MIAMI, Estados Unidos. — Tras 48 días de invasión, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania parece lejos de resolverse. De momento, el foco se encuentra en la ciudad de Mariúpol, donde militares ucranianos resisten el asedio de las fuerzas rusas.
El pasado lunes, el alcalde de Mariúpol, Vadym Boychenko, declaró que más de 10 000 civiles habían muerto en esa ciudad del sudeste de Ucrania desde que iniciara la invasión. La situación es peor en Donetsk, otra de las regiones bajo asedio, donde la cifra de civiles fallecidos supera los 20 000, según dio a conocer el gobernador Pavlo Kyrylenko a la cadena CNN.
El Ministerio de Defensa ruso asegura hoy que 1 026 soldados de la Brigada 36 de la Marina ucraniana que resistían en el puerto de Mariúpol se han rendido, una información que no ha sido confirmada por el Ejército ucranio.
La agencia estadounidense AP, uno de los medios de prensa con presencia en el terreno, reseña que la ofensiva inicial de las fuerzas rusas se estancó en varios frentes ante la firme resistencia de los ucranianos, que les impidieron tomar la capital y otras ciudades. La falta de superioridad aérea ha impedido a los rusos cobijar desde el aire a sus tropas en tierra, limitando su avance y haciéndolas blanco fácil de los ucranianos.
Ante su fracaso en tomar gran parte de Ucrania, Rusia ha recurrido al bombardeo aéreo de centros urbanos. La guerra ha reducido a escombros a ciudades enteras, ha matado a miles de personas y ha dejado a Rusia política y económicamente aislada.
“Es probable que en el futuro el enemigo intente tomar el control de la ciudad de Mariúpol, capturar Popasna (Lugansk) y lanzar una ofensiva en dirección a Kurajovo (Donetsk)”, indicó recientemente el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Durante las últimas semanas, las autoridades ucranianas han acusado a Rusia de cometer crímenes de guerra, como la masacre de civiles en las afueras de Kiev, bombardeos contra hospitales y un ataque con misiles que mató a por lo menos 57 personas en una estación de trenes.
Las masacres de civiles descubiertas en ciudades como Bucha, que hacen sospechar de la existencia de muchas otras bajas no cuantificadas, sumadas a los continuos ataques y la dificultad para informar sobre el terreno, imponen una necesaria cautela respecto a los datos. En ese sentido, organismos internacionales se han limitado a informar solo las muertes confirmadas.
El último balance oficial del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU (ACNUDH), emitido el pasado 7 de abril, registraba 1 611 civiles muertos y 2 227 heridos, de los cuales 131 y 191, respectivamente, eran niños.
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