Esa lluvia que presenta concentraciones altas de sustancias ácidas a causa del transporte atmosférico de contaminantes a grandes distancias se denomina lluvia ácida.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia especifica que los principales precursores de la lluvia ácida son los óxidos de azufre y de nitrógeno, y que estos compuestos químicos son generados por fuentes antrópicas, fundamentalmente a partir de la quema de combustibles fósiles, o por fuentes naturales.
“Los óxidos de azufre y nitrógeno emitidos a la atmósfera, sufren diferentes procesos de transporte y transformación química, en los cuales intervienen componentes meteorológicos como los vientos, la precipitación y la radiación solar, procesos del ciclo hidrológico como la condensación del vapor de agua y la emisión de gases contaminantes a la atmósfera”.
Consecuencias
El nivel de ácido en los acuíferos se eleva por la lluvia ácida, lo que posibilita la absorción de aluminio, que se transfiere a lagos y ríos. “Esta combinación incrementa la toxicidad de las aguas para los cangrejos de río, mejillones, peces y otros animales acuáticos”, dice National Geographic.
La lluvia ácida contamina selvas y bosques. “Esta precipitación nociva roba los nutrientes esenciales del suelo a la vez que libera aluminio, lo que dificulta la absorción del agua por parte de los árboles”. Los ácidos igualmente dañan las hojas de los árboles y las agujas de las coníferas.
En relación con la salud humana, debe indicarse que determinadas concentraciones de compuestos de azufre y nitrógeno de la atmósfera pueden alcanzar los sistemas respiratorio y cardiovascular. Los metales como el mercurio y cadmio de depósitos del suelo de lagos, corrientes y reservas pueden acumularse en los tejidos vegetales y animales, haciéndolos tóxicos para el consumo humano.