Las mujeres han llevado las de perder en ese viaje de tropiezos que es el desarrollo de la humanidad. Las reiteraciones de abusos y discriminaciones, el considerarlas «material de segunda» mediante las maneras más burdas, o taimadas, siguen estando presente en escenarios internacionales de injusticias y en la conciencia de no pocos que crecieron dando por normal lo que veían.
Próximamente la televisión exhibirá Papicha, sueño de libertad, un filme argelino que enaltece el raciocinio, la alegría juvenil y las ganas de vivir frente a la barbarie. Fue realizado en 2019 y es la ópera prima de Mounia Meddour, una realizadora de padre argelino y madre rusa que vivió intensamente la época en que centra su historia, la Argelia de los años 90 del siglo pasado, días en los que los grupos terroristas trataron de dominar el país con la intención de establecer un Estado islámico, fanático e intransigente.
Entre atentados y explosiones, las mujeres recibieron la mayor carga de opresión, y no solo machista, ya que grupos de fanáticas, movidos por imposiciones arcaicas, pretenden dictar normas sobre la forma de vestirse, salir a la calle o comportarse ante la subordinación masculina.
La guerra civil argelina, conocida como «década negra», fue un conflicto armado librado entre el Gobierno argelino y varios grupos rebeldes islamistas. Comenzó a finales de 1991 y fue reduciéndose progresivamente hasta extinguirse, entre 1999 y 2002. Se estima que en la contienda fallecieron unas 200 000 personas.
Mounia Meddour era entonces una estudiante universitaria y años después plasmó en Papicha, sueño de libertad mucho de lo que entonces vivió. Fue así que, combinando realidad con elementos de ficción, le dio vida a las papichas, jóvenes independientes, amantes de las modas y las fiestas, libres –en el gran sentido de la palabra– frente a las ataduras de signo medieval que tratan de imponerles.
Entre esas muchachas destaca Nedjma, la protagonista, que aspira a dedicarse a la alta costura y por el momento hace cuanto puede para cumplir su sueño de diseños, hilos y agujas, mientras contra viento y mareas planea organizar un desfile de modas en la universidad.
Papicha, sueño de libertad, no tiene interés en analizar las causas que motivaron los tristes días de los acontecimientos y, más bien, trata de suavizar su fuerte contenido realista con ligeros pespuntes de humor. Las telas, los diseños, la imaginación en base a la creatividad, desempeñan un papel importante en la historia y son un sostén para que las jóvenes impongan su alegría frente a la misoginia imperante, lo que no quiere decir que falten complejidades en el grupo. El filme ha obtenido varios premios internacionales, entre ellos un César a la mejor ópera prima en Francia, y a la mejor actriz revelación para su protagonista. Cierto que por momentos se le da cabida a la nota melodramática, pero pensar que con ellos se concreta una hermosa y terrible ópera prima, sería hacerle justicia.