La Habana, 19 oct.- El déficit de combustible y las frecuentes roturas de termoeléctricas incrementaron los apagones de energía y los problemas en el transporte público en Cuba desde septiembre, dos problemas que se suman a los atrasos en la distribución de alimentos racionados para agobiar la vida de una mayoría de familias en el país.
La escasez de diésel y fueloil afecta la generación de motores y miniplantas fuel y grupos electrógenos de diésel emplazados en los 168 municipios, así como las centrales flotantes contratadas a Turquía y conocidas como patanas.
Alrededor de 95 % de la generación eléctrica en este país insular caribeño proviene de fuentes fósiles.
Tal situación obedece, aseguran autoridades, al incumplimiento de contratos por parte de proveedores, además del impacto de las sanciones del gobierno de Estados Unidos que obstaculizan el acceso a créditos y a los servicios de bancos internacionales.
Durante las últimas jornadas se aprecia una reducción de los cortes eléctricos -que suelen ser más prolongados fuera de la capital-, debido a la llegada de suministros de crudo y la mayor estabilidad en la generación.
“Puedes estar un par de horas esperando por una guagua (bus). Hay muchos carros rotos, sin piezas de repuesto ni personal, y con esta situación han disminuido todavía más las frecuencias. Moverse en la ciudad es complicado”: Alberto Benítez.
“Se están llevando la corriente de cuatro a seis horas diarias, incluidas las noches y madrugadas. Es menos que el año pasado, pero siguen las molestias porque uso la electricidad para cocinar. Además, sin aire acondicionado o ventilador es difícil descansar, debido al calor y los mosquitos”, dijo a IPS la vendedora Carmen Suárez, residente en la ciudad de Batabanó, a 55 kilómetros al sur de La Habana.
Junto con exhortaciones al ahorro, las autoridades recomiendan estimular el trabajo a distancia y el teletrabajo, si bien el sector residencial concentra 70 % del consumo de energía.
Las entidades estatales ajustaron horarios y apagan equipos de climatización a ciertas horas, mientras se priorizan sectores como la agricultura, la salud, el turismo y el bombeo de agua.
También disminuyó la entrega de combustible para la transportación pública, basada principalmente en autobuses. Con precios más económicos, las reducciones afectan a la ciudadanía con menos poder adquisitivo.
“Puedes estar un par de horas esperando por una guagua (bus). Hay muchos carros rotos, sin piezas de repuesto ni personal, y con esta situación han disminuido todavía más las frecuencias. Moverse en la ciudad es complicado”, señaló a IPS el contador ya jubilado Alberto Benítez, residente en el barrio de El Calvario, en La Habana.
El transporte privado resulta una alternativa, pero “no puedo pagar diario una máquina para ir y venir de la universidad. Mis padres no pueden asumir ese gasto, así que toca esperar la guagua y tratar de “clasificar” para montarme”, dijo a IPS el también habanero Roiniel Núñez, estudiante de ingeniería eléctrica en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría.
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