A raíz del deceso del Mayor General Pedro Agustín Pérez, ocurrido el 13 de abril de 1914, su conciudadano, el exquisito poeta de Guantánamo Regino Boti (1878-1958), sugirió una obra para perpetuar la memoria del patriota.
Este audaz renovador de la lírica hispanoamericana de principios escribió entonces: “El Museo (…) no estaría mal que (…) se instalase en la casa donde vivió sus últimos años en esta ciudad, y en la casa (…) en la cual fue tendido su cadáver”.
Y añadió que con esa obra “evitaremos que muchos recuerdos indispensables para instituir un fondo histórico local emigren”.
Dichos fondos, muebles y objetos personales, se conservan hoy en la Casa Museo Mayor General Pedro Agustín Pérez, inaugurada el 16 de julio de 2013, por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, entonces Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Huelga aclarar que el proyecto del bardo fue dilatándose hasta los límites imprecisos de casi un siglo, durante el cual el tiempo y la falta de cuidado, y la dejadez de sucesivos moradores llevaron a que en la pasada década de los 80, apenas existieran las ascuas del inmueble habitado durante la década postrera de su existencia por el primer sublevado de Guantánamo durante la Guerra del 95.
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Se tornó precisa una ingente labor de restauración y renunciar a la arquitectura original de la vivienda, para erigir esta instalación patrimonial orgullo de los guantanameros, a la cual han acudido varios miles de personas desde su apertura al público.
El Máster en Ciencias Históricas Alejandro Jardines Almarales, director de este centro memorial, explica que “recrea la vivienda de tipo colonial de fines del siglo XIX, y a pesar de no constituir un gran referente arquitectónico, su excelsitud radica en la excepcionalidad del hombre que la habitó desde 1904”.
En las cuatro salas expositivas del museo se muestran a través de objetos originales, diversos elementos de apoyo a la labor desarrollada por el mambisado guantanamero, del cual “Periquito” –como lo conocían- fue el líder indiscutido.
Durante aquella gesta, asumió importantes responsabilidades como jefe militar en la región guantanamera, que entonces se extendía desde Mayarí hasta Maisí, y a la cual convirtió en retaguardia de la Revolución.
Entre los asiduos a este rincón museable se destacan los jóvenes, interesados en ahondar en la trayectoria del único guantanamero que alcanzó el grado de Mayor General, el más alto del Ejército Libertador Cubano y ostentaba el de coronel el 24 de febrero de 1895, cuando lideró en la provincia el Grito de la Confianza, del cual se cumplen 127 años.
En su ensayo histórico “El 24 de Febrero de 1895”, Boti destacó el protagonismo de los guantanameros en los alzamientos ocurridos ese día en varias regiones cubanas, que marcaron el reinicio de la guerra por la definitiva independencia de la Isla, en franca divergencia con la tradición según la cual se circunscribía la preponderancia de ese grito libertario contra el dominio español, a las acciones ocurridas en la localidad santiaguera de Baire.
El documento inicial, tesis defendida por el mayor intelectual del guaso de todas las épocas para ingresar a la Academia de Historia de Cuba, devela detalles poco conocidos sobre aquellas insurrecciones; y subraya: “(…) la verdad de los hechos, que está por encima de la verdad de la historia -y en la cual ésta debe informarse- le llamará el grito de Guantánamo”.
Solo en esta región tuvieron lugar siete levantamientos en armas durante aquella gesta nacional, los cuales adquirieron connotación adicional, al facilitar el desembarco de José Martí -organizador de la contienda-, Máximo Gómez, Antonio Maceo, Flor Crombet y otros principales jefes, por las costas orientales.
Por ello hoy se le honra a Pedro Agustín Pérez con esta instalación, y numerosos documentos de su quehacer revolucionario, celosamente conservados para que, como quiso Boti, no emigren estos recuerdos indispensables de nuestra historia patria, y la de Guantánamo.