Las mutaciones derivadas del SARS-COV-2 condicionaron la aparición de variantes con mayor relevancia a nivel mundial, por sus implicaciones en la diseminación de la epidemia, el riesgo de hospitalizaciones, o la reducción de la respuesta de anticuerpos frente a las vacunas.
A estas variantes se les llamó «variantes de preocupación» (voc, por su sigla en inglés), explicó en un post reciente el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, quien detalló, además, cómo realiza Cuba el proceso de secuenciación de las cepas del SARS-COV-2.
Es importante, dijo, que los ciudadanos conozcan que estas variantes se detectan a través de la técnica de secuenciación genómica, procedimiento altamente complejo y costoso, realizado con un equipamiento específico, y que requiere varios días para el procesamiento y posterior análisis de las muestras.
Para seleccionar dichas muestras –argumentó– se siguen criterios de interés como la procedencia de diferentes territorios; la correspondencia a casos graves, fallecidos, con síntomas leves o asintomáticos, diferentes rangos de edades, e inmunizados con diferentes vacunas y dosis.
El Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) cuenta con esta tecnología y, desde el inicio de la epidemia, desarrolla este proceder. Gracias a ella se identificaron oportunamente la introducción en el país de las variantes voc: Alpha, Beta, Gamma, Delta y Ómicron; la variante d614g, y otras 12.
Portal Miranda agregó que, a pesar del incremento de los contagios en el primer mes de 2022, respecto a las cifras de octubre pasado, no existe un ascenso proporcional de las personas hospitalizadas, en estados grave y crítico, o fallecidas por la COVID-19 en el país.
Destacó los elevados niveles de inmunidad alcanzados en Cuba con el avance de la vacunación; sin embargo, recomendó «actuar con prudencia y responsabilidad. Las vacunas por sí solas no son capaces de poner fin a la epidemia», fundamentó.
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