Cuando llamo su majestad a la croqueta no exagero. Este delicioso plato nació en la corte de Luis XIV el 16 de enero de 1817. Cuentan que el chef de palacio, de origen francés, Antonin Cáreme, preparó unas croquettes a la royale para dos invitados de lujo: el príncipe Guillermo Federico, de Inglaterra, y el gran duque Nicolás, de Rusia.
Su creador la nombró así haciendo alusión al verbo francés croquer, que significa crujir. La referencia más clara y documentada que existe de la croqueta, como exquisito plato digno de cortesanos, data de 1691, cuando aparece en un libro de recetas de François Massialot, otro famoso cocinero de la realeza francesa.
No sé cuáles fueron los ingredientes que publicó Massialot, pero según la definición de la Real Academia Española, croqueta es una porción de masa, generalmente redonda u ovalada, hecha con un picadillo de jamón, carne, pescado, huevo u otros ingredientes, que, ligada con salsa bechamel, se reboza en huevo y pan rallado y se fríe en aceite abundante.
No entraremos en detalles sobre recetas y definiciones, porque en honor a la verdad en nuestro país la croqueta es mucho más que un delicioso y conocido plato, o mejor dicho, al plato, cuando viene sin pan. Es tanta la interrelación que ha tenido el cubano con la croqueta que incluso la ha introducido en su léxico con diversos significados.
En la pelota, nuestro deporte nacional, un ponche, o sea, ser puesto out por la vía de los strikes, es una croqueta. Se suele decir: “¡Fulano se metió tres croquetas en el juego de ayer!”. Un “croquetero” es el tipo que dice muchas mentiras, que engaña constantemente, un hombre en el que no se puede confiar: “¡No le creas nada a este, que es un croquetero!”.
La belleza física de alguien se pone en duda cuando sin ambages se comenta: “¡Parece una croqueta!”. También puede ser una referencia fálica desfavorable para aquel a quien le señalen: ¡“Si tú lo que tienes es una croquetica buffet”! Sí, porque también es inconcebible un cumpleaños, actividad, agasajo festivo… en el que no esté presente la “cajita” (o buffet) con una minicroqueta acompañada de cake y ensalada.
Aunque dé la impresión de que la croqueta para el cubano es algo impopular, es todo lo contrario. Estamos hablando del fiambre más conocido y utilizado en nuestras vidas, compitiendo con la pizza por el primer lugar. Un amigo la llama «el suero» y existe una frase que así lo demuestra: “¡Estoy herido, lo único que tengo en el estómago es un pan con croqueta!”.
De la croqueta podríamos estar hablando muchas horas y cientos de cuartillas. Desde las más recordadas y consumidas, aquellas del Ditú (las originales), pasando por las croquetas de la shopping, y las vilipendiadas (pero siempre perseguidas), Prodal, descendientes directas de las antológicas croquetas de ave (averigua), también conocidas como croquetas-piloto, porque siempre se pegaban al cielo de la boca.
¿Por qué hablo de la croqueta? Muy simple, porque hoy, 16 de enero, se celebra el Día Mundial de la Croqueta, y yo soy fan, desde niño, a la compañera croqueta, en todas sus variantes. Ya lo dijo Arquímedes: “¡Dame una croqueta y moveré el mundo!”.
(Tomado de Juventud Rebelde)