Cuando una persona acude a las oficinas concebidas para atender a la población en organismos, organizaciones o entidades, lo hace por una clara necesidad de ser atendida, recibir una respuesta u orientación, pero… ¿lo logra siempre? Una gran verdad entalla en todo el que tiene que ver con la atención a la población: se requiere una dosis —al menos mínima— de sensibilidad humana para laborar en ese giro.