La intención en la propuesta de Kirkman se revela más simple de lo que parece. Pretende que el lector vuelva a enamorarse de las historias de superhéroes, pero esta vez con un Kal-El más imperfecto y cercano, capaz de cometer errores y con la eterna incertidumbre de si podrá convertirse en lo que esperan de él sus progenitores.