones.Las  nuevas  sanciones  contra  Cuba  han  provocado  una  disminución sensible en  las  visitas provenientes  de EE.UU. y  han  generado mayores obstáculos  a  las  relaciones  económicas  y  comerciales  de empresas  cubanas  con  potenciales  socios  estadounidenses  y  de terceros  países.  Estas  medidas  no  solo  afectan  a  la  economía  estatal  cubana, sino también al sector no estatal del país. Se  ha intensificado la  persecución permanente a las  transacciones financieras cubanas  y a las  operaciones  bancarias  y crediticias con Cuba a escala global. Esto ha causado graves daños a la economía del  país,  en  particular,  a  las  actividades  comerciales  de  las empresas  y  los  bancos  nacionales  en  sus  vínculos  con  la  banca internacional. (Redacción Nacional)Fuente: Informe de Cuba en  virtud  de  la  resolución  72/4  de  la Asamblea  General  de  las  Naciones Unidas,  titulada «Necesidad de poner fin  al  bloqueo  económico,  comercial  y financiero impuesto  por  los  Estados Unidos de América contra Cuba».

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