Hace apenas unas semanas el verde cubría al antiguo restaurante Moscú. Su segundo piso permanecía cubierto por maleza y las ramas se imponían sobre el que fue uno de los sitios icónicos de la gastronomía habanera. La oscuridad se apoderaba de la primera planta.
Ruidos extraños, desechos por doquier y amenazantes restos a punto de caer atemorizaban a quien tuviera el valor de adentrarse.
Un incendio en 1989, de cuyo origen abundan las teorías, hizo que cerraran para siempre sus puertas. Poco importó la majestuosidad del sitio o su estratégica ubicación a solo una cuadra de la Rampa en el corazón del Vedado.
Han pasado 33 años y aún sus ruinas permanecen en pie. El sitio que durante décadas ha sido basurero y morada de personas en situación de calle ha resistido a la desidia mientras se acentuaba su imagen apocalíptica… hasta ahora.
El espacio será rescatado. Las obras están en marcha. Obreros, maquinarias y nuevos carteles anuncian que la capital cubana tendrá un nuevo sitio de lujo, esta vez no para todos pues de sus ruinas nacerá otro hotel.
“Los restos aún en pie serán derrumbados”, así afirman los constructores mientras preparan las condiciones para la demolición. En apenas semanas, décadas de historia sucumbirán a la potencia de los equipos pesados. La nueva obra se alzará desde los cimientos.
Desde febrero de 2016 el Ministerio de Turismo había solicitado ideas conceptuales para la construcción de un centro turístico. El anuncio de la demolición del inmueble actual llegó en mayo de 2017. Un reportaje emitido por el Noticiero de la Televisión Cubana en el que aparecieron funcionarios del Gobierno de La Habana reveló que, luego del incendio y su posterior abandono, el edificio había perdido su valor patrimonial. La solución sería derrumbar.
No obstante, requería cerca de 260 metros cúbicos de madera para el apuntalamiento, dos grúas a tiempo completo y un presupuesto de más de cuatro millones de pesos, por lo cual la demolición no era una prioridad para el plan de inversiones que tenía aprobado el Consejo de Administración Provincial de la capital.
Según los funcionarios, aunque varias entidades se interesaron, incluso con proyectos, el costo de demoler las ruinas frenó cualquier rescate. Sin embargo, en noviembre de 2017 el semanario económico y financiero Opciones afirmó que el Grupo Hotelero Gran Caribe estaba en preparativos para levantar, junto a la compañía Be Live, un hotel de 450 habitaciones en el lugar.
Se desconoce si este proyecto es el que se llevará a cabo puesto que, además de la señalización y el comienzo de los trabajos, no existe información oficial sobre la obra.
En los últimos tiempos las mayores inversiones del país se han dedicado al sector del turismo. Según cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2020 el Estado cubano invirtió 4 138.8 millones de pesos cubanos (CUP) en servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler; mientras que a la salud pública destinó 845 millones de CUP.
Del glamour a las ruinas
La historia de este sitio es extremadamente peculiar; fue vaquería, sede de la agencia de autos Dodge en Cuba, destruida por el ciclón del 26, primer cinódromo de La Habana, hasta finalmente convertirse en el cabaré Montmartre.
Con aire francés, de lujo y de espectáculo, el centro nocturno inaugurado en la década del cuarenta del pasado siglo se convirtió con el paso de los años en un lugar icónico del ocio capitalino.
A decir del periodista especializado en temas históricos Ciro Bianchi, “la intensidad de la noche habanera y la calidad de sus shows consiguieron ubicar a la ciudad entre las más importantes del mundo si de diversiones de todo tipo y vida mundana se tratara”.
El Montmartre se ubicaba entre los tres mejores cabarés de La Habana, junto a Tropicana y Sans Souci.
No solo funcionaba como cabaré, sino que además tenía dos bares y un casino que lo convertían en un sitio de entretenimiento preferido por sectores pudientes de la ciudad.
Famoso por sus historias y sus espectáculos al estilo Rodney, por su sala pasaron artistas de la talla de Edith Piaf, Lola Flores, Cab Calloway, Benny Moré, Rita Montaner y otras estrellas de la época.
En 1947 Frank Sinatra y Ava Gardner disfrutaron allí parte de su luna de miel. Cuentan que hasta cortaron una tarta de boda cortesía del dueño del centro nocturno.
En 1956 el sitio fue lugar de un atentado mortal organizado por el Directorio Revolucionario contra el coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar de Fulgencio Batista.
Dirigido por la mafia, en específico por Meyer Lansky, quien movía los hilos, el lugar mantuvo su fama hasta 1959, cuando triunfó la Revolución y se prohibió el juego.
El inmueble se nacionalizó. Sin embargo, sus años de gloria no terminaron. El sitio cambió su función social y se convirtió en uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad.
Moscú sería su nuevo nombre y, aunque tomaba la nomenclatura de la capital soviética, mantuvo su estilo francés.
Con pisos alfombrados, impresionante escalera y grandes cortinas de color rojo, para quienes lo visitaron en la época era el restaurante con más lujo de todo el país.
Su majestuosidad es visible aún tres décadas después de su cierre. Sus ruinas pronto serán historia. Un nuevo tiempo se asoma sobre el Moscú, esta vez en forma de hotel.
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