Los Juegos Olímpicos de Invierno, en Beijing, probaron que un propósito que parecía increíble fue posible, pues reunió a diversas maneras de pensar, y en esa unión se hizo más fuerte el propósito.
La cita en la capital china asediada desde 2018 cuando se venía preparando sobre la base de reunir a toda la familia olímpica por encima de las diferencias políticas, mostró su capacidad organizativa: con un mes de antelación a la ceremonia inaugural el funcionamiento de la «burbuja» dentro de la que se aplicaría un protocolo de Salud más serio que el de Tokio-2020, funcionaba como un reloj. Eso respaldó las jornadas competitivas, en las cuales no hubo ningún proceso de transmisión de la COVID-19, a pesar de los 435 casos positivos detectados.
Frente al fracaso del boicot lanzado por la administración de Joe Biden, estuvo la actuación del propio equipo de EE. UU., que desde un principio planteó su justo derecho de competir y revalidó su cuarto lugar, con ocho medallas de oro, diez de plata y siete de bronce.
China creó un ambiente de paz y confraternidad que impidió que los Juegos fueran manipulados en las redes sociales, cuando comenzaron a publicarse textos ofensivos contra los atletas, que recibieron la firme respuesta de los organizadores y el apoyo de los participantes. En contraposición, el país presentó un panorama futurista con la utilización de la «energía verde», por primera vez en el mundo, para la iluminación, calefacción y otros servicios públicos, libres de la emisión de carbono.
En los Juegos primó la alegría en los rostros de los competidores, entre los que se cuentan la satisfacción de los atletas anfitriones, con su tercer lugar en el medallero con saldo de nueve doradas, cuatro de plata y dos de bronce, un ejemplo de que no hay por qué convertir la saludable rivalidad de la cancha en un problema político.
La administración Biden vio el evento como una oportunidad para castigar a los chinos, pero el mundo lo que apreció fue el virtuosismo de una fraternal competencia que regaló un mensaje de paz y la solidaridad.
Ahora, del 4 al 13 de marzo, será la versión paralímpica de los Juegos, y en ella Beijing volverá a brillar, porque el país, en medio de la pandemia, se ha esforzado para recibir y animar a los atletas del mundo entero.