En cualquier reunión que se convoque, son determinantes dos elementos: la pertinencia/representatitividad de los asistentes y los acuerdos que se adopten según la agenda pactada. Lo que ocurra en su transcurso —opiniones, debates, escarceos, votaciones…— no tiene mayor significación si no se plasma en compromisos. Cuando se trata del congreso de un partido gobernante, la trascendencia de sus acuerdos se magnifica por cuánto influirán en la vida de los ciudadanos del país.
El VIII Congreso del PCC, además de la esperada renovación de la generación histórica por la llamada de la continuidad, adoptó cinco acuerdos/resoluciones, todas por unanimidad. Versaron sobre: aprobación del Informe Central; actualización de la Conceptualización; estado de la implementación de los Lineamientos y su actualización para el período 2021-2026; funcionamiento del partido, actividad ideológica y vinculación con las masas; política de cuadros y papel del partido para alcanzar resultados superiores.
Como puede apreciarse, el primero y los dos últimos competen a problemas internos de la organización y a su visión de sí. Solo el tercero y el cuarto giraban en torno a los derroteros por los que el partido único piensa guiar a la mayoría no militante del pueblo en pos de la solución de sus numerosos problemas. Sin embargo, a un mes de clausurado el evento, los textos sustancialmente modificados de esos documentos rectores de la vida nacional (Conceptualización, Lineamientos) son aún desconocidos por los comunes.
En el caso de los Lineamientos, se brindó una escueta información estadística de que: «el 30% fueron implementados, el 40% se encuentra en implementación y el 30% restante en etapa de propuesta y aprobación»; y de que en la nueva redacción: de 274 anteriores, mantuvieron 17, modificaron 165, suprimieron 92 y adicionaron 19, para un total de 201. No se ha divulgado cuáles se modificaron, suprimieron y adicionaron.
También se informó que en el debate de los Lineamientos los delegados hicieron 157 planteamientos, pero no se conoce en que consistían, cuáles fueron los puntos discutidos ni los cumplidos, incumplidos y pendientes. Quedan muchas interrogantes a dilucidar: ¿por qué se eliminó la tercera parte de un texto súper analizado y consensuado que era como La Biblia de la Actualización? ¿Es que ya esos lineamientos se dieron por cumplidos y quedaban obsoletos? ¿Qué modificaciones se hicieron al 60%? ¿Fue en la forma, o en el contenido? ¿Cuáles se introdujeron y por qué?
Solo se divulgaron dos nuevos lineamientos: «Avanzar en el estudio de las criptomonedas en las actuales condiciones de la economía» y «Estimular las comunidades agrarias y de montaña». Sobre el primero, es patético que se plantee estudiar algo que en el 2021 ya es parte indisoluble de la economía mundial y que en Cuba gana adeptos cada día.
Cientos de miles de cubanos y cubanas poseen criptomonedas, hacen holding y trading con ellas, compran y venden en la economía sumergida, participan en plataformas de inversión —solo en Trust Investing eran 234.000 a fines de abril, la mayor cantidad a nivel mundial— y el MINTUR les permite reservar hoteles con ellas. Este fenómeno merece mucho más que el verbo estudiar; lo pertinente sería: introducir, aplicar, aprovechar, reglamentar, etc.
El otro nuevo lineamiento parece un sueño en un entorno afectado durante años por el desmantelamiento de la agroindustria azucarera y la disminución de inversiones en el campo y su industria transformadora; a lo que se añade el cierre de las utilísimas facultades de montaña, que tanto contribuyeron a la difusión de la ciencia y la tecnología en macizos montañosos y zonas especiales, como la Ciénaga de Zapata. El lineamiento debería enfocarse al cómo y con qué se pretende resolver esta problemática.
La Resolución del VIII Congreso anuncia sucintamente que en los desconocidos Lineamientos se prioriza: «Fortalecer la gestión de los actores económicos, en especial la empresa estatal socialista como sujeto principal de la economía». No es en un papel escrito, sino en la competencia con los demás sectores económicos —privado, cooperativo, inversión extranjera y mixta—, donde el sistema empresarial estatal tiene que demostrar que es «la forma de gestión dominante en la economía».
La broma pesada, divisa del súper monopolio ETECSA: «¡Gracias por elegirnos!», ha de ceder paso a un mercado de bienes y servicios más libre y competitivo, en el que cada sector despliegue su potencial en las áreas donde sea idóneo.
También se afirma que se trabajará por «Avanzar en la solución de los problemas estructurales de la economía» y «Seguir priorizando el desarrollo y la aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación en todas las esferas de la sociedad, en particular en las actividades productivas», lo cual sería un logro extraordinario. Para ello, primero debería modificarse sustancialmente el fondo nacional de inversiones, ya que en el año 2020, mientras en la actividad inmobiliaria, servicios empresariales y de alquiler se gastaron 4138 millones de pesos, apenas se dedicaron 538 al agro, 180.4 a la industria azucarera y un insuficiente 57.3 a ciencia y técnica.
Los Lineamientos encaminados a «Consolidar la implantación de la Tarea Ordenamiento con los ajustes requeridos, en interés de alcanzar su objetivo estratégico, una mayor utilización de los instrumentos financieros en la conducción de la economía y avanzar en el logro de los equilibrios macro-económicos fundamentales», no serían socialistas si no se vincularan con el de: «Continuar el desarrollo de la justicia social en las nuevas condiciones».
El resultado de las políticas económicas se determina, no por bellas tesis plasmadas en documentos elaborados por los que saben; sino por la medición de impactos a través de variables económico-sociales confiables: incremento de la natalidad, reducción de la pobreza, ampliación del mercado interno en pesos, descenso de la emigración, etc.
Con el engavetamiento de las nuevas variantes de la Conceptualización y los Lineamientos, pareciera que se ha confiado a los mecanismos de la «Tarea Ordenamiento» el papel de varita mágica, capaz de prender la mecha de una explosión de soluciones a los problemas acumulados.
La expectativa puesta en el VIII Congreso como acelerador de las necesarias reformas, tantas veces pospuestas, se frustra con la ausencia de acuerdos que apunten al relanzamiento de las transformaciones, al tiempo que se demora inexplicablemente la publicación de las nuevas variantes de documentos cardinales, esos que alguna vez nos hicieron suponer luz al final del túnel.