Hace 26 años Minerva, la deidad mitológica romana, adoptó una imagen corpórea en Cuba: dos ruedas, un timón y dos pedales, unidos por un cuadro metálico o “caballo”; con una parrilla de hierro, una caja plástica o un pequeño asiento de madera como accesorios, según las necesidades de cada ciclista. Durante los momentos más crudos del período especial, el conjunto entró en los hogares de la isla como medio de transporte básico y un miembro más de la familia.