La Habana, 24 jul.- Todavía resultan escasas las políticas específicas para la promoción de las mujeres rurales en Cuba. Esta es una de las conclusiones de un informe socializado por la campaña de comunicación Soy Todas, que impulsa el proyecto Producción Sostenible de Alimentos en Municipios (Prosam).
“Condición y posición de las mujeres rurales en Cuba” constituye un análisis, entre otras cuestiones, sobre cómo ha impactado en este grupo el proceso de actualización del modelo económico y social implementado en la nación caribeña desde el año 2011.
El documento presenta datos estadísticos, estudios de casos y la sistematización de 100 artículos académicos y periodísticos que abordan la cotidianidad de quienes representan el 21,3 por ciento del total de la población femenina del país.
“Existe una intención explícita a nivel político para el reconocimiento y la promoción de las mujeres rurales, sean o no trabajadoras del sector agropecuario”, apuntan las autoras de la publicación, las investigadoras cubanas Miriam García, Yenisei Bombino, Betsy Anaya y Dayma Echevarría.
Entre los pasos de avance está la aprobación en 2016 de la Estrategia de Género del Sistema de la Agricultura, que busca una mayor equidad en el sector. “Sin embargo, por lo general, resulta muy escasa la información sobre la forma en que los patrones de género inciden en la vida rural”, advierten las especialistas.
Además de las desigualdades estructurales existentes en las zonas no urbanas que limitan las opciones de empleos o servicios sociales de calidad, las mujeres enfrentan desventajas adicionales relacionadas con la división sexual del trabajo que otorga a los hombres la principal responsabilidad en la producción.
Impactos de cambios socioeconómicos
En sus diversas etapas, el proceso de actualización antes referido abarca medidas y políticas que inciden en la vida de la población y, en particular, de las mujeres. En el documento divulgado por Soy Todas se analizan algunas de estas disposiciones y sus efectos en contextos rurales.
Entre las que pudieran abrir una puerta para el empoderamiento femenino está la entrega de tierras ociosas en usufructo (mediante los decretos-leyes 259/2007, 300/2012, 358/218). Sin embargo, hasta diciembre de 2013, por cada 100 personas usufructuarias solo 16 eran mujeres.
En relación al empleo, Cuba vivió varios cambios, entre los que se ubica la reestructuración del sector estatal mediante un proceso de reordenamiento y de disponibilidad laboral regido por un “principio de idoneidad demostrada”.
Aunque no son públicos los datos sobre el impacto de esta medida, las autoras del informe consideran que puede ser una de las causas de la disminución sostenida del porciento de mujeres ocupadas en el sector de agricultura, ganadería, silvicultura y pesca: en 2017 se localizaban 2.580 trabajadoras menos que en 2010.
En contraste, hubo una ampliación del sector no estatal. A pesar de que esta medida es considerada por las investigadoras como una oportunidad, también advierten que de las actividades aprobadas para ejercer el trabajo por cuenta propia hasta el 2016, solo cinco aludían de forma directa a oficios rurales.
Entre esas actividades se ubica “el trabajador agropecuario eventual”, acometida por solo un 3,5 por ciento de mujeres.
Por otra parte, la reducción paulatina de los subsidios a productos normados, el cierre de comedores obreros y de centros de estudios de enseñanza media con régimen de beca desplazaron estos gastos a la administración del hogar, casi siempre manejada por mujeres.
Asimismo, el recorte de los gastos del presupuesto estatal para la asistencia social tiene un efecto mayor en las zonas rurales en las que existe un menor número de instituciones de cuidado para personas mayores y con discapacidad, y peores condiciones de transporte para su traslado.
“La condición y posición de las mujeres rurales reduce las posibilidades de aprovechar las oportunidades generadas por el proceso de actualización del modelo económico y social”, concluyen las autoras del informe.
Algunas propuestas
En sus consideraciones finales, el equipo de consultoras advierte que, aunque existe un marco legal favorable hacia la promoción de la equidad de género, todavía no es suficiente.
“Las visiones sectoriales y disciplinares de esta problemática no favorecen la perspectiva del medio rural y de las mujeres que allí se insertan como una realidad compleja. Un cambio de foco de tal magnitud necesita promoverse en diferentes ámbitos: individual, familiar, comunitario”, aseguran.
Además, consideran que una articulación de las políticas que influyen en esta población, a partir de un diagnóstico en profundidad de los marcos regulatorios existentes –como es el caso de la Estrategia de Género del sector–, podría catalizar las transformaciones que están ocurriendo en el resto de los ámbitos.
Desde inicios de 2021 la nación caribeña vive nuevas restructuraciones como parte del proceso de ordenamiento económico y de unificación monetaria y cambiaria, cuyo impacto aún debe evaluarse desde un análisis diferenciado.
Vistazo a las estadísticas
Por cada 100 personas con nivel superior universitario en las zonas rurales, existen 57 mujeres.
Balance de cuidados: En el 34 por ciento de los hogares rurales viven personas de más de 60 años.
Condiciones de viviendas:
El 92,8 por ciento de las viviendas rurales están electrificadas, tienen agua por tubería el 57,6 por ciento y fosa o tanque séptico el 37,8 por ciento.
El acceso a agua potable tiene una cobertura menor que en las zonas urbanas, y solo el 41,6 por ciento de la población posee conexión de agua en el domicilio. El 12,9 por ciento aún no tenía acceso a este recurso en 2017.
El equipamiento de electrodomésticos en los hogares rurales es mucho menor que en la zona urbana y del país: el 54 por ciento tienen refrigerador, el 42 por ciento tiene lavadora y el 75 por ciento tiene arrocera y olla multipropósito. De todos esos equipos el porciento en funcionamiento es mucho menor.
Ocupación:
Las mujeres son el 64 por ciento de la población rural no económicamente activa y el 26,1 por ciento de la económicamente activa.
También existen brechas de participación en el sector agropecuario: las mujeres solo representan el 28,2 por ciento del total de dirigentes en zonas rurales. (2021)